"(...) ¿Acertó su contemporáneo Ralf Dahrendorf cuando previó un siglo
XXI autoritario? ¿Se puede, de hecho se debe, hablar de un cambio de
época? (...)
El nuevo desorden mundial, la impotencia de los EE.UU. y Europa con respecto al crecimiento de los conflictos internacionales, es profundamente inquietante y las catástrofes humanitarias en Siria o Sudán del Sur nos conmocionan, así como los actos de terrorismo islamista.
Sin embargo, no puedo reconocer en la constelación que usted
indica una tendencia uniforme hacia un nuevo autoritarismo, sino, más
bien, una variedad de causas estructurales y muchas coincidencias. Lo
que les une es el teclado del nacionalismo, que ha comenzado también a
ser utilizado en Occidente. Incluso antes de Putin y Erdogan, Rusia y
Turquía no eran "democracias impolutas". (...)
Lo que sí veo, por lo tanto, como algo problemático, no es el modelo
de una Internacional autoritaria que se plantea como hipótesis, sino la
ruptura de la estabilidad política en nuestros países occidentales en su
conjunto. Cualquier valoración de la retirada de los EE.UU. de su papel
como potencia mundial siempre dispuesto a intervenir para restablecer
el orden, tiene que tener en cuenta el fondo estructural, que afecta a
Europa de una manera similar.
La globalización económica que
Washington introdujo en la década de 1970 con su agenda neoliberal ha
traído consigo, medido a nivel mundial en relación con China y los demás
países emergentes BRIC, una disminución relativa de Occidente. Nuestras
sociedades deben trabajar en cada país la conciencia de esta decadencia
global junto con el crecimiento explosivo inducido por la tecnología de
la complejidad de la vida cotidiana.
Las reacciones nacionalistas están
ganando terreno en los ambientes sociales que nunca o inadecuadamente
se han beneficiado de las ganancias de la prosperidad de las grandes
economías, porque el prometido siempre "efecto goteo" no se materializó
durante décadas. (...)
Algunos sectores de la izquierda ya están defendiendo reaccionar frente al populismo de derechas con una versión de izquierdas.
Antes
de reaccionar de forma puramente táctica, hay que resolver el
rompecabezas de cómo el populismo de derechas se apropió de los temas de
la izquierda. (...)
Este estado de ánimo abraza el asombroso cambio de política social y
económica que una de las participantes, Theresa May, anunció en la
última conferencia del Partido Conservador y que causó olas de ira, como
esperaba, en los medios de comunicación pro-empresarial.
Obviamente, la
primera ministra británica había estudiado a fondo las razones sociales
para el Brexit; en cualquier caso, está tratando de robarle el viento a
las velas de populismo de derecha cambiando la anterior línea del
partido y vendiendo un "Estado fuerte" intervencionista con el fin de
combatir la marginación de los sectores "abandonados" de la población y
el aumento de las divisiones en la sociedad.
Teniendo en cuenta este
irónico cambio de la agenda política, la izquierda en Europa tiene que
preguntarse por qué el populismo de derechas está teniendo éxito a la
hora de ganarse a los oprimidos y desfavorecidos para el falso camino
del aislamiento nacional.
¿Cual debe ser la respuesta de izquierdas al desafío de la derecha?
La
cuestión es por qué los partidos de izquierda no se lanzan a la
ofensiva contra la desigualdad social domesticando de manera coordinada y
transfronteriza los mercados no regulados. Como una alternativa
razonable - tanto frente al status quo del capitalismo financiero
salvaje como a la agenda de un "völkisch" o retroceso nacionalista de
izquierda a la supuesta soberanía de las que se ha desprovisto hace
mucho a las naciones - yo sugeriría que sólo hay una forma supranacional
de cooperación que persigue el objetivo de dar forma a una
reconfiguración política socialmente aceptable de la globalización
económica. (...)
Eso deja sólo el camino pedregoso de una profundización institucional y
la incrustación de una cooperación democráticamente legitimada a través
de las fronteras nacionales. La Unión Europea fue una vez un proyecto de
este tipo - y la unión política de la zona euro aún podría serlo. Pero
los obstáculos en el proceso de toma de decisiones interno son muchos
para eso. (...)
Mientras tanto, este precio - la “sangría” económica y socio-cultural
de sectores cada vez mayores de la población - ha aumentado claramente
tanto que la reacción contra ello se ha ido a la derecha. Y ¿a dónde
podía ir? Si no hay una perspectiva creíble y proactiva, la protesta
simplemente se refugia en formas gestuales e irracionales. (...)
¿Está Europa alerta de esta revuelta de derechas o los logros republicanos están siendo erosionandos de forma irreversible?
Mi
balance es que los políticos han manejado mal el populismo de derechas
desde el principio. El error de los partidos establecidos ha sido
aceptar el terreno de enfrentamiento definido por el populismo de
derechas: "Nosotros" contra el sistema.
Aquí casi no importa un ápice si
este error toma la forma de una asimilación o de una confrontación con
la "derecha". Basta mirar al estridente aspirante a presidente francés,
Nicolas Sarkozy, que está superando la oferta de Marine Le Pen con sus
propuestas (...)" (Jürgen Habermas
, Sin Permiso, 20/11/2016)
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