"(...) es importante no decir eso de “imprimir dinero”, porque el dinero no se
imprime apenas. El 97% de las promesas de pago toman la forma de una
tarjeta de crédito o de débito. Se trata de dinero bancario, intangible.
El sistema debe estar bien gestionado. En España, por ejemplo, no se
invierte, no se crea empleo, no se innova… no se hacen muchas de las
cosas que se tendrían que estar haciendo para luchar contra el cambio
climático. Y nos dicen que es porque “no hay dinero”. Eso es ridículo.
La idea de la escasez nos obliga a pensar que existe una determinada
cantidad de dinero gestionada por alguien, un grupo de hombres que no
nos da dinero porque hemos sido traviesos, como si fuéramos niños: eso
es economía primitiva. Los bancos centrales no imprimen nada más que una
mínima proporción del dinero que se utiliza. (...)
Esa idea monetarista de que es el banco central el que imprime el dinero
es una mentira terrible. ¿Sabes quién “imprime” dinero? Tú y yo. Cada
vez que pedimos un préstamo, ayudamos a crear dinero. El banco tiene
poder sobre mí, por supuesto: puede evaluarme y no concederme un
préstamo, pero yo también puedo renunciar a pedirlo y el dinero no se
creará.
Todos somos creadores de dinero. Por eso, si la economía está
mal y no tenemos confianza en ella, si no invertimos, entonces la oferta
de dinero se contrae; por el contrario, cuando nos sentimos seguros
sobre la economía o sobre nuestros políticos, como en 2007, entonces
pedimos mucho dinero prestado y la oferta monetaria crece.
Y esto es
algo que muchos economistas no quieren entender. Pero hay más: el
gobierno es también un prestatario que, al pedir dinero prestado,
aumenta la oferta monetaria. De hecho, la tragedia de la “austeridad” es
que ahora nos falta confianza, no pedimos prestado ni invertimos,
muchos no trabajan, la oferta de dinero se contrae y, encima, el
gobierno intenta deprimir aún más la economía.
La combinación de la
desconfianza y la austeridad gubernamental es la que provoca la
devastación que supone la tasa de desempleo juvenil en España. Es una
tragedia que, además, nos ha sido impuesta por los gobiernos, por el Banco Central Europeo y por la élite europea. (...)
El QE (la expansión cuantitativa) ha permitido a los ricos pedir más
dinero prestado para comprar activos como terrenos, pisos en Londres,
obras de arte, etc. Solo los ricos pueden pagar estas cosas. Compran un picasso
por 300.000 euros, lo ponen en una galería acorazada en Dubai y se
compran otro por 600.000, manteniendo el primero como colateral.
Entretanto, hay mucha gente parada debido a la austeridad y esto explica
el enorme incremento de las desigualdades. (...)
Entonces no hay efecto “trickle down” (goteo de riqueza hacia las clases populares), para variar…
En absoluto. Mario Draghi ha ayudado a los bancos a incrementar sus
préstamos y sus activos, pero no ha hecho que estos bancos presten en la
economía nacional. Por ejemplo, los bancos españoles no están prestando
en España sino en el resto del mundo.
No prestan a la economía real
porque no ven rentabilidad y, además, no tienen confianza debido a las
políticas de austeridad. Yo tampoco prestaría en una economía tan débil:
como banquera, estaría asustada.
Y además, los bancos no están limpios
del todo: mantienen muchas deudas. Para colmo y, a pesar de que son los
contribuyentes los que los rescataron, los bancos están apostando –como
los jóvenes del pueblo del ejemplo– y especulando con el dinero. Y esto
no lo ha podido arreglar el Banco Central Europeo: aquí tiene que
entrar la política fiscal.
Hablando de la eurozona, la pregunta del millón para España,
que aún no nos atrevemos a hacer en voz alta, es si nos iría mejor fuera
del euro. ¿Qué opina sobre este tabú?
Hay un fuerte sentimiento en Europa de unión y de paz, principalmente
por el sufrimiento padecido durante las dos guerras. Nadie quiere que
eso se repita.
Pero ahora Alemania domina la Unión Europea. Existe una
separación entre el poder monetario y el fiscal que no sucede en el
Reino Unido, donde el Banco de Inglaterra apoya al gobierno, manteniendo
los tipos de interés al mínimo.
