16.3.18

La solución para nosotras las prostitutas es una cooperativa. Si nos juntásemos por lo menos unas cincuenta, podríamos crear un fondo a base de unas cuotas bastante asumibles. Lo tendríamos todo cubierto, y no sería un precio abusivo

"(...) La mujer buena es inocente y comprometida, la mujer mala es la femme fatale, mujer independiente cuya sexualidad es una amenaza para el sistema patriarcal. 

Las trabajadoras sexuales, por esta razón, han sido tradicionalmente demonizadas y marginadas, presentadas como víctimas y a la vez, merecedoras de la dominación masculina. En este sentido, los textos culturales y la industria del mainstream han contribuido a construir el estereotipo de la prostituta como mujer sucia, inmoral, irresponsable, siempre relacionada con el mundo de la noche y las drogas. 

La prostitución se piensa como un problema social, como institución patriarcal que afecta a las mujeres y que sirve para mantener el rol de la puta como mercancía sexual, como una cosa que da satisfacción sexual al hombre, perpetuando la idea de hombre sujeto y mujer objeto.   (...)

El grupo de expertos contra el tráfico de personas en el Consejo de Europa (GRETA) presentó un informe en 2013 sobre España, en el que se destaca la imperante necesidad de distinguir trata con fines de explotación sexual por un lado, y prostitución por el otro. 

En este documento también se critica la aplicación del Convenio en España, ya que el Estado centra su lucha contra la trata de mujeres con fines de explotación sexual, pero deja de lado la trata con otros fines de explotación laboral. Por último, afirma que es erróneo sostener que un 90% de prostitutas sean víctimas de trata, ya que no existen estudios que avalen esta cifra.   (...)

Hoy en día, cada vez más trabajadoras sexuales intentan combatir el significado tradicional de prostitución como sinónimo de trata y lo reafirman como trabajo libre del dominio del hombre. 

La prostitución independiente es resultado de la iniciativa de muchas mujeres que, siendo conscientes de que su sexualidad puede ser rentable, han hecho uso del orden establecido y le han dado la vuelta a los términos capitalismo patriarcado. Las trabajadoras sexuales se benefician del voyerismo y el capitalismo mainstream de la sexualidad femenina, vendiéndole al hombre el acceso a su cuerpo

Es un trabajo elegido libremente como respuesta a una necesidad económica en el contexto de una sociedad consumista y un marco social heteropatriarcal. El trabajo sexual, abordado desde un punto de vista feminista, deja espacio para el empoderamiento, ya que las mujeres adquieren un sentido de estar en control de sus propios cuerpos y estar en control del encuentro con el cliente.  (...)

Las prostitutas, desde el activismo, reafirman la necesidad de descriminalización y regulación de la profesión, y luchan para que el debate sobre prostitución se aleje de los discursos de delito y pecado y se centre en el debate de trabajo y derechos laborales. De hecho, el Estatuto de Trabajadores Autónomos permite que las trabajadoras sexuales se puedan dar de alta como autónomas y acceder a algunas prestaciones.

 Gloria Poyatos, abogada laboralista y jueza, en el año 2008 se dio de alta como prostituta en la Seguridad Social para demostrar que era legal. En su libro La prostitución como trabajo autónomo, argumenta: 

“Si el ejercicio libre de la prostitución pertenece al ámbito de la libertad individual de la persona y a su libertad sexual, no existen argumentos racionales, al menos de carácter laico, para omitir su regulación jurídica, dentro de las coordenadas de un Estado Social y democrático de Derecho, donde el trabajo es un derecho y un deber que viene acompañado por la libre elección de profesión u oficio, así como a la promoción a través del trabajo y de una remuneración suficiente para satisfacer las necesidades de los trabajadores y las de su familia, tal y como se enuncia en el artículo 3 de nuestro texto constitucional”. 

En España, muchas trabajadoras sexuales ya han optado por esta opción y manifiestan que cotizar por su trabajo es el comienzo para acabar con el estigma en la profesión. Joana y Pepita son sólo dos ejemplos. 

Joana

Joana empezó en la prostitución porque, debido a sus estudios, solo tenía acceso a trabajos precarios. Trabajó como escort durante 10 años y posteriormente hizo un curso de quiromasaje. Ahora, trabaja en un piso que tiene dado de alta como local comercial, donde realiza sus servicios de masajista erótica.

 Joana cuenta que se crió en la Mina, barrio gitano y culturalmente muy machista “ahí una puta era lo peor, ya no solo una prostituta, una chica que no se casara virgen ya era una puta. Yo me crié de esa manera, y para llevar el estigma te tienes que reeducar en ese sentido. Lidiar con el estigma es un proceso, de hecho, al principio lo combinaba con trabajos precarios, me prostituía solo cuando no tenía trabajo. 

Me llegué a sacar un curso de Marketing y Publicidad y encontré un trabajo de administrativa comercial. El problema era que allí las chicas me hicieron bullying, fue un sinvivir. A partir de ahí, dije que prefería el mundo de la prostitución, esto no lo había vivido en ningún piso o en ningún club, allí había mucho más compañerismo”. 

Afirma que el trabajo sexual la ha empoderado como mujer, y desmiente que las prostitutas se limiten a hacer lo que el hombre dispone. “El filtro que utilizo para escoger a mis clientes es que sean educados, respetuosos, y que no me pidan nada que no me guste hacer, o que simplemente no realice. Eso también es profesionalizarse, yo hago esto y punto”. 

