"El conocido y prestigioso European Trade Union Institute ha publicado un
informe (“Bad Jobs” recovery? European Job Quality Index 2005-2015)
sobre la calidad del empleo en los 28 países de la Unión Europea que es
demoledor para España. (...)
En la mayoría de los indicadores de calidad de empleo utilizados en este excelente estudio -(1) salarios, (2) formas de empleo y seguridad laboral, (3) tiempo de trabajo y equilibrio trabajo-vida, (4) condiciones de trabajo, (5) habilidades y desarrollo en su carrera laboral, y (6) representación sindical-, España aparece en el informe a la cola (repito, a la cola) de toda la Unión Europea, sólo después de Rumanía y Grecia (Figura 2, p.11 del informe).
En una puntuación de 1 (peor) a 10 (mejor), recibe un 3 de en el Job
Quality Index (la más baja después de los dos países citados), mientras
que los países nórdicos de la UE, Suecia, Finlandia y Dinamarca,
reciben, respectivamente, un 7,5, un 8 y un 9 (las más altas).
España,
cuyo establishment político-mediático se enorgullece de tener una de las
economías más fuertes y desarrolladas de la UE (la quinta economía de
la UE), con un nivel de riqueza (23.200 euros en PIB per cápita en 2015,
según Eurostat) semejante al promedio de la UE (28.900 euros en PIB per
cápita en 2015, también según Eurostat), es de los países que peor
trata a sus trabajadores, dato que apenas aparece en los mayores medios
de información.
Y ello ocurre en cada componente que configura dicho
indicador de calidad del empleo. Veamos los datos.
España no es sólo el país de la UE donde
hay mayor precariedad, sino que es también el país donde el crecimiento
de la precariedad ha sido mayor durante el periodo 2010-2015
España tiene uno de los mayores
porcentajes de la población laboral con inestabilidad, con temporalidad
indeseada y con dificultad para encontrar empleo indefinido (principales
componentes de la definición de precariedad) en la UE (Figura 4, p.13).
Este porcentaje es incluso mayor entre las mujeres trabajadoras, y
también es el país donde el porcentaje de trabajadores y trabajadores en
precario ha crecido más durante el período 2010-2015 (conocido como la
Gran Recesión).
España es el país donde las condiciones de trabajo son peores (en la UE-15)
Es también interesante subrayar que el
elevadísimo nivel de desempleo (de nuevo, uno de los más altos de la UE)
va acompañado con uno de los porcentajes mayores de horas extras. Los
trabajadores y trabajadoras españoles son los que hacen más horas
extras, lo que afecta a su vida personal (lo que el informe define como
“equilibrio entre vida personal y laboral”) (Figura 5, p.14). (...)
España tiene el porcentaje mayor de trabajadores pobres en la UE
En 2015, España tenía también el
porcentaje mayor (después de Rumanía y Grecia) de trabajadores en
pobreza. Uno de cada diez trabajadores se encontraba por debajo del
umbral de la pobreza (es decir, por debajo del 60% de la mediana
nacional de ingresos después de transferencias sociales). (...)
Estos datos nos indican que aun cuando
España no tenga como promedio los peores salarios en términos absolutos,
sí que tiene el mayor porcentaje de trabajadores pobres, después de
Rumania y Grecia.
Esto es resultado de la gran pobreza de los salarios,
la gran pobreza de las trasferencias públicas y las grandes limitaciones
de las políticas redistributivas del Estado Español, causas
determinantes del elevadísimo nivel de pobreza laboral que existe en
España.
España está entre los que tienen peores condiciones de trabajo en la UE
España es también uno de los países con
peores condiciones laborales (después de Hungría y Chipre), que alcanzan
su cenit en sectores como la agricultura y la construcción (Tabla A4,
p.42). Este es una de los indicadores de calidad del empleo más
estudiado y detallado en el informe, que incluye gran número de
variables (veinte ítems) que analizan cómo y en qué entorno se realiza
el trabajo.
Está compuesto por tres sub-dimensiones: intensidad del
trabajo; autonomía del trabajo; y factores de riesgo físicos. España se
encuentra a la cola en prácticamente cada uno de estos subindicadores, y
muy especialmente en los citados anteriormente (Figura 6, p.16).
España está entre los países que menos atención prestan al mejoramiento del conocimiento y la educación laboral
Por último llama la atención como
también España está fallando estrepitosamente en la capacitación de sus
trabajadores (en el informe se registra el porcentaje de la población
adulta -de 25 a 64 años- que participó en educación o capacitación en
las cuatro semanas anteriores a la encuesta).
Además se pregunta a los
trabajadores si están de acuerdo con la afirmación “Mi trabajo ofrece
buenas perspectivas de progreso profesional”. Como promedio, uno de cada
cuarto trabajadores en la UE participó en alguna capacitación en el mes
anterior y / o consideró que su trabajo ofrecía buenas perspectivas
para el desarrollo de carrera. Lo interesante es que se comparan los
datos de 2005-2010 y 2015 para ver la reacción después de la crisis.
En
el conjunto de la UE ha habido un gran avance en la mejora de las
habilidades y el desarrollo profesional de los trabajadores, pero no así
en España, que destaca entre los países con peores resultados en la
mejora de capacitación de sus trabajadores durante este período (Figura
22, p.31) (junto al Reino Unido y Bélgica, que son países con un mercado
de educación muy desregulado y privatizado, mientras que los países con
mejores puntuaciones son los nórdicos, que son los que tienen la mayor
inversión en educación pública).
¿Cuáles son las causas de esta deplorable situación?
La respuesta a esta pregunta no es
difícil. Naturalmente que no hay solo una causa. Hay muchas causas que,
por regla general, aparecen en las páginas económicas de los mayores
medios de comunicación, en las pocas veces que estos problemas son
tratados por tales medios. Pero las causas más importantes (que son las
causas políticas y la distribución de poder dentro del país) no aparecen
casi nunca en dichos medios.
Y ello no es por casualidad. Tales causas
permanecen ocultadas y silenciadas en esos medios pues la mayoría de
ellos están controlados por los mismos grupos empresariales que forman
parte de las élites económicas y financieras, las cuales, a través de la
enorme influencia que tienen sobre los aparatos del Estado y las
instituciones mal llamadas representativas, imponen y fuerzan a la
población políticas públicas que promueven sus intereses en contra de
los derechos de los trabajadores.
En otras palabras, la clase
empresarial (lo que antes se llamaba la clase capitalista, término que
ahora no se utiliza porque parece un término “anticuado”) tiene en
España mucho, pero que mucho mayor poder político y mediático que la
clase trabajadora.
Y ello explica que en España se permita que existan
tales condiciones deplorables, promoviendo reformas laborales como las
que aplicó el gobierno Zapatero primero y después Rajoy en el conjunto
del Estado, y los gobierno de Mas y Puigdemont en Catalunya, las cuales
debilitaron al mundo del trabajo de una manera muy notable.
Este
debilitamiento ha ido acompañado de una gran reducción de los derechos
laborales, políticos y sociales (con los recortes del gasto público
social) que ha empeorado la calidad de vida de las clases populares en
general y de la clase trabajadora en particular. (...)"
(Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento
Crítico” en el diario PÚBLICO, y en catalán en la columna “Pensament
Crític” en el diario PÚBLIC, 22 de febrero de 2018, en www.vnavarro.org, 22/02/18)
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