"Con la pérdida de la mayoría absoluta en el Congreso del actual
Gobierno, algunas personas ilusas pensamos que quizá tocara hablar y
actuar sobre las renovables, el mercado eléctrico y las cifras del
beneficio económico que las grandes multinacionales recogen de él, por
supuesto, con la ayuda del BOE. Creíamos que se abriría un debate y un
posicionamiento claro por las energías de las que disponemos y por la
transparencia de su gestión.
(...) pero no. España sigue siendo “reserva espiritual” de los hidrocarburos,
el carbón y las nucleares, y de igual forma sigue siendo un mercado de
energía opaco y patriarcal donde todo está estudiado para favorecer a
las grandes empresas del sector con las obscenas cifras de beneficios,
salarios y bonus de sus gestores.
La realidad es tozuda y en esta reserva espiritual del sur europeo el
sentido común brilla por su ausencia, porque vivimos en un país donde
nuestra pasividad permite que las principales eléctricas del país inflen
el precio de la electricidad para crecer de forma ilegal sus
beneficios. Donde no nos quita el sueño que un presidente de una de
estas compañías gane 44.000€ al día mientras seguimos enganchados a su
comercializadora.
O donde algún partido de la derecha investido del aura
de la “nueva política” de renovación liberal rompa sus acuerdos para
seguir alimentando el impuesto al Sol o tumbe la ILP contra los
desahucios y la pobreza energética.
Y es que en este asunto todo,
absolutamente todo, sigue igual menos la tarifa de la luz, que para la
inmensa mayoría de hogares y pequeñas empresas sigue subiendo sin parar.
¡Qué levante la mano a quien le suba el sueldo con la misma rapidez y
periodicidad que la tarifa de la luz!
En el siglo XXI debiera ser
inconcebible que en un país el precio de la energía —el precio de un
servicio básico y primordial— lo marquen los consejos de administración
de 4 empresas y que desde esos mismos consejos de administración le
remitan al Ministerio de Industria los reales decretos ya redactados.
Igual de inconcebible debiera ser que en un país de la Europa del siglo
XXI se estén frenando las renovables o el autoconsumo de forma tan
descarada y en contra de todas las directivas europeas de eficiencia
energética y promoción de las renovables, al tiempo que más de 7.000
personas mueren cada invierno por falta de calefacción.
Pero,
como dice el ex-vicepresidente Rato, “no es un saqueo, es el mercado,
amigo”. Él bien sabe de esto desde que en el año 1997 impulsó con el
gobierno de Aznar la ley del sector eléctrico, que sienta las bases del
actual mercado, con una liberalización dudosa y desde luego un desastre
para más de veinte millones de familias y pequeñas empresas, que pagamos
una de las tarifas más caras de electricidad de toda Europa.
Desde el activismo ecologista y en favor de las renovables, se exige
desde hace mucho tiempo una auditoría del mercado eléctrico. No hay
opción. Seguimos pagando la energía hidráulica de los pantanos públicos
como si fuera caviar ruso y la nuclear como si fuera limpia y sin más
costes añadidos, además de unos costes de distribución que marcan las
grandes eléctricas y que sin ningún pudor el Gobierno admite sin más.
Además, ¿qué es eso de que el gas es una energía limpia como un ministro
tras otro repite mientras algún que otro directivo se frota las manos? (...)" (Juange Iglesias, El Salto, 03/02/18)
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