"(...) Estas elecciones parecen más el principio de algo que un desenlace, ¿no?
Para mi la verdadera novedad ha sido el voto a Mélenchon. Es la única
fuerza que ha progresado de verdad, más de 8 puntos, cundo el FN solo
ha avanzado 3,5 puntos. Ha quedado a la par. Creo que la emergencia en
Francia de una fuerza de contestación al liberalismo y Europa que no es
xenófoba, es una verdadera esperanza.
Dicho esto, no pasó a la segunda
vuelta en la que se enfrentan la Francia de arriba y la de abajo. No veo
nada esencialmente nuevo, sino algo parecido al fantasma del Tratado de
Maastricht. Es decir, los dos campos de 1992 que finalmente han
adquirido una forma política como en el voto del referéndum
constitucional (de 2005).
Lo primero que hice después de la primera
vuelta fue sumar el total Macron+Fillon+Hamon, es decir de todos los que
juraron lealtad a Berlín. Todos los favorables al euro y que de hecho
no son más que eso, con algunos diciendo que harán ciertas cosas, como
Fillon y Hamon, y otros que dicen que no harán nada en ese frente, el
caso de Macron.
Se obtiene un 50% con algunas migajas, es decir es como
una repetición del voto de Maastricht. Me parece fascinante porque han
pasado 25 años, el euro es un fracaso económico total, Francia acumula
un paro estructural del 10%, se ha fragmentado su sociedad y el
resultado es un conformismo increíble. ¿Por qué no ha aumentado aún más
ese rechazo?
Lo primero que se me ocurre es observar la población. Entre 1992 y 2015, la población francesa ha envejecido. (...) en Europa y en Francia los viejos viven bajo la amenaza de una
liquidación de sus pensiones si se sale del euro. Hasta ahora se decía,
“los viejos son conservadores”. Yo diría más bien que han perdido el
derecho de voto. Les dicen, “si quieren mantener sus pensiones, hay que
mantener el euro”. Es un factor de bloqueo y ese factor ha aumentado de
una manera increíble.
Lo segundo es que una de las cosas que explican el temperamento
democrático e igualitario en las sociedades avanzadas es la
estratificación educativa. Antes era saber leer y escribir. Desde la
guerra, se aumentó el nivel de gente con estudios secundarios,
superiores… La gente con estudios superiores produjo una oligarquía de
masas.
No de élites, sino de masas, gente que vive en su propia salsa y
que se cree superior. La gente que apoyaba a los Clinton en Estados
Unidos, los universitarios partidarios del “remain” (en la UE) en
Inglaterra, los jongleurs que oscilan entre izquierda y derecha en
Francia… pero lo que se me escapó es que el número de esta oligarquía no
es estable. Miré las estadísticas: en 1992 la proporción de gente con
estudios superiores era del 12% y ahora son el 25%.
Quiere decir que el
segmento superior oligárquico de la sociedad ha doblado de tamaño en el
periodo. Así pues: una población más vieja, más masa oligárquica, todo
eso integrado arroja una base para el conformismo macronista que se ha
desarrollado enormemente, mientras la situación general de los de abajo
se ha deteriorado notablemente desde Maastricht. Una polarización.
Y por
eso creo que los macronistas están tan nerviosos. Yo vivo en ese medio.
Te dicen, “cómo es que te vas a abstener…” “cómo vas a dejar pasar a
Marine Le Pen…”, no hay el más mínimo riesgo de ello, pero no importa-
el grupo alcanza una fuerza que le permite declarar una especie de
timing out ideológico.
La verdadera novedad del macronismo es que con él
elegimos al representante de Berlín, no al Presidente de la República
Francesa. La novedad es que él es el primero que lo dice abiertamente.
Sarkozy hizo el mismo papel, pero señalaba chivos expiatorios, decía “es
culpa de los árabes”. Hollande llegó diciendo, “soy un hombre de
izquierda”, “mi enemigo es la finanza”, “cambiaré las cosas con
Alemania”.
Macron es el primero que dice: no haré nada, vais a aceptar
vuestra sumisión oficialmente, cerráis el pico, es esto o el horror del
lepenismo. Es un giro. La culminación de una búsqueda de dominio que
existe desde hace 25 años.
