"(...) Bajo la dirección de los Valls, el Popular triunfó con
un modelo basado en el estricto control de costes, algo que le
convirtió durante más de una década en el banco más rentable de Europa y
el segundo del mundo. La envidia del sector.
Una entidad dedicada a
hacer banca al por menor, con expresa prohibición de entrar en cualquier
tipo de negocio especulativo. En la sede de Ortega y Gasset no pocos
recuerdan aún la cara de sorpresa que Fulgencio García Cuéllar,
consejero delegado, un tipo que había hecho toda su carrera en el banco,
puso la mañana del 5 de marzo de 2002 tras recibir, a través de un
ujier, una carta en la que Luis Valls le comunicaba el despido
fulminante.
En el momento más caliente de la burbuja, a Cuéllar no se
había ocurrido nada mejor que tomar el 10% de la fusión de las
inmobiliarias Metrovacesa y Bami. Enorme revuelo. Reuniones al máximo
nivel y decisión terminante de salir pitando de ese negocio. Los Valls
se reúnen en secreto con Joaquín Rivero e Ignacio López del Hierro, y
llegan al acuerdo de vender cuanto antes ese paquete.
“Se vendió y se
vendió muy bien, ganamos dinero, al final resultó una buena operación,
pero nosotros no hacíamos banca para vender pisos, eso no era lo
nuestro, como tampoco estábamos para poner sellos y hacerle la
competencia a Correos, otra de las ocurrencias de Cuéllar”.
Su despido
vino acompañado por un reforzamiento de la doctrina tradicional de la
casa, o quizá de la Obra: no a la entrada en el negocio inmobiliario.
Que fue lo que terminaría haciendo, de hoz y coz, Ángel Ron, sustituto
de Cuellar a partir de marzo de 2002.
Todo había variado, sin embargo, con el cambio de
siglo y la caída generalizada de tipos de interés, incluso la salud del
“gran timonel” Luis Valls (estupenda secuencia de su vida en “Desapego y
Libertad: Apuntes de un banquero inclasificable”, obra de su sobrino
Luis Valls-Taberner, de reciente aparición): para mantener la
rentabilidad ya no era suficiente controlar los costes, sino que era
preciso aumentar el tamaño del negocio, ganar volumen.
Había que
fusionarse, pero Luis, es decir, el Opus, a través de su “sindicatura de
accionistas”, se negó en redondo a cualquier fusión en la que la Obra
no mantuviera el control de la fusionada. Y Ron no encontró mejor forma
de crecer que entrar en tromba en un mercado inmobiliario ya
sobrecalentado, del que empezaban a escapar los grandes del sector.
La
compra del Pastor a pelo, sin ayudas oficiales porque la Obra de Dios es
así, solo sirvió para agravar el problema. En 2004, ya enfermo, Luis
deja la presidencia y en ese momento Javier se convierte en presidente
del Consejo, con Ron como consejero delegado, nunca como copresidente.
La sombra de Roberto Calvi
“El 25 de febrero de 2006 murió Luis Valls y menos de
un mes después ponen a su hermano Javier en la calle incumpliendo todos
sus compromisos. Hasta le discutió la pensión el mismo que ahora se
lleva 8 millones a casa por tal motivo. Y gracias a que intervino gente
como Casimiro Molins, que hizo todo lo que pudo por parar el atropello,
porque en caso contrario no sé de qué hubieran sido capaces…
Bueno,
fueron capaces hasta de dejarlo indefenso de la noche a la mañana
retirándole los escoltas sin previo aviso, y es su mujer, Cristina Muls,
la que se da cuenta de lo que está ocurriendo, porque le quitan hasta
los móviles, y se las apaña para ponerle seguridad aquella misma mañana a
través de un comisario conocido, y la que a toda prisa va a comprarle
un coche y un móvil…
Y sí, llegaron a tener miedo, claro que sí, el caso
de Roberto Calvi, el banquero de Dios, estaba en el recuerdo, porque
parecía todo tan desproporcionado, de tan mal estilo, que llegaron a
pensar que podían ser capaces de cualquier cosa, de modo que Javier fue a
ver a Federico Trillo, el que sigue siendo embajador de España en
Londres, y le advirtió, ojo con los contratos mancomunados que tengo en
mi poder, pasa el aviso a quien corresponda y diles que como a mí o a mi
familia le ocurra algo, saldrá a la luz lo que tengo a buen recaudo en
caja fuerte en Suiza y será un escándalo monumental…”
“Comportamiento particularmente censurable el de
Francisco Aparicio, secretario del Consejo por decisión del Opus,
compañero de residencia y albacea de Luis Valls, y el de Luis Herrando
Prat de la Riba, hermano del vicario regional de la Obra en España y
también consejero. A Javier le hacen la vida imposible desde el momento
en que enferma su hermano.
