"Los periódicos y políticos alemanes insultan: los italianos son unos
pedigüeños, vagos, evasores de impuestos e ingratos. ¿Y hemos de elegir a
un ministro de Economía que les convenga? ¡No gracias!", escribía el 26
de mayo en su cuenta de Twitter el secretario federal de la Liga Norte,
Matteo Salvini.
Acompaba su mensaje, entre otras imágenes extraídas de
la prensa alemana, de una portada de la edición dominical del Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ) con una ilustración de una camioneta con la bandera italiana despeñándose por un precipicio y el titular 'Mamma mia!'. (...)
Este discurso no es nuevo. El diario Bild comparó Savona con el
economista griego Yanis Varoufakis, quien, como ministro de Finanzas
"llegó a la eurocrisis de 2015 a niveles máximos de nerviosismo en toda
Europa".
Después de la victoria de Syriza en las elecciones del 25 de
enero de 2015, el Bild acusó al nuevo primer ministro, Alexis Tspiras, de "traicionar los valores europeos", y Der Spiegel
describía a su ministro de Asuntos Exteriores, Nikos Kotzias, de
"marxista [...] con ideas prorrusas", simpatizante de grupos
ultranacionalistas con ambiciones expansionistas de ese país.
Un
columnista de The Guardian acusó a Tsipras de ser el "tonto útil" del presidente ruso, Vladímir Putin, y The Times
dijo que Grecia era "el caballo de Troya" del Kremlin en Europa a raíz
de la voluntad de Syriza de recuperar la normalidad en las relaciones
diplomáticas con Moscú.
Las caricaturas publicadas en las portadas de
los grandes semanarios alemanes como Der Spiegel o Focus
los meses anteriores a la crisis griega, y que repetían todo tipo de
tópicos y clichés sobre el país, no eran muy diferentes a las que
podemos ver ahora dedicadas a Italia. (...)
Esta batería de informaciones a medias y distorsionadas es la que
ahora se descarga contra Italia. Y conviene destacarlo: contra Italia
más que contra sus representantes políticos.
Pero recordar el caso
griego es instructivo por otros motivos. En junio de 2015, Tsipras fue
obligado a renunciar a la soberanía fiscal de Grecia a cambio de un
rescate financiero que obligaba a su ejecutivo a traicionar todas las
promesas electorales y aprobar nuevos recortes y medidas de austeridad.
Después de aquellos hechos, buena parte de la izquierda política europea
quedó maltrecha y renunció progresivamente, salvo muy contados casos, a
plantear una nueva política económica, dedicándose a librar guerras
culturales y a la defensa y promoción de políticas de la identidad del
estilo de la izquierda liberal estadounidense.
En Bruselas y Berlín
alguien debió pensar que, con eso, el peligro ya había pasado. La nueva
derecha europea, de carácter nacionalista y populista, empuñó esta
bandera y la agitó para hacer demagogia, avanzando a cada contienda
electoral. Lo que ha ocurrido en Italia es un buen ejemplo.
Con una
"pequeña" diferencia respecto a Grecia: según la ONU, Italia es la
novena economía mundial en términos de Producto Interior Bruto (PIB).
Tapando una vía de agua por la izquierda, tanto Berlín como Bruselas han
acabado por abrir otra por la derecha. O mejor dicho, más de una." (Àngel Ferrero
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