Una foto símbolo de la guerra de los militares israelíes contra los menores palestinos
"La foto, de la agencia palestina Ma’an, se extendió con rapidez hace unos días, el 7 de diciembre.
Mostraba a un palestino detenido en Hebrón y rodeado de soldados israelíes en las protestas por el reconocimiento por Trump de Jerusalén como la capital israelí.
El arrestado era Fawzi al-Junaidi, de 16 años, un menor de edad.
El número de soldados era 23. El comentario más extendido: ¿cuántos soldados israelíes se necesitan para detener a un adolescente?" (Guerra eterna, 11/12/17)
"(...) La declaración de Trump reconociendo a Jerusalén capital de Israel, en flagrante contradicción con el derecho internacional, es un golpe a los palestinos y a la comunidad internacional. (...)
Por cierto, se trata de un acto de violencia simbólica, porque en
realidad la cotidianidad de los palestinos no cambia en nada, ni afecta a
sus condiciones de vida, ni para bien, ni para mal. Tampoco podemos
decir que esta nueva política de EE UU tire por borda el proceso de paz,
pues en realidad tal proceso no existe, de modo que no se puede acabar
con lo que ni siquiera ha comenzado.
Pero esta declaración tiene
un efecto fatal para todos aquellos que todavía nos aferrábamos a la paz
y queríamos creer que no todo está perdido. La postura claramente
sionista del gobierno estadounidense ha acabado con los últimos
vestigios de esperanza que quedaban en algunos activistas por la paz y
ha puesto en evidencia, con toda impiedad, que esa lucha la hemos
perdido. (...)
Después de 50 años de lucha contra la ocupación, ha llegado la hora de
reconocer que no nos quedan más municiones y que el enemigo nos ha
doblegado. La comunidad internacional es impotente y los actores sobre
el terreno son demasiado débiles para invertir estos resultados. El
único país en el planeta que podría imponer una solución es EEUU y Trump
ha dejado claro que hará lo que los evangelistas y los judíos le
pidan.
Muchos de mis amigos se percataron ya hace un año que esto ya ha
acabado- que de un personaje desequilibrado no hay nada que esperar.
Pero a pesar de todo, algunos creíamos que el acercamiento
estadounidense a Arabia Saudí llevaría a Trump a formular alguna
propuesta que los palestinos pudiesen llegar a aceptar.
Algunos indicios en el terreno, como la prohibición de construir nuevos
asentamientos, o la postergación del traslado de la embajada de EEUU de
Tel Aviv a Jerusalén, generaron la impresión de que el gobierno de EE UU
estaba consolidando algo viable, no precisamente acorde a las
expectativas palestinas, pero alguna fórmula que permitiese crear un
estado independiente en gran parte de sus territorios ocupados.
Pero los
más realistas de nuestros compañeros no tenían dudas de que todo era
una farsa y un fraude. De algún modo debemos agradecer a Trump por
haber puesto fin a esta comedia de mal gusto y abrirnos los ojos. Ya era
hora de dejar de auto-engañarnos.
En adelante debemos cambiar los paradigmas. Dejaremos de pensar en
cómo acabar la ocupación para imaginar cómo continuar viviendo en una
realidad en la que la ocupación es un hecho consumado. Mientras el
movimiento pacifista se debatía en derredor a la cuestión de si es
preferible la creación de dos estados o de un estado bi-nacional, la
derecha israelí y estadounidense han clavado el último clavo en el ataúd
del proceso de paz, que en realidad había muerto ya hace tiempo, aunque
nos negásemos a reconocerlo.
Ahora ninguna de aquellas dos
alternativas son reales, porque aquellos que detentan el poder no
permiten ni una solución ni la otra. O tal vez, habría que decir, no han
sido nunca reales, y ahora todavía menos. En adelante, Israel tendrá
luz verde para acabar con la Autoridad Palestina, que al carecer de la
posibilidad de crear su propio estado tampoco tiene razón de continuar
existiendo.
Paulatinamente, Israel irá destrozando lo poco que queda de
la Autoridad Palestina, y cuando, como consecuencia del caos que se
genere con “estimulo" israelí, Hamas tome el poder, Israel tendrá el
pretexto ideal para volver a reconquistar los territorios palestinos y
acabar con este frágil y endeble gobierno semi-autonomo.
Pero
este escenario tiene su precio. Y a la larga, Israel lo pagará con
creces. Israel puede controlar a la población palestina, pero no a la
demografía. En el curso de una generación los palestinos serán mayoría, y
no hay forma de evitarlo. Cuando se transformen en mayoría, Israel no
podrá continuar siendo un estado judío.
El gobierno y el ejército serán
israelíes, pero el tejido humano será palestino, y la cultura musulmana
será la dominante. A partir de ese momento, Israel deberá aplicar un
régimen de Apartheid, y el destino de Israel será similar al de
Sudáfrica. Hay muchas formas de acabar con un imperio.
El imperio
israelí sucumbirá ante la demografía palestina. Llevará más tiempo,
pero es inevitable. Para los pacifistas israelíes será triste, pero
también un alivio. Un país racista no tiene derecho a existir, y este no
es el país que anhelamos para nuestros hijos. "
(Meir Margalit
. Geógrafo y urbanista, ha desarrollado su obra en Jerusalén, ciudad
en la que reside y de la que ha sido concejal, además de un destacado
activista del movimiento por la paz. Sin Permiso, 10/12/17)
No hay comentarios:
Publicar un comentario