"(...) Merece la pena detenernos en la consideración de las operaciones efectuadas recientemente y en el modus operandi
que se ha seguido para ello. Toda una lección de ingeniería financiera
con consecuencias imprevisibles para el inmobiliario vinculado al tejido
industrial y comercial de las pymes y para el ciudadano de a pie.
La Caixa
El pasado mes de junio La Caixa (operación pendiente de aprobación
por la CNMC) vendió al fondo Lone Star aproximadamente un 80% de su
negocio inmobiliario a 31 de octubre de 2017 y el 100% de Servihabitat
(su sociedad gestora del patrimonio inmobiliario). La operación
comportará la creación de una nueva compañía a la que La Caixa aportará
estos activos y que luego venderá en un 80% del capital social a Lone
Star, reteniendo una participación del 20%.
Santander
El Santander fue el primero en vender el ladrillo procedente de Banco
Popular, unos 30.000 millones de euros, a Blackstone, el fondo
estadounidense con sede en Nueva York, y al que denominan ya el “rey de
reyes” español del tocho o del ladrillo. Es el propietario del piso del
suicida de Cornellà y el propietario del parque público de viviendas del
Ayuntamiento de Madrid, en tiempos de la señora Botella.
Santander y Blackstone han creado una sociedad en la que el fondo
estadounidense tiene el 51% de la nueva sociedad y el banco que preside
Ana Botín, el 49% restante. (...)
BBVA
BBVA también ha vendido a Cerberus, otro fondo estadounidense,
también con sede en Nueva York, prácticamente todos sus activos tóxicos o
problemáticos, unos 13.000 millones, una operación pendiente del
acuerdo del Fondo de Garantía de Depósitos con la banca y Bruselas, al
contar parte de estos inmuebles con epa.
Banco de Sabadell
Nos detendremos un poco más en el Banco de Sabadell por razones de
proximidad, si bien la operación sigue el mismo esquema de los otros
bancos. Dicha entidad anunciaba a finales del mes de julio la venta de
11.500 millones en activos tóxicos a Cerberus (9.100 millones de
inmobiliario, las denominadas “carteras” Challenger y Coliseum) y a
Deutsche Bank (2.400 millones en créditos fallidos, la cartera
denominada Makalu).
En la subastilla de las dos primeras carteras, Cerberus le ganó la
partida al fondo estadounidense Blackstone. A principios del mes de
julio vendió al grupo noruego Axactor otros 900 millones (cartera
Galerna) de hipotecas morosas de la CAM. Según diversas fuentes,
Cerberus tiene un stock actualmente de no menos de 11.000 viviendas
repartidas por toda Cataluña. (...)
Los efectos para las pymes y los ciudadanos de a pie de la limpieza de los trasteros de los bancos
La creación de estas empresas conjuntas entre el banco y el fondo
(procedimiento que han seguido, como hemos visto, los demás bancos, con
escasas variables) es la solución que se ha encontrado para evitar que
el FGD deba hacer frente de golpe a todas las pérdidas que genera la
venta de estos inmuebles, con el consiguiente impacto en el déficit
público y la necesidad de efectuar una derrama extraordinaria de gran
dimensión a todos los bancos del sistema que hubieran visto perjudicados
sus resultados.
De hecho, toda esta limpieza del trastero de los bancos, comporta,
como ya he apuntado, una importantísima deslocalización de la
titularidad del inmobiliario español y de créditos fallidos vinculados
también a dicho sector, en favor de unos fondos que en la mayoría de los
casos no tienen ni domicilio en España, o a lo sumo un teléfono de los
de “no sabe, no contesta″ o un correo electrónico sin acuse de recibo ni
de lectura. La mayoría de estos fondos operan mediante sociedades
interpuestas, digamos de gestión, con una desvinculación absoluta del
territorio donde lo hacen.
Dicha desvinculación de territorio y capital
financiero titular del “suelo” tendrá a nuestro entender muchísima más
incidencia que la aparición en nuestro sistema urbanístico del
denominado “agente urbanizador”, de relevante impacto en algunas
comunidades autónomas, como Valencia o Madrid.
Barcelona y Madrid, pero también las demás capitales españolas,
padecen ya los efectos de esa “deslocalización” del capital
inmobiliario, abonado a la simple especulación con el precio de los
alquileres de la vivienda, así como con los procesos de rehabilitación
de edificios previo desalojo de sus vecinos por las buenas (con pactos
irrisorios) o por las malas y a la brava, en muchísimos casos.
Es el
denominado proceso de gentrificación de nuestros núcleos urbanos
históricos. Eso, tan sólo empezamos." (Pere Mª Comas i Miralles, Mientras Tanto, 28/08/18)
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