26.1.18

Se trataría de generar la infraestructura necesaria para producir dos bienes, el dinero y el crédito... para lo que será necesario crear mecanismos de confianza autogenerados desde la ciudadanía que podríamos denominar el procomún del dinero

"(...) El sector bancario está sufriendo una reducción en su negocio y en sus márgenes gracias a la irrupción de los prosumidores. Por el lado del crédito, con el P2P lending, o las plataformas que articulan el crédito de particular a particular, como Zopla o Comunitae.  

Por el lado de la creación monetaria, que es en realidad la principal función del sistema bancario, la competencia disruptiva está llegando de Bitcoin. Bitcoin permite la desintermediación del sistema monetario, cada persona puede crearse una cuenta y recibir y enviar bitcoins a través de internet por medio de un protocolo denominado cadena de bloque.

 Este protocolo permite que la tradicional función del banco, que es mantener la información de quien debe a quien qué, sea sustituida por las verificaciones entre pares (P2P).

 O sea, en lugar de que cada banco mantenga un libro contable con las transacciones que realiza, la cadena de bloque permite que se mantenga un libro público de registro de estas transacciones. Las personas que participan en este sistema, verifican las transacciones, sin necesidad alguna de que un banco lleve a cabo esta función. Ya hay más transferencias internacionales en bitcoin que a través de Western Union.  (...)

A corto y medio plazo es probablemente la mejor opción y ya hay distintas ciudades y países que están haciendo pruebas piloto para evaluar su viabilidad. 

Sin embargo hay que tener presente que una renta básica en moneda convencional depende para su sostenibilidad en el tiempo de los ingresos fiscales de los gobiernos, y tal como hemos apuntado antes, la desmercantilización previsiblemente reducirá la renta y con ella, tal como están configurada la fiscalidad en el momento presente, los ingresos fiscales de los gobiernos. 

Es muy probable que a largo plazo sea necesario otro tipo de solución complementaria o sustitutiva de la renta básica en moneda convencional.
Por ejemplo, en Gran Canaria hay una moneda social, el demosxxiv que puede servir de inspiración. El demos es una moneda que se pone en circulación con el pago de una renta básica y no depende de ingresos fiscales convencionales. 
La renta básica en moneda social es un tipo de solución que se está testando en este y otros proyectos piloto cuyas posibilidades están aún por desplegarse en su verdadero potencial. En la misma línea, los autores suizos del libro “The End of Banking”xxv han explorado la posibilidad teórica de modelo monetario en el que la creación monetaria se produce con transferencias de renta del Estado a los ciudadanos (esto abriría la vía para el pago de una renta básica) y con un tipo de interés negativo (oxidación) se impulsa a la gente a invertirlo en empresas o gastarlo.
Otra posibilidad consiste en cambiar de forma radical la fiscalidad. Partiendo de la base de que la mayoría de los bienes que provee el Estado son servicios que llevan a cabo los propios ciudadanos, y lo que va a ser abundante en el nuevo escenario serán el tiempo de trabajo disponible de dichos ciudadanos, una posibilidad de sufragar la producción pública del Estado sería algo similar a que los ciudadanos entregasen sus contribuciones en vales que representen un determinada cantidad de dinero en horas de su propio trabajo. 

Se trataría de una fiscalidad complementaria a la fiscalidad que graba los ingresos de los ciudadanos y las empresas. Los vales serían un nuevo sistema monetario respaldado con horas de trabajo de las personas.  (...)

