6.9.15

Es vital la existencia de banca pública que aproveche los intereses mínimos del BCE para prestar a pymes y familias

"(...) Las cajas de ahorros no eran bancos públicos (...)

Las cajas de ahorro no eran propiedad de accionistas que cotizaran en el mercado bursátil, ni tampoco eran propiedad de una autoridad pública a la cual rindieran cuentas. (...)

Las cajas eran instituciones privadas, parecidas a las fundaciones, sin que estuvieran sujetas al régimen jurídico de las fundaciones. Según las leyes que regularon su gobernanza (leyes aprobadas en 1985 y en 2002), sus órganos de gobierno tenían tres grupos de propietarios (o accionistas en la narrativa de la banca privada). 

Uno eran personajes procedentes de administraciones públicas (que no debían representar un porcentaje mayor del 50% del Consejo Directivo); otros eran los clientes-impositores (que debían ser entre un 25 y un 50% de tales cargos); y otros eran los trabajadores de la entidad (que representaban entre un 5 y un 15%).

Tal diversidad de tipo de “accionistas” (diversidad que se incrementaba al incluir personajes de opciones políticas existentes dentro del grupo asignado a la administración pública) facilitó la concentración del poder en manos de los gestores de las cajas, que llegaron a tener un enorme poder, que muchos utilizaron de forma clientelar e incluso corrupta, como fue el caso del Presidente de Caja Madrid. 

Fue esta enorme concentración de poder en los presidentes de las cajas, con limitada presión para rendir cuentas, lo que creó el supuesto fracaso de estas (en aquellas que fracasaron, y que no fueron todas. En realidad muchas cajas, como La Caixa, continuaron siendo altamente exitosas).

En realidad, la experiencia con los bancos públicos ha sido muy limitada en España. El ICO (Instituto de Crédito Oficial), una agencia pública, no es una banca pública pues, aun siendo una institución pública de crédito, su actividad crediticia se realiza a través de la banca privada, hecho que encarece el crédito innecesariamente y desplaza a la banca privada la gestión del crédito. 

 En nuestro documento para Podemos hicimos la recomendación, ridiculizada por los gurús mediáticos, afines al capital financiero, de que el ICO actuara como un banco público, pidiendo prestado dinero del BCE y ofreciéndolo directamente a las pequeñas y medianas empresas, sin externalizar su gestión.

La experiencia internacional

Sorprenderá al lector que en el mundo hay muchos más bancos públicos que privados. En realidad, la banca pública existe ampliamente en Europa, y, como he documentado en otros artículos, ha jugado un papel clave en las economías que se consideran más exitosas. Los bancos públicos han sido, por ejemplo, centrales en el éxito del mal llamado milagro económico alemán. 

Un tanto igual ocurre en Francia, Italia, Reino Unido, Suiza, Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, Austria, EUUU y Canadá. En todos estos países, estos bancos públicos (tanto a nivel central como regional e incluso urbano) han sido elementos fundamentales del desarrollo económico. 

No en España, donde la banca pública apenas existe, y ello como consecuencia del enorme poder (a todas luces claramente exagerado) político y mediático que la banca privada, y muy en particular los tres grandes bancos, Santander, BBVA y CaixaBank, que controlan más del 60% del mercado financiero, tiene. 

En realidad, es práctica común que los dirigentes de estos bancos tengan relaciones preferenciales con los gobiernos españoles, tanto centrales como autonómicos, instruyendo a los gobernantes sobre qué políticas públicas deben aplicarse. 

Son también los bancos privados los que canalizan predominantemente el enorme fraude fiscal realizado (el 73%) por las grandes fortunas y por las grandes empresas, que detraen del fisco casi 43.000 millones de euros al año. Hoy la banca privada, en complicidad con los paraísos fiscales, juega un papel central en el fraude fiscal. El mayor fraude que existe en España está también relacionado con la excesiva extensión de su banca privada (casi tres veces superior en proporción que en EEUU).

 Pero la situación es todavía peor; la banca privada, incluyendo los tres grandes bancos citados en el párrafo anterior, ha conseguido millones y millones de euros prestados del Banco Central Europeo (que no es un banco central, sino un enorme lobby de la banca privada) a unos intereses bajísimos (menos de un 1%).

 Con este mismo dinero, en lugar de ofrecer crédito, ha comprado deuda pública que tenía una enorme rentabilidad, pues la compraba a unos intereses del 6, 8, o incluso 12% en el caso de los bonos públicos del Estado griego. 

Es el chollo del siglo. Imagínese usted, lector, que recibe dinero a unos intereses bajísimos, y con este dinero prestado se compra algo que le da unos intereses muchísimas veces superiores a los que usted pagó. Se haría millonario en pocos días. Pues esto fue lo que ocurrió con la banca privada española.  (...)

La complicidad entre el Banco Central Europeo y la banca privada ha alcanzado niveles escandalosos. Pero lo que es incluso más indignante es que, cuando los bancos privados, incluidos los tres grandes, comenzaron a comprar tanta deuda pública (incluyendo de Grecia) que podrían incluso colapsar en caso de que los Estados, como Grecia, no pudieran pagarles, entonces el BCE, el FMI y los gobiernos de la UE les compraron la deuda pública a fin de que no perdieran y salieran dañados. 

La famosa deuda pública griega se debe ahora no a los bancos privados, sino a las autoridades públicas que gastaron el dinero de los contribuyentes del erario público de cada país para salvarlos del colapso.

 Y para colmo de desfachatez, ahora los gobiernos que ayudaron de una manera descarada a la banca, como fue el gobierno español, movilizan a la opinión popular para atacar al gobierno Syriza diciéndole que deben pagarles la deuda, la cual ha hecho mucho daño a Grecia, y cuyo rescate para salvar a los bancos también se ha hecho a costa de más y más recortes en los países cuyos gobiernos ayudaron a la banca privada. En Europa, hoy, el que no está indignado es porque no conoce lo que pasa en su entorno."         

(Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 25 de junio de 2015, en vnavarro.org, 25/06/2015)

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