"Cómo salir de la zona euro
Italia tiene la gran oportunidad de tomar una decisión que sacudirá toda la zona euro.
¿Cuál es la mejor manera de liberarse del euro? Ahora que , al menos 
en papel, en Italia hay gobierno “euroescéptico”, esta pregunta ha 
vuelto ha estar encima de la mesa.
Es cierto que los ministros italianos del área económica se han 
comprometido a mantener al país en el área monetaria común de la Unión, 
sin embargo esos compromisos no deben verse como inmutables; deben ser 
reconsiderados en un contexto de negociación un poco más amplio en 
Italia. El nuevo gobierno lo ha dejado claro y,  esto no es una 
invención mía ; Italia preferiría quedarse en la zona euro, pero 
necesita que esta cambie.
Los nuevos líderes italianos tienen razón al decir que la zona euro 
está gravemente enferma y que necesita una reforma. El euro es 
deficiente y limitado desde el momento de su concepción. Países como 
Italia han perdido dos mecanismos reguladores clave de cualquier 
economía en crisis : el control sobre las tasas de interés y control del
 tipo de cambio. 
En lugar de poner todo correctamente en el lugar 
correcto, el Euro ha introducido fuertes contracciones en la deuda 
pública y los déficits, es decir más obstáculos para la recuperación 
económica.
El efecto de todo esto en la zona euro ha sido un crecimiento más 
lento, especialmente en las naciones más débiles. Se suponía que el euro
 impulsaría un mayor crecimiento; eso llevaría a cada nación, a un 
compromiso con una integración europea más fuerte y renovada. Se ha 
hecho lo contrario: las divisiones dentro de la Unión Europea han 
crecido, especialmente las que existen entre los países deudores y los 
países acreedores.
Las divisiones que se han producido han dificultado aún más la 
solución de otros problemas, en particular la crisis migratoria, donde 
las normas europeas imponían una carga inflexible a los países 
fronterizos que reciben a migrantes, como Grecia e Italia, que también 
son países deudores, ya afectados por serias dificultades económicas. 
Por tanto no es de extrañar que cuando se respira, el aire huela a 
revuelta.
La resistencia de Alemania
Lo que se debe hacer es bien conocido. Pero el problema radica en la renuencia de Alemania a ponerlo en práctica.
En la zona euro, se ha dicho durante mucho tiempo, es necesaria una 
unión bancaria, pero Berlín siempre ha pospuesto esta reforma clave -un 
seguro de depósitos común- que habría reducido la fuga de capitales de 
las naciones más débiles: la huida de los capitales es un factor clave 
para explicar el tamaño de la recesión en un país afectado por la 
crisis.
Las políticas económicas alemanas agravan los problemas de la 
eurozona. El desafío económico fundamental que enfrentan los países de 
la Unión Monetaria es resolver la incapacidad de ajustar los tipos de 
cambio desalineados. 
En la zona del euro, actualmente, el peso del 
ajuste se impone a los países deudores, que en consecuencia sufren un 
crecimiento lento y bajos ingresos. Si Alemania implementara una 
política fiscal y salarial más expansiva, una pequeña parte de la carga 
fiscal se iría de estos países.
Si, Alemania no tiene la voluntad de sentar las bases para mejorar la
 Unión Monetaria, al menos debería hacer algo: salirse de la zona euro. 
Como dijo George Soros: Alemania debería liderar, de una vez por todas, o
 debería irse. Con Alemania fuera de la Unión Monetaria (y tal vez con 
otros países del norte de Europa), el valor del euro disminuiría, 
mientras que las exportaciones de Italia y otros países del sur de 
Europa aumentarían. 
Por tanto, la causa del desequilibrio desaparecería;
 al mismo tiempo, el aumento en los tipos de cambio de Alemania 
contribuiría en gran medida a remediar uno de los aspectos más 
desestructurados de la economía mundial: el desequilibrio comercial de 
Alemania .
Por qué salirse del euro
El problema, por supuesto, es que Alemania se niega obstinadamente a 
tomar una decisión, y esto deja a los ciudadanos de países como Grecia e
 Italia en una encrucijada que nunca hubieran querido enfrentar: ser 
miembros de la zona euro o tener prosperidad económica .