Estrategias para una nueva fiscalidad
Si pudiéramos convertir el tiempo disponible de cada persona desempleada (el tiempo laboral: por ejemplo 8 horas diarias) en dinero, seríamos un país rico. Como apuntábamos antes, una posibilidad para incrementar los ingresos del Estado consiste en que los ciudadanos creen una moneda respaldada con su trabajo y con ella financiasen al Estado. 
Este sistema permitiría a los ciudadanos pagar en tiempo de trabajo los impuestos al Estado a cambio de que el Estado utilice justo este dinero para proveer los servicios públicos. Sería como hacer entrar al Estado en el esquema de una industria de prosumidores. Con ello se podrían sufragar todos los servicios que se han recortado recientemente en prestaciones sociales tales como educación o sanidad.
Este mecanismo podría funcionar así: primero se generarían los presupuestos generales del Estado, y luego se definiría qué proporción de ellos se financiará mediante este mecanismo. Esa cantidad se dividiría en partes iguales entre todos los ciudadanos y así tendríamos la aportación tributaria per cápita en la moneda ciudadana.
 Los ciudadanos crearán la cantidad de moneda necesaria para pagar estos impuestos al Estado con un mecanismo a implantar de moneda complementaria. Al pagar, el ciudadano se endeuda con el sistema por la misma cantidad que ha pagado, es decir, tendrá una deuda sin intereses con los demás conciudadanos y el Estado en su nombre, una deuda tributaria. 
El Estado usa el dinero que han pagado los ciudadanos para pagar sobre todo servicios, servicios que los ciudadanos van a proveer con su trabajo. El ciudadano, debe cancelar su deuda en un periodo determinado. Si el pago de impuestos es anual, el periodo de cancelación de la deuda también lo sería, así como el periodo a realizar esos trabajos.
 Esta obligación de cancelar la deuda exigirá al ciudadano llevar a cabo algún trabajo necesario para ingresar la cantidad necesaria en moneda ciudadana como para cancelar su deuda tributaria. Una vez recibe la cantidad suficiente para pagar su deuda tributaria, ya no necesitará trabajar más para cancelar la deuda. Este modelo podría suponer el reparto del empleo del Estado, o no. 
La posibilidad de mantener el esquema actual de trabajo funcionarial es factible y en el corto plazo sería lo más fácil, los funcionarios obtendrían una parte de sus ingresos en este tipo de moneda, y quizá otros ciudadanos no recibirían ningún pago directo del Estado en ella.
 Los funcionarios necesitarán comprar bienes y servicios en el mercado, y otros ciudadanos necesitarán obtener la moneda para compensar su deuda tributaria, con lo cual, existe capacidad de intercambio entre ellos y la moneda puede circular.
Cabe la posibilidad de generar algún tipo de vínculo entre la producción pública financiada por el Estado y la producción pública a iniciativa de las comunidades auto-gestionadas. Se trataría de destinar una parte de los presupuestos para que los ciudadanos elijan libremente qué trabajos desean hacer para el bien público y que su retribución venga marcada por el aprecio de sus conciudadanos muestren ante estas aportaciones. 
Se trataría de descentralizar la toma de decisiones respecto a qué hacer para incrementar el bien común. Un sistema que empieza a perfilar este tipo de retribución en moneda social es Civi Club que paga puntos a las personas que realizan aportaciones a ciertas ONG; estos puntos se pueden utilizar en descuentos de productos de las empresas colaboradoras que obtienen así un reconocimiento de responsabilidad social corporativa. 
Otro proyecto, Autentika, retribuye de una forma parecida acciones enfocadas al bien común publicadas por la gente en Facebook en función de los “me gusta” que recibe de otras personas.  (...)

Los mecanismos de publicidad del sistema, como revistas o páginas web donde figuran todos los integrantes, proporcionan a las empresas nuevos clientes entre los demás participantes en el sistema. En una estructura económica diversificada, este tipo de sistemas constituyen un factor de competitividad esencial para muchas empresas pequeñas y medianas, pues blinda su acceso a la liquidez y las desvincula de los avatares del mercado financiero global. 

 Los sistemas de monedas sociales y complementarias actúan de forma contracíclica, aumentan el multiplicador económico en su ámbito de actuación y aportan estabilidad macroeconómica, tal como se ha probado en el caso del WIR suizo, una moneda complementaria suiza creada por un grupo de empresarios para su propio uso en la gran depresión y que ha sido estudiado en sus 80 años de existenciaxxxix: en las épocas buenas no crecen mucho, pero en las contracciones económicas que son típicas en las crisis financieras, suponen una tabla de salvación para numerosas empresas y sus participantes aumentan en número y grado de actividad.
Los sistemas de moneda complementaria pueden tener un importante papel adicional y es el de convertir a los consumidores y empleados de las mismas en prosumidores. Susan George dijo en El informe Luganoxl que no tiene sentido seguir separando los mercados de producción (buscando lugares cada vez más baratos) y los mercados de consumo (buscando lugares con consumidores de alto poder adquisitivo) pues se trata de una aritmética imposible.
 En el fondo, los empleados y los consumidores son las mismas personas. Las monedas complementarias pueden suponer una herramienta de proteger el empleo de calidad. pues aceptando una parte del salario en moneda social el empleado garantiza la demanda de producto a su empresa y a todas las que como ella cumplan la regulación local (que el ciudadano como sujeto político ha participado en elegir) que garantiza los derechos del empleado y otros objetivos sociales y medioambientales. 
En la medida en que el empleado voluntariamente acepte moneda social generada por empresas locales, que cumplen la normativa local, en pago por su trabajo, se compromete a gastar esa renta en adquirir el producto de esas empresas, garantizando las ventas de las mismas y protegiendo así la supervivencia de su empleador y de su proveedor. 
Es más, la demanda de cada consumidor se convierte de este modo en un arma de negociación que le permite optar a un puesto como participante en el proceso productivo, y al reparto de ingresos del proceso productivo.  (...)

