"(...) Hijo de una profesora y de un pequeño constructor de la zona, el líder del Movimiento 5 Estrellas (M5S), el partido más votado y un auténtico ciclón en el sur de Italia
(una de cada dos papeletas), es hoy el orgullo de un pueblo poco dado a
las alegrías colectivas. Al cabo de 10 minutos, la tertulia política en
el bar ya reúne a siete personas con el mismo fervor por Di Maio.
Entonces, Rosa deja de remover un café con la cucharilla y se pone
seria.
—Escriba esto bien claro. Puede que Luigi no tenga ningún título
universitario, pero tiene dignidad. Justo lo que les falta a los demás.
Es uno de los nuestros.
No es casualidad que Luigi Di Maio creciera en Pomigliano D’Arco (39.900
habitantes), un pequeño pueblo a 20 kilómetros de Nápoles golpeado por
casi todos los males del sur de Italia. (...)
Ni siquiera es fortuito que la propuesta estrella de la formación,
una renta mínima de ciudadanía que supuestamente permitiría a todo el
mundo llegar los 780 euros mensuales, haya sido el golpe definitivo. El
sur de Italia, inclinado antiguamente a un voto clientelar hacia los
partidos de gobierno, ha dicho esta vez basta.
Hay un vínculo directo entre el éxito de M5S (32,7% de los votos), la renta per cápita y la tasa de desempleo del país. La formación, una suerte de start up
política creada en 2009 por el cómico Beppe Grillo y el empresario de
comunicación Gianroberto Casaleggio, gana donde el malestar y el cabreo
son mayores. (...)
El artefacto político que lidera Di Maio, construido fuera del
tradicional eje ideológico izquierda-derecha, es el que mejor ha sabido
leer la
herida de una Italia que sigue invirtiendo mayores recursos en las
zonas más ricas (296 euros por persona en el norte) y menos donde mayor
es la necesidad (107 en el sur, según datos de Svimez).
La victoria
también es significativa en los barrios periféricos y más degradados
como Scampia, la zona cero durante años de la Camorra napolitana (más
del 65% de votos), o San Giovanni a Teduccio, una depauperada zona
industrial del este de la capital de Campania (60%). (...)
El fenómeno se reproduce donde hay obreros y el ruido de las máquinas
ha dejado de sonar. A las 14.00 comienza el cambio de turno en la
fábrica de Fiat de Pomigliano D’Arco. Decenas de trabajadores terminan
la jornada y se dirigen en grupo a la salida. Salvatore Esposito, 56
años, tres décadas en la cadena de montaje. Siempre votó a la izquierda.
“Era de los duros, del Partido Comunista”, suelta masticando la mala
leche de las ocho horas en el tajo. La izquierda ya no representa a los
obreros, protesta. El mantra recorre Europa y brilla en el sur de Italia.
“Por primera vez en mi vida he dejado de votarles. Apoyo a Di Maio”.
Las 20 personas que caminan junto a él hacia la salida asienten y
levantan la mano mostrando los cinco dedos: Cinco estrellas.
Las pensionistas tienen una visión parecida. Domenico Leone, un tipo
alto y robusto que aparece con un pequeño ramo de mimosas para su hija
en el Día de la Mujer, trabajó 43 años en la misma fábrica. Hubo
cambios. Primero fue Fiat. Luego General Electric. Pero él se mantuvo
siempre en la izquierda. Votó comunista, socialistas, luego PD... Y algo
se rompió.
“Son peores que la Democracia Cristiana.
Aquella gente que luchó con nosotros ahora son casta, tienen sueldos
vitalicios, puestos en los consejos de administración. Nos han
abandonado”. Domenico fue el último en convencerse de sus antiguos
compañeros, no le sonaba bien el rollo del Movimiento.
“Me costó
aceptarlo. No son lo mismo… Pero el PD ha hecho política contra
nosotros, el Jobs Act [la reforma laboral de Renzi] nos ha masacrado. Di
Maio no es de izquierdas, pero lucha por la moralidad de la política,
por la transparencia”. El 37% de los obreros de Italia ha votado M5S,
según el instituto Cattaneo.
La izquierda ha muerto, viva la izquierda. El partido de Luigi Di Maio
ha enterrado al PD en el sur. La mayoría de votos que ha perdido el
partido de Renzi ha ido a parar los grillinos (14%) o a la
abstención (22%). Un fenómeno que sugiere, como ha sucedido en España,
que tarde o temprano las dos formaciones en auge —Liga y M56— tratarán
de fagocitar a los partidos tradicionales a izquierda y derecha.
Este es
solo un paso intermedio en el trasvase de votantes. “El sur ha votado
para hacer tabla rasa de las clases dirigentes, sobre todo de izquierda.
Una parte de la culpa es de Renzi, de su desvinculación con la
izquierda clásica.
Aquí se ha pagado muchísimo en la crisis, pero sobre
todo, unas políticas de austeridad asimétricas que, en términos de
contribución, han pesado el doble que en el norte”, señala Giuseppe
Provenzano, vicedirector de Svimez, la asociación que analiza el
desarrollo del sur.
La antipolítica se institucionaliza, pero el fenómeno ha cuajado en la
base. Don Peppino, el párroco de Pomigliano, llega a la parroquia con un
grupo de niños de familias sin recursos. Se ocupa de ellos y de otras
batallas sociales. De eso conoce a Di Maio, católico practicante, desde
que tenía 15 años. Trabajaron juntos en la preparación de un referéndum
contra la privatización del agua en la región.
El líder de M5S participó
en lo que el cura define como un "observatorio político" gestionado
desde la parroquia. Una forma de analizar los problemas de la gente sin
atender a los ejes ideológicos que encontró un encaje perfecto en el
M5S. “Esto es una revolución. La gente ha dicho basta.
Está harta de que
no se respeten sus derechos. La política, especialmente en el sur, está
fuera de la vida real”. En Pomigliano creen que, por fin, uno de los
suyos ha llegado a Roma para solucionarlo." (Daniel Verdú, El País, 11/03/18)
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