20.7.17

Vas perdiendo el amor de tus padres, y el amor de tu mujer. Caes y caes. Cuando llega ese vacío terrible y se rompe todo a tu alrededor. Llega un momento en que no recuerdas cómo era trabajar...

"Detrás de las cifras, desoladoras, hay rostros y vidas rotas, sin esperanza, sin nada. Cáritas presentó esta mañana en Madrid un informe con el título ‘Economía y Personas. Cambiando el foco cambiamos los resultados’, con datos de una actividad exitosa, pero colocó en el centro de la mesa de expertos a un parado de larga duración, José Manuel García, tirado en la calle durante meses. 

Ahora trabaja en una empresa agrícola de economía social impulsada por Cáritas Sevilla, llamada Bio-Alverde. Otras 16.500 personas sin esperanza encontraron empleo el año pasado a través de ese plan de “economía solidaria”, desde donde esperan dar el salto al mercado laboral ordinario.

Cuando terminó su relato, a punto en un par de ocasiones de soltar las lágrimas, José Manuel García, sevillano de 50 años, recibió el aplauso de los periodistas. Les había encogido el corazón. “Tienes un buen trabajo estable, te despreocupas de formarte mejor y de pronto te dicen que llega una crisis y que se cae el velo de la especulación. 

La víctima eres tú, claro, entre los primeros, el que te caes del trabajo con 40 años, que dicen que es una edad en la que ya te ven viejo para emplearte pese a que a lo mejor te quedan todavía cincuenta años vida. Al paro. Así, de la noche a la mañana, sin esperarlo y, claro, sin merecerlo”, contó.

Había trabajado en un hotel de tres estrellas en el centro de Sevilla, en los años 90, época de euforias y grandilocuencias. 

 “Pensábamos que todo iba a ir bien. Pero no llegó tanta gente como se había dicho. Al paro. Seis meses. Parece que gusté a los jefes y me colocaron pronto en una floristería, que servía sobre todo a funerarias. Allí 13 años. Era un trabajo estable, pensé despreocupado. Pero llegó otra crisis. Así me convertí en parado de larga duración como suele decirse. Hubo un momento en que no recordaba cómo había sido trabajar”.

Separado de su mujer, que pronto perdió también su trabajo, pasó cinco meses durmiendo en un coche, comía en los comedores sociales, se vestía y duchaba en las Hermanitas de la Caridad. “Ya no tienes dinero, vas perdiendo a los amigos, y los seres queridos empiezan un día, poco a poco, a culparte de tu situación. Así vas perdiendo el amor de tus padres, y el amor de tu mujer. Caes y caes. 

Cuando llega ese vacío terrible y se rompe todo a tu alrededor, y la vida parece que ya no tiene remedio porque se te han acabado las ayudas oficiales por estar en paro y ya no te van a dar nada más para seguir vivo, esperas que te atiendan de otra manera las instituciones, pero no lo hacen. Y ya solo te queda la caridad”, recuerda.  (...)"               ( , El País, 27/04/17

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