"La publicación de la EPA del primer trimestre ha vuelto a sacar a
relucir la munición de los resortes del poder para intentar insuflar
optimismo a las huestes tristes y derrotadas, es decir la población
española.
A falta de la valoración oficial convencional, por estar el
Gobierno en funciones, ya se han encargado los economistas de cámara de
vender el tradicional humo con las cifras de la EPA del primer
trimestre, normalmente negativo para el empleo en España.
Pero puestos a
vender recuperación y felicidad, estos licenciados y hasta doctores,
presuponen que el hecho de que se destruya menos empleo que en los
mismos trimestres de años anteriores, ya es una señal de que hemos
salido definitivamente de la recesión de balances en la que estamos,
alumbrando un nivel de paro de equilibrio entre el 15% y el 20%. (...9
Lo que sigue siendo una incógnita es casar las cifras de empleo EPA, la
Seguridad Social y el crecimiento del PIB, por lo que la variedad de
mensajes y diagnósticos se antojan cada vez menos creíbles y más
orientados a manipular la opinión de los incautos ciudadanos que
todavía tienen que creerse y asumir que este tipo de empleo y
condiciones laborales no son coyunturales, sino estructurales. (...)
Lo que sigue sin decirse claramente a la población es que hay un
porcentaje cada vez más grande de la población que nunca volverán a ser
contratados, es decir serán desempleados crónicos e inactivos. Es decir,
si sumamos parados, inactivos y pensionistas, tenemos una cifra
escalofriante de 28 millones de personas fuera del sistema productivo,
en un contexto de envejecimiento acelerado y pérdida de población
progresiva.
Esta contingencia afecta de forma grave al crecimiento potencial,
si es que esa entelequia matemática existe, pero nadie le presta
atención, salvo los demógrafos que no son bienvenidos a los programas de
máxima audiencia los sábados por la noche. (...)
La tasa de actividad está estancada por debajo del 60%, con continua
pérdida de activos, 78.000 en el último año, y eso que la medición de
esta variable es digna de una película cómica.
No hay un registro
riguroso de las personas que abandonan España para trabajar fuera, y así
en las discusiones bizantinas del Parlamento, cada grupo político lanza
unas cifras diferentes, demostrando la escasa calidad y transparencia
de muchas de nuestras fuentes estadísticas, que lamentablemente luego se
utilizan para gobernar, y así nos va.
Si la actividad desciende, y es
una variable procíclica o lo era, es una señal de que la población no
percibe que es buen momento para ser contratado, pero, aun así, se sigue afirmando que estamos en la senda de la recuperación del empleo.
Este trimestre, además, el empleo ha descendido porque una parte
sustancial del empleo basura creado en Semana Santa, como todos los
años, se destruye antes incluso que se publiquen las cifras oficiales.
Con ello, el desempleo también se elevó y la tasa de paro volvió al 21%,
cifra compatible con el máximo crecimiento de un país en la UE, un 3,3%
según el PIB adelantado del primer trimestre.
Con todas las cautelas,
lo que sí parece desprenderse de este batiburrillo de estadísticas es
que la productividad aparente del factor trabajo no crece en exceso,
incluso decrecería, lo que sin duda es una gran noticia para aquellos
que veneran la política económica de este Gobierno y los anteriores, ya
que no hay ninguna diferencia. (...)
Lo más importante de todo esto es que este modelo laboral no se debe a
la crisis, es consustancial con un ideario económico, que, junto al
endeudamiento, somete a los trabajadores a una situación de estrés
traumático que les imposibilita protestar, gritar o reivindicar sus
derechos, bajo el síndrome de: “mejor trabajar una hora que nada”. (...)
En suma, España seguirá con una tasa de paro de equilibrio entre el
15-20%, con un estancamiento secular y un abandono permanente de todos
aquellos que no puedan o quieran ser emprendedores frustrados y que
caigan en el desempleo crónico.
De momento, 1,6 millones de hogares no tienen ningún miembro ocupado,
lo cual debería ser objeto de debate social. A cambio de este drama,
siempre sale el latiguillo: estos hogares hacen chapuzas y así
sobreviven, y si no, viven del pensionista. Este modelo de economía
informal, pobreza vergonzante y estadísticas falseadas y de mala calidad
es lo que alimenta el mal llamado populismo, pero no solo aquí. (...)
En España, tenemos una corte de economistas y medios de comunicación que
claman que este trimestre ha sido el mejor desde 2009 y les publican
sus análisis. Pero la crisis de los medios convencionales daría para una
tesis doctoral." (Alejandro Inurrieta, 01/05/16)
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