En primer lugar, este tipo de sistema genera una renta que no puede ir a ningún paraíso fiscal. Solo puede gastarse de forma local propiciando una sustitución del producto global por el producto local, en la medida en que haya producto local adecuado disponible, reduciendo así la distancia kilométrica de la cadena de suministro (entre el punto de producción y el de consumo) y la huella ecológica.
En segundo lugar, este tipo de sistemas suelen generar el dinero mediante crédito sin intereses, algo que también reduce el imperativo de crecimiento económico. Para crear este tipo de sistemas hay que afrontar el reto de gestionar el riesgo de crédito sin pago de intereses. 
Esto ha sido trabajado en el proyecto Eurocat, que propone la creación de una moneda complementaria para Cataluña, con una propuesta denominada Capital confianzaxli, en el que el crédito se basa en determinados criterios sociales, como los avales de otras empresas, que se traducen en un control social y descentralizado del crédito.   (...)

El debate monetario, que ha sido muy vivo durante un tiempo en los países de la zona euro, se ha despachado con la cuestión sobre si salir o no del euro, enfrentando a aquellos que prefieren tener una moneda fuerte sin soberanía con aquellos que quieren una moneda soberana pero débil y sometida al castigo de la especulación del mercado de divisas.
 Este es un debate superficial, pues la servidumbre consiste en tener que elegir entre un mal o el otro. La oportunidad es superar este debate con una transformación real del sistema monetario y financiero. 
Y esta transformación inevitablemente pasa por la obtención del reconocimiento del derecho ciudadano a participar en la toma de decisiones sobre el diseño y gestión del sistema monetarioxlii y respetar el derecho de todo ciudadano a crear dineroxliii, y por lo tanto, no poner trabas al proceso de desmercantilización el dinero y el crédito que ya se está produciendo.  (...)

La moneda generada en una plataforma de economía colaborativa al compartir casa podría servir también en una plataforma de compartir coche, o restringirse al uso dentro de la plataforma en la que fue creada. Esta nueva generación de sistemas monetarios podría ser una industria nueva, que sustituiría al oligopolio bancario por una infraestructura generada por parte de los prosumidores que necesitan utilizarla. 
Se trataría de generar la infraestructura necesaria para producir dos bienes, el dinero y el crédito. En el momento actual hemos sido ya testigos de un paso en esa dirección. El Bitcoin tiene muchas posibilidades de ser a la industria bancaria lo que Napster fue a la industria discográfica. 

No solo está acaparando un buen número de operaciones de envío de divisas a otros países, incluso apunta ya a constituirse en el nuevo activo refugio en caso de crisis, tal como se ha visto en el caso del Brexitxliv
La consecuente reducción de los ingresos de la industria bancaria les ha obligado a movilizarse en el mayor consorcio de entidades bancarias que se ha creado en mucho tiempo a la búsqueda de soluciones. Este consorcio se llama R3 y su razón de ser era crear Cordaxlv, una especie de bitcoin centralizado, que no va a servir para proteger su oligopolio. 
No es que el sistema bancario no pueda mejorar su eficiencia aplicando la cadena de bloque, que sí puede. La cuestión es que la cadena de bloque elimina la necesidad de tener un sistema bancario, lo cual nos lleva a un escenario en el que el monopolio se desactiva.  (...)

