10.5.17

Francia crea algo casi sin precedentes: el populismo liberal. Los poderes gobernantes hicieron claramente una elección a favor de continuar el actual curso a cualquier precio. No habrá concesiones al malestar público

"Francia recibió el presidente Macron. La palabra “elegido” no es muy apropiada en circunstancias que una parte significativa de los franceses se negaron deliberadamente a votar, mientras que otros votaron sin entusiasmo y sin ninguna simpatía por un candidato impuesto como un mal menor o cómo acertadamente se ha dicho, el menor de dos males.

Sin embargo, la victoria Macron no significa el final de la crisis socio-política de la Unión Europea, sino que marca el comienzo de una nueva fase, aún más dramática, de esta crisis. Ocurrió lo incontestable: los poderes gobernantes hicieron claramente una elección a favor de continuar el actual curso a cualquier precio.

 No habrá concesiones al malestar público. Y, como mucho, se realizarán algunas nuevas maniobras tácticas para dejar todo tal como estaba. Esto conducirá a una amarga y dura lucha, con conflictos cada vez más ásperos, que serán imposibles de resolver en el marco de las instituciones tradicionales.
 
Desde el 2016, el sistema neoliberal se enfrenta a una rebelión de votantes que ha tomado la forma de movimientos populistas – de derecha y de izquierda. Ambos movimientos, los de derecha y los de izquierda, expresan un estado de ánimo de irritación y protesta. Ambos movimientos no están dispuestos a unirse o a interactuar tácticamente, unos con otros, porque sus partidarios, a nivel de base, piensan de manera muy diferente.

Sin embargo, el estado de ánimo de las masas no está conformado por bloques ideológicos irreductibles, y por tanto quien se mueva tácticamente con más habilidad tendrá mayores posibilidades de éxito.

Es un hecho que en estos movimientos hay una parte importante de gente de derecha. Esto ultimo solo se explica por las vacilaciones, la cobardía y la corrupción de los políticos de “izquierda” dominantes. Estos partidos de “izquierda” han perdido, incluso habiendo ganado las elecciones – el caso más revelador es Grecia, donde Syriza se rindió a pesar de haber vencido en un referéndum que llamaba a luchar.  (...)

A diferencia de la izquierda, la élite de Europa y los EE.UU., han aprendido de los acontecimientos del año pasado. En contraste, con los círculos gobernantes rusos que no aprenden nada de la experiencia de otros, los intereses financieros de la Unión Europea se dieron cuenta que había una situación cualitativamente nueva en la política y, que esta nueva situación requería de un cambio radical en el enfoque.

 La inesperada derrota de los referéndums en el Reino Unido y en Italia, la elección de Donald Trump, en Estados Unidos no han pasado sin dejar rastro.

Políticamente 2017 comenzó con una revancha de las élites neoliberales. En Estados Unidos la administración Trump fue bloqueada en el Congreso por una coalición informal de demócratas y republicanos, al mismo tiempo, la mayoría republicana ha conseguido, a través de la autoridad legislativa, mantener las medidas de austeridad, y la administración encabezada por Trump, no se atreve a romper con su propio partido.  (...)

En paralelo, el experimento político más importante se estaba produciendo en Francia. Ante un poderoso movimiento populismo (a la ofensiva) expresado no sólo en el avance de Marine Le Pen, sino también en el repentino aumento de la popularidad de Jean-Luc Jean-Luc Mélenchon, un representante de las fuerzas de izquierda, los poderes dominantes decidieron sacrificar sus organizaciones políticas tradicionales (socialistas y republicanos)apostando por un nuevo candidato ; Emmanuel Macron.

En las elecciones , Francia creo algo casi sin precedentes: el populismo liberal.

Macron es una especie de monstruo Frankenstein, un proyecto político, construido artificialmente por los medios de comunicación, con un programa de consignas eclécticas y apelaciones diversas que tenían un solo propósito y una sola función – ganar a cualquier precio la elección.

Si entendemos en forma primitiva al populismo – como algo irresponsable – Macron es la encarnación más pura del populismo, es casi el “tipo ideal” de Max Weber. En menos de un año, el sistema desplegó, desde cero, una campaña de comunicación a gran escala. El viejo sistema político conducir la reacción contra Marine Le Pen con Macron, un candidato casi desconocido.

Con los resultados de la votación a vista , el experimento ha sido un éxito. El único problema es que después de la elecciones se aplicarán las reformas económicas y lucha social no cesará. Aunque Macron, con toda la comunidad financiera detrás quiera evitar cualquier tipo de cambio, dejar todo lo viejo tal como esta ahora , es una opción condenada al fracaso .

En el contexto de conflictos no resueltos y de políticas de austeridad, las crisis sistémicas en curso no sólo continuarán, sino que se profundizarán. Las medidas antisociales iniciadas por el gobierno de Hollande, serán reemplazados por políticas aún más radicales en la misma dirección. Los franceses tendrán poco que disfrutar.  (...)

Y, tal como están las cosas será Marine Le Pen quien aparezca protegiendo estas instituciones (...)

Resultan grotescas las declaraciones de los líderes del partido comunista y del partido socialista, llamando a todas las fuerzas a apoyar a Macron, para a continuación, llamar iniciar la “lucha final” contra él. La reacción de la clase obrera en Francia ante el comportamiento de “su partido” ha sido de apoyo masivo al Frente Nacional. (...)

El resultado es que hoy, es Marine Le Pen y sus partidarios en Francia, la principal fuerza de oposición, la única alternativa creíble, que utilizará la resistencia como bandera. A pesar de que no fueron capaces de entrar en el palacio del Elíseo, el éxito alcanzado en la actual campaña electoral, es impresionante. De hecho, Marine Le Pen fue capaz de superar las ideas que su candidatura y su partido eran una fuerza nacionalista marginal, sin una política seria y sin ninguna posibilidad en la lucha por el poder.

El grado de apoyo recibido en las elecciones presidenciales, son tales, que incluso las fuerzas combinadas de todos los demás partidos no serán capaces de mantener al Frente Nacional fuera del Parlamento, y a la propia Marine Le Pen fuera del debate público. Esto significa que será imposible ignorarla, atribuyéndole palabras que nunca dijo (con este artimaña se construyó gran parte de la propaganda en su contra ).

En estas circunstancias las perspectivas para la izquierda dependerá si el propio Jean-Luc Mélenchon, (o cualquier otro político que quiera consolidar su posición como líder del movimiento) logre ser capaz de establecer un diálogo con los votantes Marine Le Pen .

La lógica de la resistencia a la antisocial política de Macron impone la necesidad de cooperación, una cooperación ,que en la actualidad, es evidente para los votantes de derecha y todavía impensable para los “intelectuales de izquierda” .

 De hecho, los intelectuales liberales han controlado junto a la burocracia partidaria las estructuras políticas de izquierda. Han sido los defensores más influyentes y más fieles del orden existente, un orden que representa no sólo los intereses de la burguesía, sino también la parte más reaccionaria y más irresponsable de la clase dominante.

Superar la influencia de los intelectuales “políticamente correctos” (y su discurso) es el principal problema de las fuerzas emancipadoras, de la solución de este conflicto depende la supervivencia de la izquierda como fuerza política.  (...)"               (Borís Kagarlitski, sociólogo, director del Instituto de la globalización y los movimientos sociales, Salir del euro)

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