"Desde su exitoso pase a la final de las presidenciales en la primera
vuelta del pasado domingo, el candidato al Elíseo, y favorito a ganar el
próximo 7 de mayo,
Emmanuel Macron
, ya ha cometido cuatro errores en apenas 60 horas.
Los tres
primeros fueron la misma noche de su victoria. Macron llegó a su cuartel
general en un gran coche negro, como si ya fuera el presidente de
Francia.
A continuación pronunció un discurso flojo y sin contenido, en
el que estrenó una nueva fórmula al apelar a los “patriotas” a batir a
los “nacionalistas” de Marine Le Pen. El tercero fue su cena en una brasserie de Montparnasse
donde pareció celebrar una victoria que aún no ha llegado. Vender la
piel del oso antes de cazarlo es siempre arriesgado y no ha gustado,
pero lo de ayer en Amiens fue mucho peor.
Macron acudió a la fábrica Whirlpool, una empresa con beneficios
que va a ser deslocalizada a Polonia el año que viene en busca de más
beneficio a costa del sacrificio salarial. Desaparecerán 380 empleos
franceses, en nombre de la lógica que Macron representa. Se le recibió
con abucheos y ambiente de neumáticos quemados.
Macron discutió como
pudo con los empleados, que llevaban inscripciones como “Patrones
bandidos” en sus chalecos amarillos. No se llegó a la agresión, pero
salió despeinado. La televisión inmortalizó la derrota de imagen del
candidato que tanto favorece.
“No votéis Macron, votad en blanco”, dijo
un espontáneo, interrumpiendo el directo del cronista de la tele. Y
horas antes, Marine Le Pen había visitado el lugar en un clima mucho más
favorable. Un claro gol de imagen.
Desde la llegada al poder de los socialistas, 900 fábricas han cerrado
en Francia. Grandes grupos como Lafarge, Alcatel-Lucent y el grueso de
Alstom han sido absorbidos por empresas extranjeras, en operaciones
dirigidas por Macron cuando era ministro de Economía.
Acompañando esa
desindustrialización, los dividendos entregados a los accionistas han
pasado, en 25 años, de ser el 5% del valor añadido en la industria al
25%. Y Macron es el candidato que quiere desfiscalizar ahora por
completo el capital accionarial, “para que contribuya a la inversión”.
Por todo ello, las escenas de ayer eran previsibles. Macron se metió,
literalmente, en la boca del lobo. Prueba de que es valiente, pero se
dejó colar un gol por Le Pen.
Por más que su perspectiva de victoria sea
sólida, el candidato debería ser más prudente. El expresidente Nicolas
Sarkozy anunció ayer que votaría por él en la segunda vuelta, pero
Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa) rechazó definitivamente dar una
consigna de voto a sus electores.
Hay una diagonal que atraviesa Francia desde El Havre, al noroeste,
hasta Perpiñán, en el sudeste. Divide en gran parte el voto. En la parte
superior de la diagonal el domingo ganó Le Pen, en la inferior Macron.
Ese mapa coincide con el reparto del empleo industrial en Francia en los
“treinta gloriosos”, época de estabilidad y progreso.
En el actual
desencanto francés hay un componente industrial, más bien
desindustrializador, que sin explicarlo todo aclara mucho. El incidente
de ayer en Amiens se libró al norte de esa diagonal, en feudo industrial
adverso a la mundialización que Macron representa." (Rafael Poch, La Vanguardia, 27/04/17)
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