"En España ha habido 600.000 ejecuciones hipotecarias. Las víctimas deben
aprender a vivir al margen del circuito financiero y sin poder
contratar suministros básicos como teléfono, Internet o electricidad.
“No tengo cuenta bancaria, porque me la embargarían. Eso significa que
tampoco puedo contratar ningún servicio para el que se exija
domiciliación bancaria, como teléfono fijo, Internet, seguros o
suministros de electricidad, gas y agua, y las empresas de telefonía
móvil tampoco me quieren hacer un contrato. Por supuesto, mi situación
me impide alquilar una vivienda, y me cuesta mucho comprar vuelos o
alquilar un coche, porque se suelen pedir tarjetas de crédito o débito”.
Con estas palabras comienza el testimonio de una persona que figura en
la 'lista negra' de morosos bancarios. Accede a hablar con CTXT a cambio
de que no desvelemos su nombre, “por si acaso: llevo mucho tiempo
alejado de los bancos y no quiero darles pistas para que me encuentren” (...)
Pocos años después, llegaría el crash financiero de 2008, la
escalada de las cifras de desempleo, el estallido de la burbuja
inmobiliaria y el repentino y brusco hundimiento de todo lo que se
suponía que nunca iba a bajar, empezando por el precio de la vivienda. (...)
Fue exactamente el caso de Gustavo y su pareja: ambos se
quedaron sin trabajo mientras el Euribor subía y los plazos de la
hipoteca no daban tregua.
“Aquello dinamitó nuestra convivencia: el
miedo, la angustia por no poder pagar, el peso de la deuda, la
preocupación por la niña... La relación se rompió y yo me acabé yendo a
vivir a casa de un amigo”, relata Gustavo, quien durante algún tiempo
siguió ingresando a su expareja su parte de las mensualidades de la
hipoteca.
“Hasta que un día fui a preguntar al banco y descubrí que ella
llevaba meses sin pagar, por lo que ya se había iniciado un proceso de
desahucio. Ahí pensé que había tocado fondo, que lo había perdido todo.
No me imaginaba que lo peor estaba por llegar”.
Como muchas otras familias que compraron una vivienda en
los años de la burbuja pensando que el peor escenario posible era el
desahucio, Gustavo experimentó en sus propias carnes lo que es estar en
la 'lista negra' de los bancos.
“Al principio, me llamaban a todas horas
con tono amenazante para exigirme que pagara y, de la noche a la
mañana, me vi excluido de los servicios bancarios, lo cual, en un mundo
como el nuestro en el que casi todo pasa por un banco, equivale casi a
estar fuera de la sociedad”.
Según explica José María Domínguez, activista de la Plataforma de
Afectados por la Hipoteca (PAH) que asegura atender cada semana a 3 o 4
personas en esta situación, “ser moroso supone acarrear un estigma ante
la sociedad: muchas personas se culpabilizan, pierden amigos, quedan
desplazadas de la sociedad”.
Gustavo explica que la combinación de la
ruptura sentimental, la separación de una niña que había sido como una
hija para él, la pérdida de su trabajo y el peso de la deuda sobre sus
espaldas le provocó una profundísima depresión de la que tardó años en
salir.
“Me sentía muy culpable, porque la madre de mi expareja, una
mujer muy buena y analfabeta, había puesto como aval de nuestra hipoteca
su propia casa, y aún me destroza pensar que seguramente la perdió”, se
lamenta.
“Te sientes como un delincuente con todas las llamadas que te
hacen, las cartas del juzgado... Nadie tiene en cuenta el drama que hay
detrás: la niña que se ha quedado sin hogar, la abuela que ha perdido la
casa, las vidas truncadas por haber tomado una mala decisión en el peor
momento”, enfatiza Gustavo, quien cuenta que en varias ocasiones ha
estado “muy cerca del suicidio”.
¿Qué 'lista negra'?
Conviene aclarar qué es eso de la 'lista negra' de los
bancos. O mejor dicho, las listas negras, porque hay varias, con nombres
como Cirbe, ASNEF y RAI, y fundamentalmente son listas de morosos
elaboradas por diferentes empresas y organismos, ninguno de los cuales
ha querido responder a las preguntas de CTXT.(...)
Pero, ¿cuáles son exactamente las consecuencias de figurar
en uno de estos registros? Desde la Asociación para la Defensa de los
Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (Adicae), aclaran que “el hecho de
figurar en una lista de morosos no implica directamente la imposibilidad
de contratar servicios o productos con terceras empresas: depende de
que se crucen los datos.
El problema es que la mayoría de entidades
financieras y de prestación de servicios básicos de consumo tiene acceso
a estas listas y, si detectan que un futuro cliente está registrado,
deniegan el contrato”.
Según cuenta José María Domínguez, “no es que estar en la
'lista negra' te impida tener una cuenta en un banco, sino que, si así
lo determina un juez, todas tus cuentas quedan embargadas, por lo que
todo el dinero que metas te lo quitan automáticamente.
Por eso
recomendamos a los afectados que cobran una pensión o alguna prestación
que saquen el dinero un minuto después de haber cobrado cada
mensualidad, anticipándose al embargo”, explica. Otra de las
recomendaciones que Domínguez suele hacer a las personas en esta
situación que llaman a la PAH para pedir consejo es que “un familiar o
amigo abra una cuenta y autorice al moroso a operar con ella. Hecha la
ley, hecha la trampa”, resume. (...)
“Salir de un registro de crédito es complicado y, con frecuencia,
requiere un asesoramiento profesional” y por tanto de pago, advierte
Santiago Carbó, quien cree que “estos registros no deben ser una losa:
si el historial ha cambiado, debería reflejarse y garantizar una salida
rápida”.