El gobierno griego, tímido y con tan poca experiencia, ha elegido 
permanecer en la Unión Monetaria. El resultado ha sido el estancamiento.
 Desde 2015, el PIB griego ha caído bruscamente, ha perdido más de 25% ,
 de los niveles previos a la crisis. 
Y desde entonces apenas se ha 
movido unos pocos milímetros.
Italia tiene la oportunidad de tomar una decisión diferente: ante la 
ausencia de reformas sustanciales, los beneficios para el país parecen 
fáciles de alcanzar, estos son obvios e incluso considerables. Veamos.
Un tipo de cambio más bajo permitiría a Italia exportar más. Los 
consumidores reemplazarían los productos importados por productos 
fabricados en el país . Los turistas encontrarían un destino más 
interesante económicamente. Se estimularía la demanda y con ello el  
incremento de los ingresos. El crecimiento mejoraría, y el nivel de 
desempleo disminuiría significativamente ( hoy en Italia  hay un 33.1% 
del desempleo juvenil).
Por supuesto, hay muchas otras razones para entender el malestar 
italiano que solo disminuirá parcialmente, si abandonan el euro. 
Gobiernos como el del presidente Trump, o el del primer ministro 
italiano Berlusconi, dominados por la corrupción y sin una concepción 
para un crecimiento sostenible, no facilitan el liderazgo político 
necesario para una crecimiento fuerte y duradero.
Al mismo tiempo, el crecimiento lento e irregular que Italia ha 
registrado como resultado del euro casi con certeza ha proporcionado un 
terreno fértil para los populistas de derecha.
Salir del  euro, sin embargo tendrá ventajas políticas. Una Italia 
más próspera tendría más oportunidades de cooperar en sectores clave, 
donde Europa necesita trabajar junto con otras naciones: inmigración, 
una fuerza de defensa europea, actitud frente a Rusia, política 
comercial.
Las políticas de inmigración y comerciales pueden producir beneficios
 para naciones enteras. Las restricciones fiscales impuestas por la zona
 del euro han hecho imposible brindar una protección adecuada a estos 
países. Una Italia fuera de la zona euro estaría en una mejor posición 
para definir sus políticas internacionales y, al mismo tiempo, aliviar 
el sufrimiento del país.
Cómo hacerlo
Naturalmente, el desafío será encontrar una forma de abandonar la 
zona euro que minimice los costos políticos y económicos. La 
consolidación masiva de deudas será esencial, prestando especial 
atención a los efectos que podrían afectar a las instituciones 
financieras nacionales. En ausencia de estas medidas, el peso del euro, 
lo que llaman “deuda”, crecería, absorbiendo la mayor parte de las 
ganancias potenciales.
Estos intentos de reorganización, reestructuración, son una parte 
integral de los grandes procesos de devaluación. A veces se implementan 
silenciosamente, como los EE. UU., cuando salieron de la llamada edad de
 oro, otros lo hacen más abiertamente, como Islandia o Argentina, con 
una multitud de deudores que claman con escándalo. 
Los intentos de 
consolidación de deuda deben considerarse como un riesgo completamente 
calculado para las inversiones transfronterizas; Aquí se encuentra una 
de las razones por las que a menudo la llamada “prima de riesgo” se 
dispara.
Desde una perspectiva estrictamente económica, lo más fácil para las 
entidades italianas (gobierno, multinacionales o simples personas ) 
sería reformular la deuda, transformándola de “deuda en euro” en “deuda 
en una nueva lira”.
Debido a las dificultades legales internas en la UE y las 
obligaciones internacionales que tiene Italia, sería conveniente 
promulgar un nuevo “artículo 11” de la ley de quiebras, que aseguraría 
la consolidación de la deuda en corto tiempo para cualquier persona y 
cualquier estructura o institución.
Como es bien sabido, las leyes de bancarrota siguen siendo un área de responsabilidad solo para los estados-nación en la UE.
Italia también podría optar por ocultar su intención de abandonar la 
zona del euro; es muy simple, podría emitir valores (llamémoslos “bonos 
del gobierno” ) que serían aceptados como un pago por cada obligación de
 deuda por el valor de un euro. 
Una caída en el valor de estos bonos 
sería equivalente a una devaluación y, al mismo tiempo, restauraría la 
efectividad de la política monetaria italiana: los tipos de cambio, en 
manos del Banco Central, influirían en el valor nominal de los “bonos”.