Joana, aparte de su profesión como masajista erótica, es patinadora y participa como stopper en las rutas que organiza la Asociación de Patinadores de Barcelona. También es activista política, colabora con los Comités de Defensa de la República y ha participado como apoderada de la CUP en las últimas elecciones al Parlament de Catalunya. 

Su inquietud política se manifiesta asimismo en su defensa por los derechos laborales de las prostitutas “a estas alturas no merece la pena pagar autónomos, pero no cotizar tampoco es una solución, la solución es una cooperativa”. Joana habla de la cooperativa como remedio al problema de los altísimos precios que las prostitutas tienen que pagar para anunciarse en foros, además del precio de la habitación donde trabajar.

 “Dentro de la cooperativa, mi idea es que haya un fondo para crear un directorio donde nos podamos anunciar todas, así como para alquilar pisos para trabajar. Si nos juntásemos por lo menos unas cincuenta, podríamos crear un fondo a base de unas cuotas bastante asumibles. Lo tendríamos todo cubierto, y no sería un precio abusivo”. 
Pepita

Pepita es la única geisha de Barcelona, prostituta y masajista erótica, se ha formado en el reiki japonés y ha reinventado su servicio aplicando esta disciplina a sus encuentros con los clientes.

 “Antes de inventar este servicio yo intentaba hacer un servicio de trabajo sexual y amoldarme a lo que se suponía que tenía que ser una masajista erótica.

 Desde la estética, el comportamiento, el tipo de servicio… todo estaba muy centrado en el cliente, dejándome a mí de lado por completo. Yo no estaba a gusto, teniendo que olvidarme de mí, y despersonalizándome por encarnar algo que yo no era.

 El reiki me ayudó a reinventar todo mi servicio. Una de las cosas en las que yo estaba en desacuerdo era que estaba todo muy centrado en la genitalidad, la gente venía a descargar sus emociones a través del sexo, entonces vi que con el reiki se podía enfocar de otra manera, en vez de canalizarlo todo a través del sexo, equilibrar el cuerpo y llegar a la sexualidad de otra manera”. 

Saisei-chan (así es como se hace llamar en japonés) participa en mesas redondas y debates sobre la prostitución, y es muy crítica con el feminismo abolicionista que intenta minar a las prostitutas con la culpa. “Para mí es muy extraño un feminismo que engrosa el discurso que permite que las instituciones heteropatriarcales actúen en la vida de las mujeres. 

 Resulta que el feminismo que defiende los derechos de las trabajadoras de Zara a mí me acusa de estar fomentando la trata. Es una cuestión de putofobia de la que se sirve el abolicionismo, esto y que la sexualidad de las mujeres sigue siendo tabú, no se nos ha enseñado a adueñarnos de nuestra sexualidad”. 

Apunta que la prostitución le ha enseñado dónde estaban las fallas de su educación como mujer, por donde el patriarcado podía manejarla a través de la relación con su cuerpo, en la relación con los hombres y en la relación con ella misma, “precisamente por pasar por una situación de estigma que me llevaba al límite, he tenido que detectar qué era lo que me hacía llegar al límite, y si tenía sentido que yo fuera manipulable. Esto me ha fortalecido muchísimo”. 

Saisei-chan es autónoma desde hace casi dos años, paga una cuota fija más un 20% de IRPF y un 21% de IVA, “yo doy un 41% al estado, un estado que no deja de hacer leyes contra de mi colectivo. Invierto en lo público para que las personas que me discriminan y estigmatizan puedan tener sanidad y educación públicas, y esto es algo que se olvida”. 

Pepita es además licenciada en Filología Francesa y actualmente está estudiando Psicología a distancia. “Para mí, ejercer como psicóloga de trabajadoras sexuales sería lo que le daría sentido a mi vida. 

El problema es que me tengo que amoldar al código deontológico y el reiki es una práctica que no está reconocida por la Escuela Oficial de Psicólogos, y a mí me resulta mucho más efectivo hacerle un tratamiento reiki a una persona que hablar durante no sé cuánto tiempo. Quizás el título me sirve para tener una autoridad, poder decir que sé de lo que estoy hablando cuando hablo de la psicopatologización de las prostitutas”. 

El ejercicio voluntario de la prostitución no es ilegal en España, y en el art.188 del Código Penal solo se tipifican los delitos de proxenetismo y trata con fines de explotación sexual. Pero el trabajo sexual sigue siendo una profesión estigmatizada, las putas sufren discriminación, son marginalizadas y victimizadas.

 Cristina Garaizábal, psicóloga especialista en terapias de género y cofundadora del colectivo Hetaira, en el libro La prostitución a debate menciona que socialmente se sigue esperando que las mujeres tengamos una sexualidad menos explícita que la de los hombres, por lo que las prostitutas violan dos reglas sagradas: tomar el espacio público para sus negocios y visibilizar su carácter sexual sacando la sexualidad del terreno de lo privado. 

La prostitución en España aún no está considerada como profesión y el estigma influye negativamente en la igualdad de oportunidades. Muchas trabajadoras sexuales continúan en el anonimato o utilizan nombres artísticos porque ejercer la prostitución puede tener repercusiones muy duras, como no ser contratada en otros trabajos o que sea un agravante para que te quiten a una hija. 

El estigma y los prejuicios sociales impiden comprender qué instrumentos son necesarios para la regularización de la profesión. Por eso, en ciudades como Barcelona las asociaciones de trabajadoras sexuales hacen el trabajo que se debería de realizar desde las administraciones, asesoran a aquellas que se quieren iniciar en la profesión y, actualmente, varias trabajadoras sexuales españolas se reúnen para construir un sindicato a nivel estatal."                     (Alba Cambeiro, CTXT, 14/03/18)

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