"(...) Los grandes grupos financieros, especialmente compañías de seguros,
suelen regar de forma muy generosa a todos los que abogan por abolir el
sistema actual de reparto y transformarlo en un sistema de
capitalización puro, en el que cada individuo gestione su ahorro, si es
que puede, y se lo entregue a esos magos de las finanzas que año a año
van erosionando, eso sí en silencio, nuestro ahorro, aunque nos
entreguen unas magníficas sartenes a finales de cada ejercicio. (...)
La gran paradoja es que cuando se habla del problema demográfico y se
ponen encima de la mesa las estimaciones actuariales del sistema
público, estas son utilizadas por los precursores de la desconexión de
lo público, para demostrar la inviabilidad del propio sistema público,
siempre bajo la trampa del ceteris paribus tan utilizado por
los economistas, también se oponen a implementar medidas correctoras.
Por ejemplo, en el caso de las prejubilaciones.
Las mayores empresas de
este país, como ahora se apresta raudo el sistema financiero en bloque,
son las que han lanzado, y van a lanzar a la inactividad a miles de
trabajadores, sin que nadie lo penalice. (...)
Estos procesos de prejubilación merman ingresos a las arcas públicas
y, en el pasado, suponían cargas adicionales para el erario público,
gracias a las puertas giratorias que permitían aprobar normas ad hoc
para muchas de estas multinacionales. (...)
Otro elemento que con frecuencia se esgrime es la baja natalidad que
tenemos en España. De nuevo, Francia es un ejemplo. ¿Cómo ha mantenido
Francia una tasa de natalidad mucho más alta que el resto de países
europeos?
Pues sencillamente con una mezcla de legislación positiva y
gasto público en fomentar el nacimiento de más hijos, obligando a las
empresas a permitir la conciliación personal y familiar. Este tipo de
políticas también permite la holgura financiera del sistema francés y la
posibilidad de jubilarse antes que sus homónimos europeos.
Por
supuesto, que la tendencia decreciente del empleo y los salarios
presionan al sistema y obligarán a implementar reformas puntuales, pero
en ningún caso tan drásticas como las que tendremos que acometer en
España. Este modelo de ayudas públicas, que permite controlar por
niveles de renta, es estigmatizado recurrentemente por los libertarios.
(...) si uno analiza las cuentas financieras y ve la capacidad de ahorro de la
mayoría de familias de este país, resulta insultante dicho argumento.
No hay que olvidar que, por ejemplo, 5,7 millones de personas en
España malviven con una cantidad equivalente al salario mínimo (algo
más de 9.000€ al año) y el salario modal (más frecuente) apenas supera
los 15.000€ año (eso sí datos algo retrasados), se puede hacer
una aproximación de la capacidad de ahorro que pueden tener las familias
españolas para su jubilación.
Además, con una volatilidad e
inestabilidad del empleo como la que tenemos y la propensión a la
prejubilación consentida, como la que tienen las grandes empresas en
España, la probabilidad de recibir una pensión privada digna es aún más
baja que en el sector público. (...)
Lamentablemente es un juego de conflicto puro lleno de apriorismos y
medias verdades, y por supuesto infinidad de contradicciones. Pero lo
más grave es que confunden a muchos ciudadanos sin mucha formación
financiera que entran en pánico cada vez que les dicen que el sistema
público está en quiebra, pero al mismo tiempo aplauden que le
prejubilen, le bajen el salario o despidan a su pareja porque se ha
quedado embarazada.
Y todo ello con el aplauso de los mismos que hablan
de los riesgos de la demografía, la baja natalidad y la insostenibilidad
de todo el sistema público de servicios que favorecen la equidad y la
solidaridad intergeneracional, por supuesto con las oportunas reformas
para mejorarlo." (Alejandro Inurrieta, Vox Populi, 10/04/16)
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