14.9.18

Chantal Mouffe: ¿Cómo debería reaccionar Europa ante el auge de los partidos populistas? El populismo demoníaco no funcionará: Europa necesita una alternativa populista progresista... el populismo de izquierda constituye en la Europa de hoy la fuerza política más adecuada para recuperar y expandir nuestros ideales democráticos

"¿Cómo debería reaccionar Europa ante el auge de los partidos populistas? argumenta que el consenso establecido entre los partidos de centroderecha y centroizquierda sobre la noción de que no existe alternativa a la globalización neoliberal ha dejado a Europa en una fase posdemocrática, lo que ha alimentado el surgimiento de partidos populistas de derecha. 

 La condena moral y la demonización de los partidarios de tales partidos no funciona: lo que se requiere es un populismo alternativo que se reformule de manera progresiva, definiendo al adversario como la configuración de las fuerzas que fortalecen y promueven el proyecto neoliberal.Estamos viviendo un "momento populista" en Europa hoy. Este es un punto de inflexión para nuestras democracias, cuyo futuro depende de la respuesta a este desafío. Para abordar esta situación, es esencial descartar la visión simplista de los medios, presentar el populismo como mera demagogia y adoptar una perspectiva analítica.  

(...) el reciente surgimiento de formas populistas de política en Europa debería verse como una reacción contra la actual fase posdemocrática de la política liberal-democrática. La posdemocracia es el resultado de varios fenómenos que, en los últimos años, han afectado las condiciones en que se ejerce la democracia. El primer fenómeno es lo que he propuesto llamar "pospolítica", para referirme a la difuminación de las fronteras políticas entre derecha e izquierda. 

 Es el producto del consenso establecido entre los partidos de centro derecha y centro izquierda sobre la idea de que no hay alternativa a la globalización neoliberal. Bajo el imperativo de la "modernización", aceptaron dictados del capitalismo financiero globalizado y los límites que imponía a la intervención estatal y las políticas públicas.  

El papel de los parlamentos y las instituciones que permiten a los ciudadanos influir en las decisiones políticas se redujo drásticamente. La noción que representaba el corazón del ideal democrático, la soberanía del pueblo, fue abandonada. Hoy, hablar de "democracia" es solo referirse a la existencia de elecciones y la defensa de los derechos humanos.

 Estos cambios a nivel político tuvieron lugar dentro del contexto de una nueva formación hegemónica "neoliberal", caracterizada por una forma de regulación del capitalismo en la cual el papel del capital financiero es central. La consecuencia ha sido un aumento exponencial de la desigualdad que no solo afecta a la clase trabajadora, sino también a una gran parte de la clase media que ha entrado en un proceso de pauperización y precarización. Por lo tanto, se puede hablar de un verdadero fenómeno de "oligarquización" de nuestras sociedades.En esas condiciones de crisis social y política, ha surgido una variedad de movimientos populistas que rechazan la pospolítica y la posdemocracia. Ellos dicen devolverle a la gente la voz que ha sido confiscada por las élites. Independientemente de las formas problemáticas que puedan adoptar algunos de estos movimientos, es importante reconocer la presencia entre muchos de ellos de legítimas aspiraciones democráticas. 

 En varios países europeos, la aspiración de recuperar la soberanía ha sido capturada por partidos populistas de derecha. A través de un discurso xenófobo que excluye a los inmigrantes, considerados como una amenaza para la prosperidad nacional, estos partidos están construyendo un "pueblo" cuya voz exige una democracia dirigida defender exclusivamente los intereses de aquellos considerados 'verdaderos nacionales'.  

Es la ausencia de una narrativa capaz de ofrecer un vocabulario diferente para formular las resistencias contra nuestra actual condición postdemocrática, lo que explica que el populismo de derecha tenga eco en sectores sociales cada vez más numerosos. En lugar de descalificar sus demandas, deben formularse de manera progresiva, definiendo al adversario como la configuración de las fuerzas que fortalecen y promueven el proyecto neoliberal.  (...)

La única forma de prevenir el surgimiento de partidos populistas de derecha y oponerse a los que ya existen es a través de la construcción de otro pueblo, promoviendo un movimiento populista de izquierda que sea receptivo a la diversidad de demandas democráticas existentes en nuestras sociedades y cuya el objetivo es articularlos en una dirección progresista.

 Para estar a la altura del desafío que el momento populista representa para el futuro de la democracia, lo que se requiere es, de hecho, el desarrollo de un populismo de izquierda. Su objetivo debe ser la constitución de una voluntad colectiva que establezca una sinergia entre la multiplicidad de movimientos sociales y fuerzas políticas, y cuyo objetivo sea la profundización de la democracia. Dado que numerosos sectores sociales sufren los efectos del capitalismo financiero, existe la posibilidad de que esta voluntad colectiva tenga un carácter transversal y se vuelva hegemónica.El populismo de izquierda es cada vez más popular en la izquierda europea y en el último año hemos sido testigos de desarrollos muy prometedores en esa dirección. En Francia, Jean-Luc Mélenchon obtuvo un excelente resultado en las elecciones presidenciales de 2017, y tan solo un año después de su creación, su movimiento La France Insoumise aseguró su representación en el parlamento. A pesar de tener solo 17 parlamentarios, representa la principal oposición al gobierno de Emmanuel Macron.  

En el Reino Unido, el Partido Laborista bajo el liderazgo de Jeremy Corbyn ha roto con la agenda Blairite y gracias a Momentum, el movimiento activista, obtuvo un inesperado buen resultado en las elecciones generales de 2017. En ambos casos, su estrategia populista de izquierda les ha permitido recuperar votos de los sectores populares que habían sido atraídos por los populistas de derecha: Mélenchon del Front National y Corbyn del UKIP.No hay duda de que, contrariamente a la visión del populismo como una perversión de la democracia que todas las fuerzas que quieren defender el status quo están tratando de imponer, el populismo de izquierda constituye en la Europa de hoy la fuerza política más adecuada para recuperar y expandiendo nuestros ideales democráticos"                     (Chantal Mouffe, EUROPP; traducción google)

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