Según explica Adicae, “hacer desaparecer cualquier rastro de
ficheros de morosos es una tarea difícil”, ya que, para ello, “es
necesario abonar el pago y enviar el resguardo, por burofax
principalmente, al gestor del fichero o bien ponerse en contacto con la
empresa con la que se han saldado las deudas y que sea ésta la que,
igual que dio la orden de inscribir al usuario, dé la orden de ser
borrado”. (...)
Gustavo, que fue desahuciado hace siete años, no se inmuta cuando le
hacemos ver que probablemente ya no esté en la lista de morosos. “Ya me
he acostumbrado a vivir así y no quiero saber nada de los bancos”,
asegura. Reconoce, en este sentido, que tiene “mucha suerte”, ya que
cuenta con el apoyo de su familia.
Vive en casa de unos tíos, que además
le dan trabajo en su empresa familiar como transportista, cobrando en
negro. “Sinceramente, me da lo mismo si estoy o no en la lista negra. He
aprendido a vivir con poco y a preocuparme solo por el presente. No
necesito una cuenta bancaria para nada”, remacha. (...)
¿Cuántos desahuciados hay en la 'lista negra'?
(...) Así las cosas, lo más que podemos hacer es aproximarnos a la cifra de
familias desahuciadas. Según datos del Consejo General del Poder
Judicial (CGPJ), desde el principio de la crisis se han registrado en
España en torno a 600.000 ejecuciones hipotecarias, lo cual no significa
que esa sea exactamente la cifra de familias expulsadas de sus hogares. (...)
Existe una estadística algo más afinada que, aunque tiene el
inconveniente de estar algo desfasada, sirve para hacerse una idea de la
magnitud del fenómeno. La publicó el Banco de España el año pasado y
señala que entre 2012 y junio de 2014 se produjeron 97.577 ejecuciones
hipotecarias de inmuebles utilizados como residencia habitual.
Asimismo,
revela que el número de entregas de viviendas habituales en relación
con el número de hipotecas fue del 0,6 % en 2014. De ellas, un 45,2 % se
resolvió con la dación en pago, una cifra sorprendente si tenemos en
cuenta que el 87,6 % de las hipotecas que dieron lugar a entregas
judiciales de viviendas ocupadas se originó en 2007 o antes, es decir,
con anterioridad al estallido de la burbuja inmobiliaria y la recesión
económica. (...)
La cláusula culpable de los desahucios
(...) denuncia “una cláusula presente en todas las hipotecas y que es la que precipita la ejecución hipotecaria y a su vez el desahucio: se trata de la cláusula de vencimiento anticipado, por la cual el banco puede dar por concluido el contrato en caso de tres impagos” e iniciar el proceso de lanzamiento.
Según indica la entidad, “el voto particular emitido por
el magistrado del Tribunal Supremo Francisco Javier Orduña en una
reciente sentencia del Tribunal Supremo ha abierto la puerta a anular
esta cláusula y acabar con los desahucios en España. El Supremo dijo que
esa cláusula es nula pero no anulaba sus efectos, contradiciendo la
normativa europea”, denuncia. (...)
En la 'lista negra' por cambiar de compañía de teléfono o pedir un microcrédito
Un usuario que vive de alquiler tiene contratado el
teléfono con una empresa de telefonía. Al cambiar de casa, llama a la
compañía para dar de baja el servicio, pero la empresa no tramita bien
la baja y genera una deuda sin que el consumidor lo sepa. Años después,
cuando el consumidor decide contratar una hipoteca, el banco se la
deniega porque ha encontrado una deuda pendiente.
Según Adicae, este es
“un ejemplo real y cotidiano” y una de las principales puertas de
entrada a los registros de morosos. La entidad indica que “en la gran
mayoría de los casos se entra en estas listas por impago de servicios de
suministro (telefonía, energía…)”, además de por impago hipotecario.
“Los cambios de operadores, permanencias no cumplidas o facturación
excesiva en servicios tan básicos como la luz, el agua o la telefonía
centran la mayoría de los casos inscritos en este tipo de bancos de
datos”, asegura la entidad.
Una vez que se está en la lista, el usuario verá
rechazadas sus solicitudes de crédito o contratación en la mayor parte
de las entidades financieras y de prestación de servicios básicos, “a
pesar de que a veces las deudas son injustificadas o incluso se han
generado por culpa de la empresa que inscribió al usuario en una lista
de morosos”.
Y conseguir salir de la lista es “especialmente difícil si
no se está de acuerdo con la deuda”, señala Adicae. “En el caso de que
un consumidor no pague la deuda que le exigen porque cree que no le
corresponde debe presentar una reclamación ante la empresa alegando que
no está de acuerdo y reclamar ante una asociación de consumidores o una
oficina de consumo”, y esperar.
Microcréditos de usura
Por otro lado, Adicae alerta de que “cada vez más
consumidores recurren a créditos rápidos, una fuente habitual de entrada
en las listas de morosos y de empresas de recobro, a las que las
entidades de crédito revenden las deudas”.
Las empresas que conceden
créditos rápidos y microcréditos “imponen intereses de usura” que, en
caso de impago, pueden generar una deuda mucho más alta que la cantidad
del crédito, hasta el punto de “pedir 300 euros para cubrir una
necesidad y acabar con una deuda de más de 3.000 euros que puede llevar a
perder bienes como la casa”, asegura la entidad. (...)
(...) la paradoja de que muchas de las empresas que ofrecen créditos rápidos
utilizan como reclamos publicitarios eslóganes donde afirman no tener en
cuenta los registros de morosos, para así atraer a las personas a las
que la banca ha denegado un crédito al consumo tras comprobar que está
incluido en una lista de morosos”." (Bernat garau, CTXT, 15/06/16)
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