Pero es que encima, dirigentes como el presidente del
Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, demuestran con sus afirmaciones
xenófobas que la arquitectura institucional de la zona euro no va a
cambiar en absoluto…
Aquí se ve la ideología dominante en toda su plenitud: es obsceno
considerar que naciones enteras estén formadas por perdedores y por
mujeriegos. Soy una gran seguidora de la obra del economista John Law.
Este, en 1704, se quejaba de que a los escoceses se les considerara
perezosos y bebedores; Law replicaba afirmando que esto se debía en
realidad al mal funcionamiento del sistema monetario. Law, antes que
Adam Smith, entendió el sistema monetario y descubrió que era este el
que hacía menos productivos a los escoceses. Desgraciadamente,
trescientos años después esta ideología sigue viva.
¿Cree, entonces, que España podría organizarse mejor con una moneda propia?
Yo no abogo por una salida del euro, porque esto podría ser
enormemente destructivo para España, ya que acumularía mucha deuda en
una moneda fuerte… He estado muy activa en la Campaña por el Jubileo de
la Deuda, defendiendo que hay una serie de países que no pueden pagar
sus deudas y sobre los cuales la deuda permanece, limitando
extraordinariamente su capacidad para desarrollarse.
La Ley de
Bancarrota impide que los responsables de las empresas que entran en
esta situación vayan a la cárcel; la ley les protege, pero esto no pasa
en modo alguno con los países. Debería haber un marco para resolver
estas situaciones y, si España dejara el euro y se produjera una crisis
de deuda, se debería poder arbitrar un mecanismo para resolver cómo se
originaron determinadas deudas y quién es el responsable de cada una.
Por otra parte, aunque la salida del euro por parte de España sería
dramática, tampoco creo que el euro sea viable: demasiados intereses
divergentes, tensiones sociales, desempleo, malestar y, además, el auge
del fascismo.
Nuevos fascismos. ¿La victoria de Donald Trump o la amenaza
de Marine Le Pen responden, en el fondo, a deudas que no pueden pagarse?
Sí. Yo no soy muy crítica con los votantes de Donald Trump, ya que
respondieron a alguien que prometió protegerlos, algo que Clinton no
hizo. Su victoria es el resultado de una financiarización descontrolada
de la economía, de la que se beneficia una pequeña élite que lo
controla todo, igual que en 1929.
Aboga por un control público de las finanzas, pero incluso
determinadas posiciones de la izquierda afirman que el Estado “es mal
empresario y peor banquero”. Y luego están las fugas de capital…
Lo que pasa es que el Estado ha sido corrompido por el sistema
financiero, que ha corrompido la vida social al completo, fíjate incluso
en el deporte. (...)
Los contribuyentes lo financiamos todo: la policía, el sistema legal,
el judicial… los ricos utilizan lo que nosotros hemos construido y no
pagan nada a cambio. Es el momento de que nos demos cuenta de nuestro
poder y de que podemos impedirles utilizar de esa forma instituciones
financiadas y construidas con nuestro dinero.
Si quieren dinero fácil
del Banco Central Europeo, entonces tienen que traer de vuelta sus
capitales. Toda política requiere de límites y fronteras: si vives en
EEUU, no puedes recibir una pensión inglesa. Las fronteras son
importantes, pero la gran finanza odia estas fronteras, estos límites. Y
tenemos que marcárselos.
Una última pregunta: ¿cree que Bankia podría ser nuestro
primer banco público en un proceso de recuperación de las instituciones
financieras si nos lo propusiéramos?
Por supuesto. De hecho, si no fuera por el BCE, todos los bancos
estarían en bancarrota. En realidad, es como si todos los bancos
estuvieran nacionalizados: el problema es que no ejercemos ningún poder
sobre estos.
Se comportan como si los contribuyentes no los hubieran
salvado, y esto es culpa nuestra. Es una nacionalización legal que
tenemos que convertir en real. No soy contraria a los rescates, pero sí
creo que hay que ponerles términos y condiciones.
Al no pedirles nada a
cambio, no se pueden creer la suerte que han tenido y, como un niño
mimado, están haciendo lo que les da la gana, y encima no se les
castiga, por lo que perderán el control. El sistema financiero lo ha
corrompido todo."
(Entrevista a Ann Pettifor (Sudáfrica, 1947), directora del Policy Research in Macroeconomics (PRIME) y profesora honoraria de la City University de Londres, ha publicado La producción del dinero. Cómo acabar con el poder de los bancos(Los
libros del lince, 2017), un brillante y accesible ensayo que desvela
qué es el dinero y por qué no lo hemos sabido hasta ahora, en Andrés Villena, CTXT, 05/04/17)
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