Un gran ruido
Obviamente, todo esto provocaría gritos y protestas de los otros miembros de la zona euro.
La introducción, incluso de manera informal, de una moneda paralela 
casi con toda seguridad violaría las reglas de la zona euro y 
ciertamente iría en contra de su espíritu; al hacerlo, sin embargo, 
Italia evitaría la incómoda decisión de ser expulsada por los demás 
países miembros.
Roma podría tomar este riesgo, esperando que los miembros de la unión
 monetaria no reaccionen con una acción muy fuerte, esto solo 
confirmaría el actual deterioro de la zona euro. Italia en realidad 
sería parte de la zona euro pero, al mismo tiempo, haría una 
devaluación. Si Italia, por otro lado, perdiera la apuesta, la carga 
política de la salida de la zona euro recaería exclusivamente sobre sus 
“socios”. Ellos estarían dando el paso definitivo.
Grecia fue estrangulada por el Banco Central Europeo a pesar que no 
había  necesidad de actuar de esa manera. Atenas estaba a un paso de 
crear una infraestructura (un mecanismo de pago electrónico a través de 
un nuevo dracma) que facilitaría la transición para salir de la zona 
euro.
Los avances en la tecnología en los últimos tres años han hecho que 
los sistemas de dinero electrónico (criptomonedas) sean fáciles y 
efectivos. Si Italia eligiera usar este sistema ni siquiera debería 
imprimir una nueva moneda.
Italia también podría suavizar la rudeza de su partida si su salida se coordina con otros países en las mismas condiciones.
El grupo de países que ahora forman la zona euro está lejos de lo que
 los economistas llaman “un área monetaria óptima”. Hay tantas 
diferencias y diferencias que, para que funcione, se ha recurrido al 
veto de Alemania sobre algunos acuerdos institucionales.
Una zona del euro de los estados del sur de Europa sería la mejor 
solución para un área monetaria óptima. Por otro lado, sería difícil 
organizar una salida coordinada a corto plazo; pero si Italia pudiera 
encontrar con éxito el camino para alejarse del euro, otras naciones 
seguramente la acompañarán.
Costos y beneficios
Para ser realista, uno no debe subestimar los costos de una gran 
devaluación. En la economía, incluso un pequeño cambio en los precios 
claves es una obstáculo significativo.
Naturalmente, el precio de la moneda extranjera es esencial en 
cualquier economía abierta. Tiene un efecto de cascada en los precios de
 todos los servicios y de todos los bienes. Algunas compañías (tal vez 
muchas) se declararían en bancarrota; algunas personas (tal vez muchas) 
verían disminuir sus ingresos.
Pero es igualmente importante no subestimar los costos del malestar 
italiano en el momento: si la economía italiana hubiera crecido al ritmo
 de la zona euro, en los 20 años desde la creación de la moneda única, 
el PIB de Italia hoy sería al menos un 18% más.
El costo del desempleo persistente y constante, especialmente entre 
los más jóvenes, es enorme. Los jóvenes entre las edades de 20 y 30 
deben poder perfeccionar sus habilidades con la capacitación en el 
trabajo, en lugar de quedarse en casa sin hacer nada; muchos de ellos 
desarrollan un legítimo rencor hacia las élites e instituciones que son 
responsables de la difícil situación en la que se encuentran. El 
resultado es que la falta de formación de capital humano frenará la 
productividad durante muchos años.
En un mundo ideal y perfecto, Italia no pensaría en abandonar la zona
 del euro; Europa podría pensar en reformar la Unión Monetaria y 
proporcionar una mayor protección, un paraguas económico para todos los 
países seriamente dañados por el mercado y los flujos migratorios.
A falta de un cambio de dirección por parte de la UE, Italia debe 
ponderar que tiene una alternativa al estancamiento económico, y que hay
 formas de salir de la zona euro cuyos beneficios probablemente 
superarían los costos.
Para que el gobierno recién elegido gestione con éxito la actual 
crisis, Italia debería irse de la zona euro.  Esta sería la mejor 
solución para los italianos. Y también para el resto de Europa."                (Joseph Stiglitz , Premio Nobel de Economía, Krítica)
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