24.6.16

UE: especie amenazada. Los supuestos bajo los cuales ha venido funcionando el proceso de integración europeo han dejado de aplicarse... así que pa qué

"La Unión Europea está viviendo un momento 1914: avanza como un sonámbulo hacia el abismo pero, por una mezcla de arrogancia e incompetencia igual a la de aquel entonces, se muestra convencida de que al final todo saldrá bien.

 Como en aquel fatídico año, los europeos parecen no darse cuenta de que los supuestos bajo los cuales ha venido funcionando el orden del que se ha nutrido el proceso de integración europeo, han dejado de aplicarse, poniendo su existencia en peligro.

En el exterior, el orden internacional sobre el que se ha sustentado el proyecto europeo durante las seis décadas transcurridas desde su puesta en marcha, ha cambiado tan radical y profundamente que ha convertido a la Unión Europea en un ente obsoleto e incapaz de valerse por sí mismo. 

Criada bajo el paraguas de seguridad estadounidense, a la UE no se le da bien la geopolítica, ni a escala global ni a escala regional, pues desconoce el lenguaje de poder (estatal y militar) que domina las relaciones internacionales en este siglo XXI marcado por el auge de China y la resurgencia de Rusia.

Al tiempo, tampoco es capaz de convertir su riqueza y capacidad económica en influencia en el tablero desde el que se gobierna la economía mundial. Unos utilizan el dólar, otros sus inversiones, los de más allá el petróleo, incluso los flujos migratorios para sumar o torcer voluntades. Pero la UE no es capaz de movilizar ni el euro ni su mercado interior para proyectar ni sus valores ni sus intereses.

Si Europa quiere sobrevivir políticamente necesita una periferia en paz y una globalización compatible con sus principios y valores. Pero en lugar de crear un anillo de prosperidad y seguridad en su entorno, está presionada por un inmenso arco de inestabilidad que se extiende desde el Ártico hasta Magreb, y que en ausencia de políticas de seguridad interior y exterior comunes, termina permeando sus fronteras y desequilibrando el propio proyecto europeo.

En el interior, las tensiones generadas por los fallos de diseño del euro y la insuficiente y dividida respuesta a la hora de afrontar con eficacia y rapidez una crisis financiera como la que se desencadenó en 2008, ha creado una crisis de legitimidad de muy difícil superación. 

En ausencia de una identidad común y de una democracia vibrante, la UE solo puede legitimarse por los resultados económicos, que no solo no llegan, sino que parten a los europeos en dos bloques antagónicos. A la divergencia económica entre norte y sur, centro y periferia, acreedores y deudores, se añade así una mala sangre política en la que los reproches morales acompañan a la percepción de que la integración europea se ha convertido en un juego de suma cero donde todos piensan que están siendo explotados por otros.

No es de extrañar que en una Europa que no crece, no crea empleo y que enfrenta a unos socios con otros en torno a unas políticas de austeridad que unos perciben como abusivas y otros como de todo punto insuficientes, se produzca un auge de fuerzas anti-europeas.  (...)

Es necesario refundar Europa sobre un nuevo pacto que incluya la economía y la seguridad, dentro y fuera de Europa. Porque en ausencia de una salida europea, habrá una salida nacional. (...)"            (José Ignacio Torreblanca, El País, 20/06/16)

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