16.1.18

La aparición de la clase trabajadora como actor político que votó por la derecha en las elecciones del 21D catalán... lo mismo que ha ocurrido con Trump, con el Brexit, con Le Pen, es el tema del que no se habla. Este voto a Ciudadanos ha sido un voto de protesta al establishment político mediático (nacionalista primero e independentista después) que gobierna la Generalitat de Catalunya

"Una realidad que ha pasado desapercibida en los múltiples análisis que se han hecho en los mayores medios de comunicación españoles, incluyendo catalanes, de las votaciones que tuvieron lugar en Catalunya el 21 de diciembre es que lo que ha sucedido en Catalunya tiene algunos puntos de semejanza con lo que ha estado ocurriendo en otros países a los dos lados del Atlántico Norte. 

Me estoy refiriendo al resurgimiento de amplios sectores de la clase trabajadora como nuevo agente de cambio a favor de opciones de derecha o incluso ultraderecha. En EEUU, por ejemplo, esta clase social –la clase trabajadora- (que círculos del establishment político mediático estadounidense apenas reconocían su existencia, asumiendo que había desaparecido o se había convertido en clases medias) jugó un papel determinante en la elección del candidato Trump, un candidato de la ultraderecha estadounidense que se había presentado como el candidato antiestablishment, salvador de la patria, frente al neoliberalismo y globalización promovidos por el Partido Demócrata gobernante, que supuestamente estaba debilitando la identidad nacional del país.

En Francia, fue también la olvidada clase trabajadora la que fue el apoyo electoral mayor de la ultraderecha francesa, dirigida por Marine Le Pen, en protesta a las políticas neoliberales del Partido Socialista presidido por el Sr. Hollande (que habían afectado muy negativamente la calidad de vida y bienestar de tal clase), y también en rechazo a la dilución y pérdida de la identidad francesa amenazada por la integración europea promovida por el gobierno Hollande. 

El cinturón rojo de París dejó así de apoyar a las izquierdas y votó en su lugar a la ultraderecha. Una situación casi idéntica apareció en la Gran Bretaña. En aquel país fue también la clase trabajadora la que apoyó masivamente la salida del país de la Unión Europea como oposición al establishment neoliberal europeo y como consecuencia de su deseo de recuperar la identidad británica. Como bien escribió Owen Jones, autor de Chavs. 

La demonización de la clase obrera (Capitán Swing, 2012), la ignorada o supuestamente desaparecida clase trabajadora, existía y su protesta estaba abrumando a las estructuras de poder británico, lo que culminó más tarde en el Brexit.

¿Ha pasado algo semejante en Catalunya? La aparición de la clase trabajadora como actor político en las elecciones del 21D

No puede dudarse que, en base a los datos disponibles y fácilmente accesibles, el hecho más notorio que ocurrió aquel día de las elecciones del 21D no fue solo la elección -de nuevo- de la coalición independentista, liderada por Convergència (conocida después como PDeCAT y últimamente como Junts per Catalunya, que ha gobernado Catalunya durante la mayor parte del periodo democrático), sino también el apoyo electoral de grandes sectores de la clase trabajadora a Ciudadanos, uno de los partidos políticos más opuestos a Convergència, y al establishment político mediático catalán que ha controlado durante la gran mayoría al periodo democrático todos los aparatos de la Generalitat de Catalunya. 

Este voto a Ciudadanos ha sido un voto de protesta al establishment político mediático (nacionalista primero e independentista después) que gobierna la Generalitat de Catalunya promoviendo a través de los medios públicos de la Generalitat, como TV3 y Catalunya Ràdio, así como de los medios privados (todos ellos subvencionados por fondos públicos), un nacionalismo conservador –el pujolismo-, recientemente convertido en independentismo, que polariza Catalunya según el sentido de identidad nacional de sus ciudadanos y, a lo cual, la clase trabajadora, de mayoría castellanoparlante, se opone.  (...)

El apoyo electoral de la clase trabajadora catalana a Ciudadanos

El voto a Ciudadanos fue muy acentuado en los barrios obreros de Barcelona y Tarragona, provincias que concentran la gran mayoría de la clase trabajadora en Catalunya. El análisis electoral muestra que aquellos barrios por debajo de los niveles medianos de renta del municipio votaron por Ciudadanos.

 Un análisis sobre la procedencia del apoyo a Ciudadanos muestra claramente que provino predominantemente de los barrios obreros, y muy en especial de Barcelona y Tarragona, alcanzando ahí porcentajes del voto electoral de casi el 35-40% del electorado. Ejemplos son Ciudad Meridiana, Trinitat Nova, La Marina del Prat-Zona Franca, Vallbona, Trinitat Vella, Torre Baró, Les Roquetes o el Turó de la Peira, entre otros, todos ellos con un nivel de renta inferior a la mediana de la ciudad de Barcelona.

 Pero incluso en barrios obreros populares, con elevada densidad de la clase trabajadora con niveles de renta semejantes e incluso ligeramente superiores al promedio de la ciudad, como la Sagrera, el porcentaje de voto fue elevado (un 25%) garantizando que fuera el primer ganador en la mayoría de barrios de clase trabajadora.

De lo que no se dijo sobre Ciudadanos durante la campaña electoral: su filosofía económica es neoliberal, idéntica al PDeCAT

Ahora bien, lo que merece ser citado es que durante la campaña electoral el carácter neoliberal de tal partido –Ciudadanos- apenas apareció. En realidad, Ciudadanos es de la misma familia política que Convergència (que se rebautizó como PDeCAT y últimamente como Junts per Catalunya), lo cual casi nunca apareció en la campaña electoral. 