A propósito de esta oligarquía de masas, el ultimo mitin de
Macron, ayer, dijo cosas como, “no a proteger a los pequeños, sino dar
libertad”, “creo en la trayectoria de los individuos en la sociedad”,
“hay talentos y no talentos, hay que construir la autoridad de los que
saben” y citó a un intelectual enfrentado a los estudiantes de su
universidad en el 1968 que cuestionaban su autoridad, diciendoles: “Mi
autoridad viene de que yo he leído más libros que ustedes”….
Ja, ja. Lo que me hizo reír de verdad fue la entrevista televisada de
Macron con Delahuse. Allí dijo, “Marine Le Pen es una heredera, ella es
la que representa a la Francia de los de arriba, yo soy un meritocrata”.
Es un desconocimiento de lo que es la verdadera sicología de los
herederos y los meritócratas.
La gente no se da cuenta de que el hecho
de que un meritocrata venga de un medio social medio - el caso de
Macron- no hace en absoluto de él un defensor de la igualdad. Es
exactamente lo contrario: es un tipo que está convencido por el sistema
de su superioridad intrínseca. Un meritocrata será la peor amenaza para
el sistema igualitario.
Mientras que ciertos herederos, en el medio
intelectual, son gente que saben todo lo que deben a su familia, que
saben hasta qué punto no se han hecho a sí mismos, y que, al final son
mucho más modestos y respetuosos de la gente común. (...)
Pero el Señor Macron, reconoce perfectamente eso: dice que no
piensa batallar nada con Alemania, que hay que hacer los deberes y
punto.
Puede que Macron sea el hombre que admita que Francia ya no existe…
Puede que esa sea su misión histórica: hacer comprender a los franceses
que Francia ya no pinta nada. Soy muy mal sicólogo, voté por Hollande,
nunca creía que fuera tan nefasto, pero no me atrevo a reducir a Macron a
las fuerzas que tiene detrás, los bancos, etc.
Soy un jubilado y no
estoy capacitados para meterme en la cabeza de un tipo de 39 años que se
encuentra convertido en Presidente de la República. Hay que concederle
algo a la incertidumbre. Tuvimos una muy mala sorpresa con Hollande y no
podemos excluir una buena con Macron. (...)
Sí, pero cuando miras hoy el mapa del voto del Frente Nacional, es el
mapa de la Francia revolucionaria… El área de París y la cuenca
mediterránea de tendencias igualitarias, donde la religión católica se
hundió desde el siglo XVIII.
Una especie de Andalucía en la que la gente
sabía leer y escribir. Luego hay toda una periferia en el oeste,
alrededor del Macizo Central, en los Alpes y el este, donde tienes una
estructura familiar que propicia la disciplina con una fuerte impronta
católica hasta 1950/ 1960.
En España sería algo entre Cataluña y
Galicia, regiones más disciplinadas. En 1789 las regiones que dominaban
Francia eran liberales e igualitarias. Imagínese una España controlada
por el espíritu andaluz y que de repente se ve controlada por los
vascos. La disciplina vasca contra la anarquía andaluza. Es un cambio
sensible.
La Francia revolucionaria tenía en su centro dos tercios de
andaluces y un tercio de vascos que aportaban el orden y aguantaban el
chiringuito desde el punto de vista de la disciplina, y que cayó en un
cuadro en el que ganan todas las fuerzas de la autoridad y la
disciplina. Todo esto no parece muy serio pero se corresponde con las
estructuras familiares que he estudiado: El voto a Le Pen corresponde
con las regiones con gente de tradición liberal-igualitaria. (...)
¿Qué le parece la estructura sociológica del voto a Mélenchon?
Es formidable. Si establecemos cuatro bloques, Fillon es el voto del
pasado: 40% de más de 65 años, los ricos. Luego tenemos la Francia del
presente con este conflicto irresoluble entre los de arriba y los de
abajo, y aquí tenemos el voto a Macron muy desviado hacia los de arriba,
hacia la gente con estudios, y aún más hacia los que tienen dinero, muy
débil entre los obreros.
Desde el punto de vista de la edad, es
bastante equilibrado aunque algo más acentuado hacia los viejos. El voto
Le Pen: muy débil entre las categorías superiores, muy fuerte entre los
obreros y muy joven.
