"Admito que debería haber hecho más". Esta ha sido la
lacónica respuesta del cardenal George Pell, actual responsable de
finanzas del Vaticano, durante su comparecencia -la tercera en tres
días- ante la comisión del gobierno australiano para responder a las
acusaciones de encubrimiento de abusos sexuales a menores en la Iglesia
de aquel país.
Pell, que fue arzobispo de Sidney, admitió en su primera
testificación: "No estoy aquí para defender lo indefendible. La Iglesia
ha cometido enormes errores y trabaja para remediarlos".
Nada más salir del Hotel Quirinale de Roma, donde Pell testifica a
través de videoconferencia -alegó motivos de salud para no acudir al
país austral-, se encontró con casi una veintena de víctimas, que han
viajado hasta Italia para mirar a la cara al que fuera máximo
responsable de la Iglesia australiana durante la época en la que se
denunciaron los abusos.
Pell comparece en relación con decenas de casos
de pederastia ocurridos entre las décadas de 1960 y 1980 en las sureñas
ciudades de Ballarat, donde nació y trabajó de sacerdote, y Melbourne,
donde fue arzobispo.
Los representantes de las víctimas, visiblemente
indignados, subrayaron ante los medios apostados ante el hotel, que el
cardenal Pell "no puede seguir" teniendo cargos de responsabilidad en el
Vaticano. "El cardenal Pell es muy astuto y un hombre muy brillante.
¿Cómo puede decir que no sabía?", opinó Phil Nagle, una de las 15
víctimas y familiares que viajaron hasta Roma. Por su parte, David
Ridsdale, sobrino y que se declara víctima de Gerald Ridsdale, manifestó
que Pell "o es culpable o es un bufón ignorante".
El
grupo de Supervivientes de Ballarat, localidad en la que se produjeron
decenas de estos casos, asegura que la compensación económica ha sido
millonaria. "Pero no queremos dinero, sino apoyo para el resto de
nuestras vidas", sentencia el portavoz del colectivo, Andrew Collins,
también presente en Roma.
Collins sostiene que "el
Papa ha dicho muchas buenas palabras en contra de la pederastia, pero no
se han visto demasiados hechos". Para el cabeza visible de la
asociación, víctima también de abusos por parte de varios curas durante
su juventud, "no se trata de un caso contra el cardenal, sino contra la
cultura del silencio que ha mantenido la Iglesia". "Es una oportunidad
para caminar hacia delante y evitar que se repita, pero para eso tienen
que escucharnos y conocer lo que pasó", zanja.
Ante
esto, el Papa se encuentra con una difícil tesitura: o bien mantiene al
cardenal Pell en su puesto, pese a sus declaraciones reconociendo que se
encubrieron abusos, o bien defiende la tesis de "tolerancia cero", y no
permite que ningún obispo que haya admitido encubrimiento continúe en
su puesto." (Jesús Bastante , eldiario.es, 02/03/2016)
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