"(...) La „guerra contra el terrorismo“ ha sido el invento propagandístico
más eficaz desde el fin de la guerra fría, dice el investigador alemán Imad Mustafá.
El miedo y la narrativa de la “guerra contra el terrorismo” sirven para
justificar medidas de seguridad y endurecimiento interno, acordes con
los desmontes socioeconómicos del Estado social que sostuvo el consenso
después de la Segunda Guerra Mundial en los principales países de Europa
Occidental.
De puertas afuera sirven para justificar las guerras
neocoloniales en Oriente Medio, que por sus recursos es una de las
regiones estratégicamente más importantes del mundo.
“Occidente es parte del terrorismo porque suministra armas y mantiene
guerras petroleras y gasísticas en Oriente Medio”, dice con su
acostumbrada claridad, Oskar Lafontaine.
“Hasta que los Obama, Merkel, Hollande y demás políticos occidentales
entiendan que las madres de Iraq, Afganistán, Siria, Yemen y de todas
partes donde la comunidad de valores occidental mantiene guerras, lloran junto a sus hijos igual que las madres en París, no se podrá luchar contra el terrorismo”. (...)
“Los criminales de guerra y terroristas Bush y Blair, siguen sin
comparecer ante el tribunal internacional de justicia. Sin embargo, la
ley antiterrorista alemana dice que hay que fichar como terroristas a
las “personas que emplean violencia de forma ilegal como medio para la consecución de intereses políticos o religiosos”.
Se comprenden los gritos de los firmes políticos europeos que
siembran el caos dentro y fuera de sus países: intentar comprender este
cuadro solo puede ser desestabilizador para ellos y lo que representan.
Por eso llaman a cerrar filas y a no pensar." (Rafael Poch, 22 enero, 2016)
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