"Las empresas pagan menos que antes: la recaudación por el
impuesto de sociedades (IS) hasta agosto fue un 31,8% (o un 23,5%, según
se calcule) menor a la de igual período de 2015, según datos de la
Intervención General del Estado de anteayer. Eso se debe a los regalos
fiscales electoralistas del Gobierno.
Y
además contribuyen cada vez menos en relación con el tamaño de la
economía, según la Autoridad Fiscal: el 1,5% del PIB en 2011 —16.000
millones—, frente al 4,1% —44.000 millones— en 2007 (EL PAIS, 11/8/2016). Por culpa de la crisis y de la elusión fiscal.
Y su aportación decae en relación con los beneficios
obtenidos: la brecha entre aquélla y estos se amplió de 48 a 126 puntos
entre 2007 y 2015. Eso se debe a que crecen los beneficios del exterior y
a los créditos fiscales para compensar las pérdidas de los años de
crisis.
Más polémico. No todas las empresas pagan según el mismo
rasero. Los grandes grupos abonaron en 2014 un tipo efectivo del 6,9%,
tras descontar del tipo real del 19,2% los créditos fiscales y los
flujos fiscales del exterior (Agencia Tributaria, 30/6/2016). Un 6,9% es
poco, cerca de la mitad del mísero tipo nominal del IS en la Irlanda evasora. Es menos de la cuarta parte del tipo nominal vigente en España en 2014, el 30%; y un tercio del tipo efectivo medio, un 21,3%.
Repitan: la gran empresa paga en España entre un 25% y un
33% de los impuestos que aporta la pequeña y mediana. Es una
discriminación fiscal, un atentado a la neutralidad de la ley y un
insulto a la libre competencia en condiciones de igualdad. Ergo, a la
competitividad del grueso de las empresas españolas.
Todo se debe, como nunca se insiste lo bastante, al carácter
de queso gruyère del Impuesto de Sociedades: una pléyade de exenciones y
deducciones lo desnaturalizan.
Suceden cosas parecidas en toda la UE. (...)" (Xavier vidal-Folch, El País, 29/09/16)
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