Fue como si tuvieran miedo de que,
desaparecido Luis, fuera a emprender una cruzada para sacar de cuajo al
Opus del Popular, como si fuera a robarles el banco, el poder temporal
del que gozaban gracias al banco. No podía imaginar tanto odio hacia su
persona.
Un hombre del prestigio de Gabriel Tortella escribe un libro en
2012 sobre el Popular en el que Javier Valls no sale citado ni una sola
vez, ¡hasta a eso llegaron! Se había convertido para ellos en una
especie de hombre maldito, de modo que si, de alguna manera lo que les
pasa ahora podría ser considerado una revancha, una especie de venganza
de los Valls si se quiere, aunque en su ánimo nunca alentó tal deseo”.
“La presencia en la institución de tanto opusino
arrogante, clasista, prepotente, iracundo, torpe en la toma de
decisiones, explica el fracaso del Popu a la hora de lograr retener a
tanta gente valiosa como ha desfilado por allí, tipos como Pablo Isla,
hoy alma mater de Inditex, o como González-Robatto, otro ejemplo de tipo
obligado a salir por pies, otra muestra de la incapacidad para retener
talento, porque un tío que llegaba conduciendo su Ferrari al sótano del
Edificio Beatriz no era bien visto, como tampoco podía ser que cada
mañana luciera una corbata distinta…
De modo que sí, el Opus Dei ha
tenido una gran responsabilidad en la deriva del Popular hacia el
precipicio. En las cunetas de la presidencia de Ron han quedado los
cadáveres de otros tres consejeros delegados (Manuel Fernández Dopico,
José María Lucía y Manuel Higuera), incapaces de sacar el banco del
atolladero de los activos inmobiliarios averiados y ponerlo en
rentabilidad. Pero, ¿quién es Ángel Ron? Ron ha sido un hombre de paja:
quien ha mandado siempre ha sido el Opus Dei”
El hermano que agonizaba en una residencia de la Obra
Javier vendió su paquete de acciones al dejar el
banco, y lo hizo a muy buen precio, en torno a 15 euros la acción cuando
antes de la llegada de Saracho cotizaba por debajo del euro, “y no
hubiera vendido si se hubieran portado de otra forma; podría haber
seguido como presidente no ejecutivo manteniendo las relaciones
internacionales con los grupos de inversores que él había traído, porque
lo último que hubiera hecho Javier Valls hubiera sido pelearse con el
Opus Dei.
A todos esos inversores fue a ver tras su despido, para
contarles el trato vejatorio que el banco le había dispensado. La
familia Valls sigue sin entender. Luis fue un tipo comprometido con el
banco y con la Obra, a quien entregó su vida y su fortuna, todo su
dinero.
Por eso Javier no puede comprender, por ejemplo, que le pusieran
todo tipo de dificultades para ver a su hermano durante los últimos
días de su vida, el hermano que agonizaba en una residencia de la Obra, y
todo eran pegas, todo problemas, porque evidentemente no querían que lo
viera, no querían que hablara con él…
De modo que sí, no resulta
extraño decir que quien peor se ha portado con los hermanos Valls ha
sido precisamente el Opus Dei, la gente de la Obra, porque tampoco lo
hicieron mejor con el propio Luis, un tipo excepcional al que después de
muerto cubrieron con un manto de silencio, negando incluso el
reconocimiento de sus méritos…”
Llega Emilio Saracho, nuevo presidente si es que
realmente consigue ocupar el cargo, cosa que no parece clara del todo.
Se trata de un veterano banquero que ha triunfado en J.P.Morgan, primero
como jefe en España y después como vicepresidente mundial, y que ha
aceptado la misión imposible de salvar al Banco Popular del desastre.
¿De la gloria de Londres al infierno de Madrid? “Tengo la sensación de
estar en deuda con este país, y ha llegado el momento de hacer algo, de
devolverle algo de lo que me ha dado”. Palabras dignas de elogio mecidas
por la sombra alargada del Opus Dei.
Sin experiencia alguna en banca
comercial, el mercado ha creído ver en su llegada la decisión de vender
el banco al mejor postor o en trocearlo y hacerlo por piezas. Pero, a
todo esto, ¿qué piensa el Opus? ¿Está dispuesta la Obra a desprenderse
del poder temporal que durante más de 60 años le ha dispensado el
Popular?" (Jesús Cacho, Vox Populi, 18/12/16)
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