El procomún del dinero y del crédito
Una parte importante de la infraestructura necesaria para producir este bien es la confianza. El dinero es una institución social basada en la confianza. Los usuarios de la moneda dan su tiempo y sus bienes a cambio de la moneda de su país, lo que constituye la esencia del poder del dinero. 
Esa confianza históricamente ha sido tejida entorno a figuras autoritarias como reyes o Estados, pero en la actualidad es el sector bancario quien la detenta, aunque la desinformación al respecto es tal, que la creencia de que el dinero lo crea el Estado sigue muy extendidaxlvi
La innovación que ha aportado Bitcoin en este sentido es una evolución de la confianza en el dinero, que en este caso se basa en la tecnología que garantiza la escasez del Bitcoin y la inviolabilidad de su código. 
Sin embargo, el acceso a la producción del bitcoin no está al alcance de cualquiera, su producción es descentralizada pero tiene enormes barreras de entrada, no cualquier puede producir bitcoins por el coste que supone en infraestructura y energía, por lo que el bitcoin difícilmente puede ser un medio que permita el acceso a los prosumidores a la creación monetaria y que elimine sus barreras de entrada.
Para poder financiar las operaciones necesarias para que estas nuevas circunstancias puedan ser plenamente aprovechadas por la sociedad en general, será necesario el desarrollo de una nueva generación de sistemas monetarios y financieros que consigan mantener la escasez relativa, sin la cual el dinero no tiene valor y no funciona, pero garantizando el acceso de cualquier persona a su producción, que es lo que bitcoin no puede hacer, aunque la tecnología de cadena de bloque que da base a Bitcoin sí podría seguir siendo relevante para cumplir este propósito. 
En este sentido, será necesario crear otros mecanismos de confianza autogenerados desde la ciudadanía que podríamos denominar el procomún del dinero. Se trataría de mecanismos o protocolos para producir una confianza que sirva para dar respaldo a las monedas sociales y complementarias. 
Además de todo lo que lo que la tecnología de cadena de bloque pueda aportar en este sentido, podrían tener un papel central mecanismos para registrar la reputación de personas y empresas, que les permitan confiar las unas en las otras para respaldar la solvencia de estos nuevos instrumentos monetarios. 
El hecho de que muchos de estos nuevos instrumentos monetarios se crean a base de crédito mutuo, ha llevado a articular la idea del procomún del créditoxlvii concepto introducido por Thomas Greco y desarrollado Matthew Slater y un grupo de personas, entre las que me encuentro, para generar protocolos de convertibilidad entre monedas sociales, así como la propuesta de Capital confianza antes mencionada, en la que un factor para respaldar el crédito son los avales de otros participantes en el sistema.  (...)
  1. Sistema financiero y monetario: Será imprescindible sustituir el sistema financiero actual que se moviliza solo ante la escasez. Se puede modificar la forma en que el sistema monetario y financiero actual crea el dinero, lo que constituye un objetivo político, pero también es posible generar nuevos sistemas monetarios palalelos o complementarios y hacer que estos vayan gestionando cada vez más una mayor proporción de la economía, en concreto, los sectores desmercantilizables. Esto hará presión para la transformación del sistema convencional gestionado por los bancos centrales. Además, permitirá generar estrategias en las que la moneda convencional se ponga al servicio de financiar infraestructuras de acceso, sustituyéndola allí donde se pueda por monedas complementarias para poder hacerlo. Los sistemas de moneda sociales y complementarias pueden financiar algunas actividades importantes en la transición a un modelo económico de abundancia, como:
  1. Financiación ciudadana del Estado: Esta moneda nace cada año en el pago de impuestos (Ciudadano→Estado) y muere en el pago de servicios públicos (Estado→ Ciudadano). Se trata de una moneda emitida por el ciudadano para pagar al Estado contribuciones con las que el Estado financia servicios públicos que llevan a cabo los ciudadanos. Los ingresos del Estado se desvinculan de la obtención de renta, tanto del ciudadano como del Estado.
  2. Moneda emitida desde el Estado mediante el pago al ciudadano (por ejemplo de la renta básica). Se destruye con oxidación, pago de impuestos y servicios públicos (vendibles). El pago desde el Estado es un esquema bastante tradicional de emisión monetaria, la única novedad en este caso sería hacer lo pagando una renta básica ciudadana.
  3. Financiación empresarial: la moneda se pone en circulación cuando el empresario paga insumos productivos (empresa→ empresa o empresa→ ciudadano) y se destruyen con el cobro del producto en moneda complementaria (ciudadano→ empresa o empresa→ empresa). El mecanismo se origina con el fin de obtener financiación para la actividad productiva. Estas monedas proporcionan financiación estable y sin vaivenes originados en “los mercados financieros”. No se van a paraísos fiscales. Su coste es muy reducido (mucho menor que el interés bancario) y generan una renta local que se puede gastar solo localmente, provocando la sustitución de producto global por producto local cuando existan sustitutivos adecuados, y reduciendo la demanda energética.
  4. Inversión en infraestructuras: La moneda se crea cuando el ciudadano cambia moneda convencional a moneda complementaria. Se redimen cuando el ciudadano paga un servicio (producido por esa infraestructura) en moneda complementaria. La moneda convencional se sustituye por moneda complementaria para el consumo, y con esa moneda convencional se pagan infraestructuras de acceso. El ciudadano a cambio puede obtener una parte de la propiedad de la infraestructura así financiada. Este mecanismo se podría aplicar a la financiación de fuentes de energía renovable, asi como a la construcción de infraestructuras de otro tipo: vehículos solares o eléctricos, redes de telecomunicaciones (como güifi.net), viviendas sostenibles, etc.  (...)"
 Susana Martín Belmonte, Soberania Monetaria

 Versión para descargar: La era de la abundancia y sus condicionantes-2016-09-02

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