La evidencia de que sus políticas neoliberales (como la reducción de gasto público, la reducción de impuestos, su oposición al incremento del salario mínimo, entre otras) dañarían a las clases trabajadoras que les votaron es abrumadora.  (...)

Pero esta orientación neoliberal, sin embargo, no pasó desapercibida por las clases más pudientes catalanas que sí consideraron correctamente a Ciudadanos como el más sensible a sus intereses.

 La gran paradoja del electorado favorable a Ciudadanos fue su curva en forma de U, siendo muy acentuada entre las rentas inferiores –clase trabajadora- por un lado, y entre las clases pudientes de mayor renta, por el otro. 

El barrio barcelonés donde Ciudadanos consiguió un mayor porcentaje de voto fue el más rico de Barcelona, Pedralbes (un 42%). Las clases dominantes tienen siempre una conciencia de clase más desarrollada que cualquier otro grupo o clase social. 

El apoyo de las clases pudientes a Ciudadanos era lógico y predecible pues respondía a sus intereses. No así, sin embargo, el apoyo recibido por tal partido por la clase trabajadora, que vería afectada negativamente su bienestar económico y social por la aplicación de tales políticas.

Lo mismo ocurrió, por cierto, en EEUU. Los mayores porcentajes de apoyo a Trump (que era el candidato que representaba con mayor crudeza a la clase empresarial estadounidense, profundamente antisindical) provenían de los barrios blancos más pobres (de clase trabajadora) y también de los barrios más pudientes. 

La coherencia en el comportamiento electoral de las clases pudientes (que correctamente leyeron quiénes defendían mejor sus intereses de clase) contrastó también en aquel país con la incoherencia del comportamiento electoral de las clases trabajadoras subalternas que priorizaron la expresión de su enfado y su nacionalismo identitario sobre sus intereses de clase.

Había gran interés en que el tema nacional acaparara todo el tema electoral

La centralidad del tema nacional identitario ocultó e hizo irrelevante la importancia del tema social. Y esa fue la gran victoria de las derechas el día 21D. Los dos partidos mayoritarios, vencedores de las elecciones, uno liderando el futuro gobierno mayoritario independentista (la antigua Convergència con el nombre de Junts per Catalunya), el otro liderando la oposición (Ciudadanos), eran ambos miembros del grupo europeo liberal, cuya más reciente aportación al Parlamento Europeo fue proteger los paraísos fiscales existentes en Europa. La centralidad en la temática de las banderas fue su gran éxito. 

Lo cierto es que el debate de las banderas fue un diseño bien ejecutado por las fuerzas dirigentes del Estado español por un lado (el PP, Ciudadanos y el PSOE) y de la Generalitat de Catalunya, por el otro (PDeCAT o Junts per Catalunya, con la ayuda de ERC), para no hablar de sus responsabilidades en haber causado la gran crisis social de Catalunya (y de España). 

La rigidez y falta de sensibilidad del PP hacia las demandas nacionales procedentes de Catalunya, le suponía réditos electorales en el resto de España. Y el “procés” diseñado por los independentistas hacia la independencia exprés, así como las tensiones generadas, eran necesarias para aumentar sus bases electorales, que lograron ampliar. 

Las detenciones y “exilios” movilizaron el apoyo electoral al independentismo. Y puesto que a ambos partidos tampoco les interesaba que se reavivara el eje derechas versus izquierdas (por su gran vulnerabilidad si ello hubiera ocurrido) no hubo interés en salirse del tema nacional. (...)

¿Por qué ahora la clase trabajadora catalana votó a la derecha ultraliberal?

La respuesta a esta es relativamente fácil. En realidad, es fácil de entender por qué el cinturón rojo de Barcelona ha votado naranja dejando de votar rojo o morado en estas elecciones. No hay ninguna duda de que, de la misma manera que el PP ha sido el mayor fabricante de independentistas, el gobierno independentista de Junts pel Sí ha sido el mayor fabricante de Ciudadanos en Catalunya. 

 Cada vez que la coalición gobernante en Catalunya de Junts pel Sí se define como representante del pueblo catalán hiere los sentimientos identitarios de muchos de los catalanes no independentistas que reclaman también ser españoles y que, por cierto, son la mayoría de ciudadanos que vive en Catalunya.

 No hay duda que la máxima causa de que grandes sectores de la clase trabajadora en Catalunya votara a Ciudadanos se debe al éxito de canalizar el sentimiento español a través suyo.

En la misma manera en que, nunca antes en Catalunya, los independentistas habían mostrado mayor agresividad en el desarrollo de su “procés”, nunca antes había habido una respuesta igualmente contundente por el sentido de pertenencia a España. 

Tenía que haber sido claro desde el principio para las izquierdas catalanas no independentistas que un adversario mayor para ellas sería Ciudadanos que utilizaría la defensa de la españolidad para movilizar ampliamente a la clase trabajadora a su favor. Debiera haber sido necesario mostrar que detrás del supuesto “patriotismo” español estaba la versión más “dura” del neoliberalismo. Y los datos así lo muestran claramente. 

El trasvase de votos desde las izquierdas no independentistas a Ciudadanos ha sido importante y significativo. Más de un 25% del voto a Catalunya En Comú-Podem y cerca del 36% del voto al PSC en 2015 fueron a Ciudadanos el 21D. Naturalmente que hubo también una transferencia en sentido contrario, pero mucho menor (Toni Rodon, “On han anat els vots del 27-S aquest 21-D?”, Naciódigital, 24 de diciembre de 2017).  (...)"    

(Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 5 de enero de 2018, en www.vnavarro.org, 05/01/18)

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