"(...) Para luchar contra los paraísos fiscales es necesario llevar a cabo,
al mismo tiempo, una transformación radical del Estado. Esto es así
porque tanto los unos como los otros forman parte del entramado de poder
que da sustento al capitalismo global.
El Estado extrae recursos de la
sociedad que, luego, mediante los mecanismos de la deuda soberana, es
probable que acaben en las redes de los paraísos fiscales y, desde ahí,
de vuelta al Estado en forma de financiación en los mercados
internacionales.
El resultado es una transferencia de renta invertida,
es decir, de las capas medias y bajas a las élites. No hay democracia,
que merezca tal nombre, que aguante este exponencial crecimiento de las
desigualdades. Pero, si nos atenemos a la capacidad expropiatorias de
las élites, no hay tampoco, paradójicamente, Estados más consolidados
que los actuales.
Es por ello que las crisis de los sistemas político-sociales de los
últimos tiempos han podido convivir “pacíficamente” con una política
económica inamovible.
La UE es el ejemplo paradigmático de ello. El
desmantelamiento paulatino de los sistemas sociales en los Estados
miembros ha supuesto, en muchos casos, la quiebra de los sistemas
políticos tradicionales.
Pero esta quiebra, en el contexto de la UE, ha
dado lugar a una recomposición coherente con la lógica de las políticas
de austeridad y la intervención neoliberal de la economía. La crisis, se
podría decir, ha sido resuelta mediante una desestabilización
controlada de las sociedades, como si una transformación tan profunda
hubiera requerido de un mínimo de desahogo social, del simulacro
político en el que nos vemos hoy envueltos.
Por todo ello, los continuos
llamamientos a la persecución de los paraísos fiscales pecan de
ingenuos si no asumen su condición de engranaje de una maquinaria
expropiatoria que necesita, quizá más que nunca, del Estado.
En este
sentido, puesto que la realidad fiscal se encuentra partida en dos
-entre ese 1% desterritorializado y el otro 99% encerrado en el Estado-,
acabar con las políticas de represión salarial o una subida
considerable del salario mínimo haría más contra el fraude fiscal que
los impotentes llamamientos a la transparencia financiera internacional.
Todas esas fuerzas malgastadas en perseguir flujos de capitales
podrían ser redirigidas al cuerpo sólido del trabajo y los salarios, en
luchar, en definitiva, contra un rival que esté a la altura. Este es,
visto con perspectiva, el campo de batalla más accesible para que el
resultado no sea siempre una frustración tras otra." (Victor Prieto, Graduado en Ciencias Políticas por la UCM, Máster de Estudios Avanzados en Filosofía y opositor a TAC, Econonuestra, 09/11/17),
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