20.11.15

“Los que creen que lo peor de la crisis ha pasado están viviendo una ensoñación”

"(...) las cicatrices que ha dejado la crisis en el tejido democrático europeo, que describe en Estos años bárbaros (Galaxia Gutemberg), su nuevo libro. (...)

El 70% se la población europea ha tenido muchas dificultades, pero más o menos ha sobrevivido a la crisis. Pero hay otro 30% que se ha quedado atrás. Se han convertido en parados estructurales que no van a encontrar trabajo nunca, o son jóvenes y entran ya en este sistema de precariado. Son factores que han cambiado el ADN de nuestra sociedad.

P. La tesis que sostiene en su libro contradice los argumentos de los distintos Gobiernos europeos que han estado en el poder estos años, que sostienen que la crisis ha acabado y entramos en recuperación. ¿Qué credibilidad tienen?

R. Muy poca. Cuando digo que nos hemos vuelto más desconfiados, hablo de eso. Y la gente está empezando también a decir: "La democracia está muy bien, pero no arregla mis problemas". (...)

P. Hay parte de la población en la que parece que está calando el discurso de la recuperación. ¿Hasta qué punto son conscientes los ciudadanos de estos cambios estructurales que ha provocado la crisis?

R. La pregunta es si el 70% que cree que lo peor ha pasado está viviendo una ensoñación. Yo creo que sí. La prueba es que los propios datos económicos indican que [la recuperación] es muy coyuntural, no sabemos si va a continuar. La economía mundial se está ralentizando en todas partes… En la Gran Depresión, llegó 1937, se creyó que aquello se había superado y de repente el mundo volvió a caer en un agujero enorme que solo se resolvió con la II Guerra Mundial. 

 P. Habla en su libro del crecimiento del precariado, que en algunos países europeos llega a ser un cuarto de la población. A la vez, habla de las tres patas de la ciudadanía que estableció Marshall: ciudadanía civil, ciudadanía política y ciudadanía económica. ¿Cómo afecta a la democracia que gran parte de la población carezca de este último pilar?

R. Mucho. En Europa y otros países del mundo teníamos ese dogma: no se puede ser ciudadano político si no tienes aseguradas ciertas condiciones de vida. Pero durante muchos años hemos tenido olvidada esta pata. (...)

Estas reformas laborales que se han hecho en Europa están creando una capa social, el precariado, que descohesiona.

P. ¿En qué sentido?

R. Cuando eres una persona precaria, no tienes lealtad al sistema, porque no percibes que sea justo contigo. Lo único que pretendes es sobrevivir. 

P. ¿Cómo se ha orquestado esto?

R. A través de lo que yo llamo los silencios sociales. No hablar de ciertos temas, ponerlos en segundo término y solo hablar del déficit. Por ejemplo: hasta que empezó la crisis, era bueno endeudarse. Los tipos de interés eran muy bajos, ibas a un banco, pedías dinero para comprar una vivienda y te daban para la vivienda, el coche, y las vacaciones. Tenías la sensación de que estabas progresando y de que no había problemas de redistribución, cuando los salarios en realidad crecían muy poco o no crecían. Otro ejemplo: en todos estos países se ha instaurado este tipo de reformas laborales. Se nos dice que no se puede redistribuir del capital al trabajo, porque las empresas se van. ¿Qué tipo de redistribución podemos hacer? Entre nosotros. Así, el que tiene un trabajo temporal cree que el que tiene uno fijo es un privilegiado. La gran trampa es que los verdaderos privilegiados siguen haciendo su vida.  (...)

P. En el libro expone que somos "más pobres, más desiguales, más precarios, menos protegidos, más desconfiados, menos demócratas", a lo que podría añadirse, como consecuencia, que estamos más desesperanzados. ¿Qué propuestas, qué plan puede salir de esa desesperanza?

R. La diferencia entre la Gran Depresión [1929-1939] y la Gran Recesión [2008-2015] es que de esta no salimos con una teoría general que nos indique cómo vamos a responder a los problemas a partir de ahora. Tenemos que ser conscientes de que, si no rectificamos, nuestros hijos van a vivir peor que nosotros. Cosa que no pasa, con todas las dificultades, en América Latina. Y necesitamos una idea de hacia dónde va el mundo y Europa.

 P. Una de las consecuencias que ha tenido la Gran Recesión es justamente la desconfianza hacia la idea europea. ¿Cree que puede recuperarse como referencia?

R. Eso espero. Si desapareciese esa pequeña utopía, no sabríamos a dónde mirar. Muchas veces pienso que nuestros políticos no son capaces hacer avanzar las ideas de la población. Están en el corto plazo. Pero la Unión Europea, desde el principio, si no avanza, retrocede. (...)

 P. Violencia y desigualdad social son, como señala, dos conceptos estrechamente unidos. ¿Cómo es posible que ante un crecimiento de la desigualdad como el que se ha vivido en España, no haya aumentado la violencia?

R. Porque ha funcionado la familia como mediadora de los conflictos. Pero si la crisis continúa, incluso eso va a ponerse en cuestión, porque también las familias están llegando al límite. En muchos hogares ha desaparecido el ahorro, viven en algunos casos de las pensiones de los mayores. Uno de los factores para cualquier tipo de análisis es el tiempo: ¿Cuánto más vamos a durar en estas condiciones?  (...)

P. ¿Qué espectro político va a beneficiarse de la desconfianza en la democracia de la que usted habla, la extrema derecha o los nuevos movimientos sociales?

R. Esa es la gran pregunta. Hay sectores tirando en distinta dirección. En Francia, por ejemplo, vemos un auge de la extrema derecha y, además, muchos de sus votantes no se identifican como de extrema derecha. En Grecia no sabemos qué ocurrirá con la decepción con Tsipras, que es brutal, teniendo en cuenta que Amanecer Dorado se ha convertido en un movimiento paramilitar. Es todo muy inestable y no sabemos qué porvenir tienen estos partidos."           (Entrevista a Joaquín Estefanía, Info Libre, 17/11/15)

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