14.7.17

Odia que le hayan obligado a votar a la derecha por primera vez en su vida. Con la nariz tapada y los ojos cerrados, pero le han forzado hacerlo, y eso todavía le revuelve más las tripas contra ellos

"(...) La Stalingrado italiana, como siempre la han llamado, resistió más que nadie al fascismo y alumbró las protestas más sonadas. Hablar de feudo rojo sería quedare corto. 

 
En Sesto San Giovanni (80.921 habitantes) ya no quedan fábricas ni obreros. En la puerta de la General Electric resisten a media tarde de un martes 10 operarios que han ocupado las viejas instalaciones de la fábrica en protesta por su cierre. 

Saben que no lograrán nada, terminarán en la calle como los demás, son el último resorte. La pequeña ciudad, alrededor de la cual se erigieron empresas como Pirelli, Campari o la gigante fundición Falk, fue perdiendo población y ha recibido en los últimos años un gran número de inmigrantes árabes (el 17% del censo). 

 El fenómeno de Sesto tiene todos los mimbres de un lepenismo a la lombarda. La coalición de centro derecha, que en las mismas elecciones logró hacerse con otro histórico feudo de izquierdas como Génova y otras 15 de las 25 capitales de provincia en juego —10 más de las que obtuvo en 2012—, ha convencido a los viejos obreros, a las clases medias empobrecidas y a votantes de izquierdas desencatados. 

Massimiliano Minore, 59 años, padre de dos hijos y antiguo responsable en una de las fundiciones, ha puesto una tienda de helados con cuatro euros que le quedaban del despido de hace cuatro años. Aguanta ahí —“esta calle es ejemplo del degrado de la ciudad”, protesta— para llegar a la jubilación. “El día después, cierro”, dice. 

El señor Minore cree que el Estado le ha humillado, desprecia al ex primer ministro del Partido Democrático (PD) Matteo Renzi, no entiende por qué los inmigrantes tienen ayudas y él se parte el lomo en la maldita heladería cada día para llegar a los 64 años y jubilarse, cree que su ciudad se ha vuelto insegura, que todos los políticos, especialmente ese “deficiente de Angelino Alfano [de Nueva Centroderecha y actual ministro de Exteriores]”, les toman el pelo y comen sobre su espalda. 

Pero sobre todo, odia que le hayan obligado a votar a la derecha por primera vez en su vida. Con la nariz tapada y los ojos cerrados, pero le han forzado hacerlo, y eso todavía le revuelve más las tripas contra ellos.

La historia del señor Minore, que va deshilando tranquilamente la tarde de este martes en una de las sillas de metal de su heladería, resume la de muchos votantes que, en ocasiones, también acuden al Movimiento Cinco Estrellas (M5S) del cómico Beppe Grillo. No hay nada de fortuito o de errático en su elección. El propio Matteo Salvini, líder de la Liga Norte, lo define así en una reciente entrevista con EL PAÍS. “La izquierda ha perdido el contacto con las periferias y los trabajadores.

 El alcalde del PD saliente de San Giovanni quería hacer la mezquita más grande de Europa, y eso no ayuda. Pero la cuestión es trabajo y seguridad. Las dos emergencias italianas”. Y nada más. En Monza, a pocos kilómetros de aquí, ha sucedido lo mismo. En Lucca, territorio de izquierdas en la civilizada Toscana, los fascistas de Casa Pound han sacado un 7,8% de los votos. En Verona o Parma tampoco les ha ido mal.   (...)

Pero su brecha con la izquierda se abrió mucho antes y lleva el nombre de Matteo Renzi. Fue el 4 de diciembre de 2016, y el primer ministro puso su cabeza en la guillotina del referéndum constitucional. Sergio Pegorini, nacido y crecido en Sesto, había votado toda su vida al PD. Pero decidió mandarlo a casa. “No es un partido de izquierdas. 

Y el contenido de su programa aquí ha sido desatendido. Han perdido a la gente de vista. Me he sentido muy mal votando a la derecha, es cierto. Pero espero que reaccionen”, señala. El farmacéutico, un tipo cultivado y con un profundo arraigo a las ideas progresistas, también habla de seguridad, de quintos pisos con rejas en el balcón, de implantación de cámaras de vigilancia en la calle.

 En las elecciones generales, como muchos que han emprendido este viaje sin billete de vuelta, se plantea votar al M5S como protesta. La izquierda, o lo que queda de ella en Italia, dice, no le volverá a decepcionar."             (  

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