Y el de Mélenchon es un voto de reconciliación:
importante entre los obreros (25%), con un 17% de cuadros superiores,
masivo en las profesiones intermedias, es el más joven, por encima del
30%, y muy débil entre los viejos. (Piense que el mensaje que se les
lanza es: si salen del euro ustedes pierden sus pensiones.)
Así que el
voto por Mélenchon supera el enfrentamiento entre la Francia de los de
arriba y la de los de abajo. Es una Francia de todo el mundo. Para mí
eso quiere decir que el voto a Mélenchon tiene futuro, porque una
sociedad no puede vivir con un enfrentamiento como el que representan Le
Pen y Macron.
Es algo que te empuja hacia la guerra civil, porque una
sociedad no puede vivir únicamente en la longitud de onda de sus elites y
para su elites, ni tampoco sobre el presupuesto de que el pueblo es una
maravilla humana.
O sea que habrá que definir una síntesis. (Aclaro que
siempre he militado por unas elites responsables, no soy un fanático
del igualitarismo de ingresos, soy partidario de un capitalismo
regulado, estoy a favor de la salida de la UE, pero no de la salida del
capitalismo…)
En Estados Unidos pasa un poco lo mismo: están en un
estado de guerra civil fría: Trump ha sido elegido, el establishment no
acepta su legitimidad, y el trumpismo tampoco acepta la legitimidad de
los otros…Si quieren seguir siendo una nación equilibrada les hará falta
una negociación entre los dos campos que defina una síntesis. Y lo que
es curioso es que la estructura del voto a Mélenchon es una síntesis.
Yo soy más bien proamericano y creo que en geopolítica el programa de
Melenchon podría ser mejor, pero su electorado me ha impresionado
porque ahí está un poco todo el mundo; los hijos de emigrantes, los
obreros, los cuadros superiores, los enseñantes, técnicos. Insisto: Es
una Francia para todos. Parafraseando a la “Manif pour Tous”, yo diría
que Mélenchon es “La France pour tous”. La de Macron es la Francia para
los ricos, la de Le Pen es la Francia de los no educados, y no son
solución.
¿Podemos imaginar una cohabitación Macron-Mélenchon, si éste llegara a conseguir una marea en las legislativas?
Todo es imaginable, pero de momento lo que me choca es que todo el
mundo se concentra en el Frente Nacional. Se dice que el FN intenta
normalizarse, y se responde diciendo, “pero no es verdad”, etc.
Pero a
mi lo que verdaderamente me preocupa es la radicalización de la Francia
de los de arriba. Ahora quieren gobernar a pelo, desnudos: ahora es el
euroliberalismo, es así y vais a tener que obedecer. Me parece que el
problema de Francia es la radicalización de los poderosos.
Pienso en The
Revolt of the Elites and the Betrayal of Democracy de Christopher
Lasch, (la idea de que las clases privilegiadas nunca han estado tan
aisladas de su entorno) que cuenta lo que pasó en la época de Reagan y
de Bush. En Francia estamos retrasados en eso, pero es lo mismo, una
especie de reaganismo tardío con 30 años de retraso.
…Con el agravante de que aquellas recetas parecen caducas y que los propios americanos comienzan a enmendarlas...
Exactamente. Nada demuestra mejor que Francia está retrasada. A los
franceses les cuesta reconocerlo. En Estados Unidos, el país que hizo
avanzar la globalización, el debate sobre el proteccionismo hace furor,
Sanders es proteccionista, Trump…
Mientras tanto en Francia los
políticos dicen que Le Pen es la cerrazón hacia el mundo y que Macron es
la apertura. Y en política exterior, el FN es el partido que se
interesa por todo lo que es nuevo en la escena: las potencias
emergentes, el multilateralismo, es proanglosajón porque ha comprendido
lo que significa el Brexit y Trump, el “Abenomics”, etc.
O sea que en el
plano geopolítico es más bien el Frente Nacional el que está en un
plano abierto. Y el tipo que dice representar la apertura es el que no
ha entendido nada de lo que pasa en Estados Unidos, que rechaza el
Brexit, Putin, que no se si sabría situar al Japón en el mapa…O sea, al
final una apertura hacia Berlín. Verdaderamente curioso. (...)" (Entrevista a Emmanuel Todd, Rafael Poch, La Vanguardia, 07/05/17)
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