14.9.18

Si los electores de la izquierda tradicional son un maestro universitario y no un empleado de la SEAT, puede pasar que sus programas se escoren hacia políticas menos redistributivas y más identitarias... si los electores de la extrema derecha son obreros y pequeños tenderos y clases medias, arrebatadas a los conservadores tradicionales, pasa que activan el nacionalismo del estado del bienestar 'para los de aquí'. La estructura de clase y ocupacional ha cambiado... la izquierda tiene que espabilar

"Durante los últimos meses se está discutiendo vivamente sobre los perdedores de la globalización y las políticas de la identidad.  (...)

No hay duda de que, especialmente desde finales de los setenta, los países de la OCDE han pasado de sociedades industriales a sociedades de servicios. Esto ha tenido la implicación de reducir el tamaño de la clase obrera (fruto de la desindustrialización), mientras que los segmentos sociales más educados y la importancia de los profesionales socioculturales (desde maestros a periodistas) han ido en aumento. Hasta cierto punto esto es una señal de éxito.  (...)

Incluso, si se me permite la provocación, conseguir el mito aspiracional de las clases obreras – dejar de serlo para tener una vida acomodada – es admirable. Ahora bien, esto no quita para que hayan emergido unos subproductos – no necesariamente buscados – que son indeseables e incluso hacen las democracias tradicionales más políticamente insostenibles. 

 La estructura de clase y ocupacional ha cambiado, la dualidad de nuestros mercados de trabajo se ha incrementado y, de manera evidente, la protección de diferentes grupos sociales ante los cambios globales se ha vuelto dispar. 

La desigualdad y la vulnerabilidad de diferentes colectivos ha coincidido (¿fruto de la casualidad? Je) con un contexto de desintermediación que hace más complicado articularlas en acción política.  (...)

Simplificando, si los electores de la izquierda tradicional son un maestro universitario y no un empelado de la SEAT puede hacer que sus programas se escoren hacia políticas menos redistributivas. En suma, hacia una posición menos empática con sectores sociales que no pertenezcan a una de esas “supuestas” dos élites que están en pugna.

Este proceso tiene una cierta evolución simétrica en los otros actores. Por más que el eje fundamental de activación para la extrema derecha sea el autoritario/ comunitarista, la creciente proletarización de sus electores ayuda a entender por qué gira a posiciones más proteccionistas. 

Si sólo hablaran de esto último, lo tendrían más complicado para arrebatar el voto de pequeños tenderos y clases medias a los conservadores tradicionales, pero al solaparlos es cuando activan de manera eficiente el chauvinismo de Estado de Bienestar. La idea de que hay que redistribuir, claro, pero solo “entre los de aquí”.  

Estos debates, por más que hablen de macroprocesos, tiene mucho de contexto que los atraviesa. En España no existe una fuga del voto obrero a una extrema derecha que lo capitalice – véase Francia o Suecia, donde sí pasa, aunque lo intenten taponar.

 Las izquierdas suben en Portugal o Dinamarca, mientras que los conservadores tradicionales son fuertes en Irlanda, Países Bajos o Grecia, aunque están en crisis en Alemania.

 La extrema derecha está desatada en Francia o Alemania y Europa del Este es todo un banco de pruebas. A Macron se le pone cara de Renzi. La UE, en 2019, en el alero.

Vivimos unos procesos de transformación estructural de fondo que han detonado con la crisis.  (...)"                                           (Pablo Simón, Politikon, 06/09/18)

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