"Acabo de asistir a una conferencia especial convocada por el Partido Laborista británico para analizar modelos de propiedad pública. El
objetivo de la conferencia era desarrollar ideas sobre cómo podría un
gobierno laborista desarrollolar el sector público si gana las próximas
elecciones generales.
El eje de la conferencia fue un informe encargado por la dirección laborista y publicado el pasado otoño, titulado Modelos alternativos de propiedad (con la palabra 'público' extrañamente omitida).
El
portavoz laborista de Finanzas, John McDonnell ('auto-confesado'
marxista) presentó las ideas clave del informe, compilado por un grupo
de expertos académicos, incluyendo Andrew Cumbers de la Universidad de Glasgow, que ha escrito mucho sobre el tema de la propiedad pública. Y Cat Hobbs, de la Fundación We own it, hizo un repaso convincente de los fracasos y despilfarros de las privatizaciones ocurridas.
En
muchos sentidos, el discurso de McDonnell fue inspirador en el sentido
de que el próximo gobierno laborista de Jeremy Corbyn y McDonnell quiere
de verdad restaurar unos servicios públicos adecuadamente financiados y
dotados de recursos y revertir las privatizaciones anteriores de
sectores económicos clave, llevadas a cabo por anteriores gobiernos
conservadores y laboristas en el periodo neoliberal, durante 30 años
antes de la Gran Recesión.
McDonnell y el informe hicieron
hincapié en una serie de modelos para futuros activos y servicios de
titularidad pública: a partir de las cooperativas, los servicios
municipales y la nacionalización de sectores clave como la sanidad, la
educación y los servicios públicos como el agua, la energía y el
transporte - los llamados 'monopolios naturales'.
Como el informe
deja claro, las privatizaciones de los últimos 30 años han fracasado
estrepitosamente incluso en relación con sus propios objetivos profesos:
más eficiencia y mayor productividad, mayor competencia y una mayor
igualdad. Ha sido todo lo contrario.
El crecimiento de la productividad
del Reino Unido se ha desplomado y, como han demostrado muchos estudios (ver mi nota reciente), las industrias privatizadas no han sido más eficiente en absoluto.
Simplemente
han sido entidades diseñadas para que los accionistas obtuvieran unos
rápidos beneficios a expensas de la inversión, los servicios a los
consumidores y las condiciones de los trabajadores (pensiones, salarios y
carga de trabajo). De hecho, el tema de la privatización del agua, la
energía, el ferrocarril y correos en el Reino Unido ha sido 'cortoplacista',
es decir, impulsó el precio de las acciones, pagó a los ejecutivos
grandes bonos y distribuyó grandes dividendos en lugar de invertir a
largo plazo en un plan social para todos.
La industria estatal es
en realidad un modelo económico de éxito, incluso en las economías
predominantemente capitalistas. El informe laborista cita el hecho de
que la proporción de empresas públicas entre las 500 mejores empresas
internacionales ha aumentado del 9% en 2005 al 23% en 2015 (aunque esto
es principalmente resultado del ascenso de las empresas estatales
chinas).
La historia del éxito de las economías de Asia Oriental fue en
parte el resultado de la planificación estatal y la propiedad pública
que modernizaron, invirtieron y protegieron sus economías frente a las
multinacionales estadounidenses (aunque también fue gracias a la
disponibilidad de mano de obra barata, la falta de derechos laborales y
la adopción de tecnología extranjera).
Como muchos autores, como Mariana Mazzacuto
ha demostrado, la financiación estatal y la investigación pública ha
sido vitales para el desarrollo de las grandes empresas capitalistas.
Las industrias de propiedad estatal y el crecimiento económico a menudo
van de la mano - y el informe laborista menciona “la historia de éxito
europea, raramente discutida, que es Austria, que alcanzó el segundo
nivel más alto de crecimiento económico (después de Japón) entre 1945 y
1987 con la mayor proporción de propiedad estatal de una economía de la
OCDE.” (Hu Chang).
El informe también deja claro que no debería
haber ninguna vuelta a los viejos modelos de nacionalización que se
adoptaron después de la Segunda Guerra Mundial. Eran industrias
estatales diseñadas principalmente para modernizar la economía y
proporcionar productos industriales básicos para subvencionar al sector
capitalista.
No había democracia y ninguna participación de los
trabajadores o incluso del gobierno en las empresas estatales y tampoco
se integraban en un plan más amplio de inversión o satisfacción de
necesidades sociales. Fue el llamado 'modelo Morrisoniano’, en honor del
dirigente laborista de derechas Herbert Morrison, quien supervisó las
nacionalizaciones en la posguerra en el Reino Unido.
El informe cita ejemplos alternativos de sistemas de empresas
públicas democráticamente responsables. Como el modelo noruego de
Statoil, en el que un tercio de la junta es elegida por los empleados; o
incluso aun más, el sector de la electricidad y el gas en la posguerra
francesa, cuando los consejos de administración de las empresas
estatales estaban “compuestas por cuatro personas designadas por el
estado, cuatro por cada grupo técnicos y los expertos (incluyendo dos
para representar los intereses de los consumidores y cuatro
representantes de los sindicatos”(B Bliss).
Todo esto eran
noticias muy positivas y era evidente que la audiencia de activistas
laboristas estaban entusiasmados y dispuestos a implementar un “giro
sustancial hacia los servicios públicos autogestionados” (McDonnell). El
objetivo de los dirigentes laboristas es revertir las privatizaciones
anteriores, poner fin a la inicua financiación concertada
público-privada; revertir la externalización de los servicios públicos a
contratistas privados y acabar con la mercantilización del Sistema de
Salud Pública. (...)
Sin embargo, creo que los problemas pendientes siguen siendo los que plantee cuando analice por primera vez la "Corbyeconomía",
cuando Jeremy Corbyn ganó por primera vez las primarias del Partido
Laborista en 2015. Si la propiedad pública se limita sólo a los llamados
monopolios naturales o los servicios públicos y no se extiende a los
bancos y el sector financiero, así como las industrias estratégicas
clave (los 'altos mandos' de la economía), el capitalismo seguirá
determinando la inversión y el empleo, y la ley del valor y los mercados
seguirán en funcionamiento.
El
plan laborista de un banco público de inversiones y de un gasto
público inducido o gestionado por el estado supondría aproximadamente
del 1% al 2% del PIB más de inversión total en el Reino Unido. Sin
embargo, el sector capitalista invierte más del 12-15% y seguiría siendo
dominante a través de sus bancos, farmacéuticas, empresas
aeroespaciales, tecnología y servicios empresariales.
No se habló
de hacerse cargo de estos sectores en la conferencia. Ni siquiera se
habló de nacionalizar los cinco grandes bancos - algo que he planteado
antes y ayudado a escribir un estudio, por encargo del sindicato de bomberos
(y que es formalmente la posición de la confederación sindical
británica ,TUC).
Sin el control de las finanzas y de los sectores
estratégicos de la economía británica, un gobierno laborista o bien
vería frustrado sus intentos por mejorar la suerte de “la mayoría, no de
unos pocos” (una consigna laborista), o peor aún, se enfrentaría al
impacto de otra recesión mundial sin ningún tipo de protección frente a
las vicisitudes del mercado y la ley del valor." (Michael Roberts
, Sin Permiso, 21/02/2018)
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