30.5.18

Italia se acerca a la posición de Grecia. Con la diferencia de que no pueden darle el mismo trato miserable, pues su salida del euro sería el fin de la moneda única. Lo que parecía imposible hace muy poco tiempo ha sucedido, ya se ponen en cuestión los acuerdos actuales de la Unión Europea

"‘Vaffanculo!’


Tal fue la consigna que, siguiendo al satirista político Beppe Grillo, compartieron miles de personas en la plaza Maggiore de Bolonia el 8 de septiembre del 2007, en coordinación con muchos otros miles en distintas ciudades. No traduzco la grosería porque queda más fino en italiano. 

El epíteto se dirigía a 24 parlamentarios corruptos y a la clase política en general, denominada la casta. Grillo lanzó la idea del V-Day o Vaffanculo Day y organizó el día V-1 como punto de partida de un movimiento, que fue seguido en el 2008 por un día V-2, aún más multitudinario, con Turín como lugar de reunión. 

De ahí surgió en el 2010 el Movimiento 5 Estrellas (M5E), que una década más tarde de su aparición en la escena ­política ha llegado al Gobierno de Italia, tras obtener un 32% del voto en las elecciones parlamentarias con un programa nacionalista, redistributivo de renta y euroescéptico que se autode­fine como antisistema, trascendiendo las etiquetas de izquierda y derecha. Sus estrellas se refieren a los cinco puntos de su programa básico: agua pública, transporte sostenible, desarrollo sostenible, ecología como modelo y derecho al acceso libre a internet.  (...)

La alianza teóricamente contra natura entre Di Maio y Salvini puede entenderse desde otro punto de vista: la prioridad que ambas fuerzas otorgan a la lucha contra el sistema político configurado por la clase política tradicional, con sus componendas de todo tipo para mantener el monopolio del poder, y su supeditación a las cancillerías europeas, en particular Alemania y Francia, que siguen intentando pilotar a distancia la impredecible Italia. (...)

Esa es la convergencia básica entre los nuevos socios de gobierno, por encima de sus divergencias ideológicas. Y aunque el énfasis principal de la Liga, a saber el control de la inmigración y la deportación de los indocumentados, no era un tema prioritario para el M5E, también se apunta a ese tema profundamente sentido por una juventud con un 30% de paro y que acusa la competencia de los inmigrantes. 

A la xenofobia nacionalista, teñida de racismo antiárabe tras la llegada masiva de refugiados, se une la defensa de empleo y servicios sociales “sólo para italianos”, de forma similar a la principal motivación del Brexit. Hay discrepancias claras en las políticas económicas de los dos socios: la Liga quiere reducir impuestos, y el M5E quiere aumentar el gasto público, sobre todo para establecer una renta universal mínima (720 euros mensuales) para todo ciudadano por el hecho de serlo, aunque en una primera fase se limita a los parados.

 Pero ambos plan­tean un saneamiento de las cuentas ­públicas, mediante el control de la corrupción y del clientelismo institucional, así como, de cara al futuro, una puesta en cuestión del pago al Banco Central Europeo de préstamos cuya pertinencia no reconocieron en su momento. 

Al plantear, de forma indirecta, la posibilidad de no plegarse a las exigencias de los mercados financieros, se acercan a la posición de Syriza cuando quiso liberar a Grecia de la dictadura de austeridad de la Europa del Norte. 

Y si fue posible doblegar a la pequeña Grecia amenazando con destruir los ahorros de sus ciudadanos mediante una expulsión del euro, no puede haber la misma presión sobre Italia, porque una salida del euro en su caso sería el fin de la moneda única. Algo que sabe el nuevo gobierno y por eso juegan con su ambigüedad hacia el euro. (...)

Lo que parecía imposible hace muy poco tiempo está haciendo camino en la política europea: una superación de los partidos tradicionales y una puesta en cuestión de los acuerdos actuales de la Unión Europea. (...)

Y en Italia, sólo el 44% de los ciudadanos apoyan a la Unión Europea. Tras el Brexit, y tras el ascenso de opciones alternativas en todas partes, las élites no pueden seguir ignorando la profunda crisis de legitimidad de las instituciones políticas."                     (Manuel Castells, La Vanguardia, 26/05/18)

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