"(...) Los productos financieros derivados constituyen la componente mayoritaria decisiva de la trama especulativa global, solo cinco bancos de los Estados Unidos más el Deutsche Bank han acumulado esos frágiles activos por unos 320 billones (millones de millones) de dólares2 equivalentes a aproximadamente 4,2 veces el Producto Bruto Mundial (año 2015), eso representa el 65 % de la totalidad de productos financieros derivados del planeta registrados en diciembre de 2015 por el Banco de Basilea.
Esa hiper-concentración financiera debería ser una señal de
alarma y el panorama se agrava cuando constatamos que dicha masa
financiera se está desinflando de manera irresistible: en diciembre de
2013 los derivados globales llegaban a unos 710 billones de dólares,
apenas dos años después, en diciembre de 2015 el Banco de Basilea
registraba 490 billones de dólares… en solo 24 meses se evaporaron 220 billones de dólares, cifra equivalente a unas 2,8 veces el Producto Bruto Global de 2015.
No
se trató de un accidente sino del resultado de la interacción perversa,
a nivel mundial, entre la especulación financiera y la llamada economía real. (...)
La primera etapa de interacción expansiva anunciaba la segunda de
interacción negativa, de enfriamiento mutuo actualmente en curso la que a
su vez anuncia la tercera de enfriamiento financiero marchando hacia el
colapso y de crecimientos anémicos, estancamientos y recesiones suaves
de la economía real acercándose hacia la depresión prolongada, todo ello
como parte del probable desinfle entrópico del conjunto del sistema.
La financierización integral de la economía hace que su contracción
comprima, reduzca el espacio de desarrollo de la economía real. El peso
de las deudas públicas y privadas, la creciente volatilidad de los
mercados sometidos al canibalismo especulativo, grandes bancos en la
cuerda floja y otros factores negativos ahogan a la estructura
productiva.
(...) un hecho político como la decisión del electorado de
Gran Bretaña de salir de la Unión Europea pudo haber sido el detonador
tal como lo anticipaba George Soros que esperaba un “Viernes negro”
seguido por una reacción en cadena de turbulencias fuera de control si
el jueves 23 de Junio triunfaba el Brexit3, el desastre no se produjo pero pudo haber ocurrido... aunque el sacudón fue bastante fuerte4.
Podría
ser una ola de protestas sociales en Europa más extendida y
radicalizada que la ocurrida recientemente en Francia o el derrumbe del
Deutsche Bank que acumula papeles volátiles por unos 70 billones de
dólares casi equivalentes al Producto Bruto Mundial5.
También la economía italiana ofrece su cuota de riesgos, afectada por la degradación acelerada de los bancos acorralados por los impagos de sus deudores que sumaban en marzo de 2016 unos 200 mil millones de euros (equivalentes al 12 % del Producto Bruto italiano)6
Y por supuesto Japón aparece como un importante candidato al derrumbe con una deuda pública de 9 billones de dólares que representa el 220 % de su Producto Bruto Interno, no ha conseguido salir de la deflación y sus exportaciones pierden competitividad7.
También la economía italiana ofrece su cuota de riesgos, afectada por la degradación acelerada de los bancos acorralados por los impagos de sus deudores que sumaban en marzo de 2016 unos 200 mil millones de euros (equivalentes al 12 % del Producto Bruto italiano)6
Y por supuesto Japón aparece como un importante candidato al derrumbe con una deuda pública de 9 billones de dólares que representa el 220 % de su Producto Bruto Interno, no ha conseguido salir de la deflación y sus exportaciones pierden competitividad7.
Los
Estados Unidos centro de la economía global (sobre todo de su
hipertrofia financiera) es naturalmente el motor potencial de futuras
tormentas globales. Allí se han ido acumulando en los últimos meses las
señales recesivas: desde la persistente tendencia a la baja en la
producción industrial desde fines de 20148,
hasta el ascenso continuo de deudas industriales y comerciales impagas
(que ya han alcanzado el nivel de fines de 2008 – aumentaron casi un 140
% entre el último trimestre de 2014 y el primer trimestre de 2016)9,
pasando por la caída del conjunto de ventas (mayoristas, minoristas e
industriales) al mercado interno desde el último cuatrimestre de 201410 y de las exportaciones desde noviembre del mismo año11. (...)
Para un creciente número de expertos, sobre todo los
especialistas en temas financieros el interrogante decisivo no es si la
crisis se va a producir o no sino cuando va a ocurrir. Para algunos
podría tomar la forma de un estallido financiero al estilo de lo
ocurrido en 2008 o en anteriores eventos de ese tipo, para otros lo que
está por llegar es una gran implosión del sistema.
Caben
dos hipótesis extremas, la primera de ellas es que la acumulación de
deterioros debería generar tarde o temprano un salto cualitativo
devastador, la historia del capitalismo está marcada por una sucesión de
crisis de distinta magnitud, mirando al pasado sería razonable suponer
un desenlace bajo la forma de hiper crisis.
La
segunda hipótesis es que la pérdida de dinamismo del sistema no es un
fenómeno pasajero sino una tendencia pesada que obliga a superar la idea
de gran turbulencia repentina, de tsunami arrasador e introducir el
concepto de “decadencia”, de envejecimiento prolongado, de degradación
civilizacional, lo que no excluye las crisis sino que las incorpora a un
recorrido descendente donde el sistema se va apagando, desarticulando,
caotizando, perdiendo vitalidad, racionalidad.
Larry
Summers, ex Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, relanzó
recientemente con gran repercusión mediática la teoría del “estancamiento secular”
según la cual las grandes potencias tradicionales están ingresando en
una era de estancamiento productivo prolongado arrastrando al conjunto
del sistema global15, recuperaba de ese modo las ideas de Alvin Hansen expuestas en plena crisis de los años 1930. (...)
Ahora las señales de alarma se multiplican, desde desajustes financieros
graves hasta perturbaciones geopolíticas cargadas de guerras y
desestabilizaciones, desde crisis institucionales hasta declinaciones
económicas. Los comentaristas occidentales se maravillaban en los años
1990 ante el espectáculo de la implosión de la URSS, es probable que
dentro de no mucho tiempo empiecen a horrorizarse ante desastres mucho
mayores centrados en Occidente." (Jorge Beinstein
, Alainet, 07/07/2016)
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