"(...) La propaganda surtió efecto hasta el pasado jueves. Desde entonces, el
chiringuito independentista se vino abajo con el anuncio de Banco
Sabadell de trasladar su sede social fuera de Cataluña. El universo de La Caixa (CaixaBank, Criteria, Gas Natural y Abertis)
también preparaba su salida. El golpe de Estado ‘indepe’ había muerto.
Porque Cataluña es La Caixa y La Caixa es Cataluña. No se entiende el
estado del bienestar y asistencial en Cataluña sin la aportación de la
Fundación La Caixa. (...)
La necesidad obligaba. Al final, la fuerza del cajero automático ha sido
mayor que la de las urnas. Otro error de cálculo por parte de la cúpula
secesionista. La abultada retirada de depósitos de Sabadell y CaixaBank
obligaba a los bancos a tomar partido. (...)
“Esto no va de sentimentalismos, va de negocio”, les trasladó Josep Oliu,
presidente de Sabadell, a Junqueras y Puigdemont, en la víspera del
cambio de sede. Habló con los dos por separado. Como también lo hizo
Fainé. Y el negocio obliga a defender a los accionistas pero también a
los clientes y depositantes.
En esa nebulosa jurídica de la Cataluña
independiente fuera de la Unión Europea, ni CaixaBank ni Sabadell
podrían recibir asistencia del Banco Central Europeo o su rating
empeoraría hasta niveles de bono basura que les haría prácticamente
imposible o enormemente caro poder financiarse en los mercados. Una
incitación a los grandes inversores a deshacer sus posiciones.
En cuanto
a los clientes, sus ahorros hubieran quedado fuera de la protección del
Fondo de Garantías de Depósitos español que se nutre de las
aportaciones del sector financiero. “Esto no va de sentimentalismos, va
de negocio”. Y Sabadell y CaixaBank, como tantas otras empresas que han
emprendido la mudanza, cuentan con más del 75% de su negocio en el resto
de España. La cuenta de resultados obliga al éxodo.
La puñalada al plan secesionista se
convertía en mortal de necesidad. Con ambas entidades fuera de Cataluña,
el Govern pierde la infraestructura para transformar CaixaBank y
Sabadell en su banco central catalán. (...)
El cajero ha terminado por ser más
determinante que la urna. Porque de los cajeros de Sabadell y CaixaBank
salió mucho efectivo durante toda esta semana. Y de sus oficinas de toda
España en forma de efectivo o transferencias hacia otras entidades. El
ciclo del dinero ante una crisis es idéntico. Buscar un refugio seguro.
La salida de depósitos, pero también las llamadas de fondos preguntando
por los planes alternativos, obligaron a adelantar la toma de la
decisión. Y ahí llegó el problema. Porque el plan de escape estaba listo
en Sabadell. Apenas necesitaba 24 horas para reunir al Consejo y
preparar las maletas. Pero no así en CaixaBank ante la negativa de la
Comisión Ejecutiva de la Fundación La Caixa, máximo accionista, a
efectuar el cambio estatutario para evitar la aprobación en una junta de
accionistas.
Luces rojas en las torres negras de CaixaBank pero también
en el Gobierno ante la inestabilidad que para el sector financiero, aún
en proceso de digestión de la liquidación exprés de Popular, podría significar cualquier tipo de tormenta en la mayor entidad catalana.
“La nueva ley –vía Decreto-
está motivado en las dificultades que tenía CaixaBank pero también
ayuda a todas aquellas empresas que también pudieran tener algún tipo de
contratiempo estatutario a facilitar su marcha en un momento crítico
como el actual”, aseguran desde el Gobierno. (...)
Lo cierto es que CaixaBank es too big to fail. Y lo cierto, también, es que el Decreto aprobado el pasado viernes
supone el segundo salvamento del Gobierno al grupo catalán. El primero
se produjo a finales de 2012, en plena tormenta financiera.
Entonces, el
Gobierno prefirió la venta del Banco de Valencia a su desaparición,
pese a que que el FROB encargó un informe a la consultora Oliver Wyman
que demostraba que el coste de la liquidación de la entidad valenciana
era inferior a lo supuso su venta final a La Caixa.
El estudio de la
auditora reveló que el proceso de desaparición de la entidad valenciana
tendría un precio que se movería en una horquilla entre 5.600 millones a
7.400 millones. Sólo las dos inyecciones de capital que efectuó el
Estado sumaron 5.500 millones. La entidad valenciana recibió una primera
línea de capital de 1.000 tras su intervención. Posteriormente, se
produjo una segunda inyección de 4.500 millones, con cargo a los fondos
europeos provenientes del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).
A
esos 5.500 millones, hubo que sumar la cuantía que recibirá La Caixa, su
nuevo dueño, en forma de ayudas para cubrir la pérdida sobre una
determinada cartera de préstamos. En total, el Esquema de Protección de
Activos concedido a la entidad presidida por Isidro Fainé obligará al
Estado a cubrir el 72,5% de un volumen de créditos por valor de 6.400
millones.
Aquella precisa operación quirúrgica
inyectó capital a CaixaBank en un momento crítico para el sector
financiero español, con la puerta de los mercados cerrada con varios
candados. Ahora CaixaBank se establece en la antigua sede del Banco de Valencia en Valencia; mientras que Sabadell hace lo propio con la CAM en Alicante. Paradojas de la vida. De inmuebles rescatados a rescatadores." (
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