19.11.18

Alcoa: ¿cómo salvar una industria?

"Las plantas de Alcoa de Avilés y Coruña se ven abocadas al cierre, según anunció la empresa el pasado 17 de octubre. Cerca de 700 trabajadores directos perderían sus empleos ante el despido colectivo presentado.

 Lo que en un principio iba a ser un mes de negociación, el plazo acaba de ser alargado por un lado por la inasistencia de los trabajadores gallegos, dejando en solitario a los asturianos alegando que este ERE es ilegal; por otro, por el cambio de parecer en las últimas horas de la multinacional, que ahora abre la puerta a posibles compradores. 

Un futuro quizás algo menos negro del inicial, cuando no se daba ningún tipo de opción que no pasara por el cierre. Lo que se le pide al Gobierno de España es la intervención pública en la empresa para evitar su condena a muerte, lo que estaría para algunos sectores más que justificada.

Las declaraciones de la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, sobre la no intervención estatal en la empresa aluminera Alcoa han desconcertado a propios y extraños, sobre todo por su referencia a regímenes comunistas. 

Las voces en contra de este comentario, incluso desde la propia Federación Socialista Asturiana a través de su secretario general, Adrián Barbón, se han dejado oír. Las respuestas se pueden resumir en una: los estados capitalistas también tienen esa capacidad para intervenir, o nacionalizar, que son cosas diferentes, empresas o sectores considerados estratégicos. 

Es más, como asegura el concejal de Somos Avilés Primi Abella, es algo contemplado por John Maynard Keynes, uno de los economistas más influyentes del siglo XX: “La intervención estatal es la manera de moderar las dinámicas capitalistas. Y esto es algo que reconocen hasta los de derechas”. (...)

El reconocimiento de sectores estratégicos por parte del Estado sería básico para garantizar una política industrial y una estabilidad no solo económica, sino también social, a más largo plazo. Como ejemplo el hecho de países donde el sector energético es público, como Noruega, o EDF en Francia, “países nada comunistas, sobre todo Noruega, gobernado por la derecha después de 100 años de socialdemocracia”, apunta Primi Abella, partidario de la nacionalización y para quien las plantas amenazadas son “peones que generan beneficios para la matriz. Un Estado tiene que tener cierto control sobre la columna vertebral de la industria”.

 Para él, la nacionalización o intervención de determinados sectores daría una estabilidad a largo plazo por lo que supone de “defensa de los territorios, de trabajo y de futuro estable”, algo de lo que Asturias anda bastante escasa.

“La nacionalización sería discutible, pero por lo menos sí intervenir”, apunta David Rivas. La diferencia pasa por una gestión directa por parte del Gobierno o participada en un porcentaje determinado. “¿No intervino Aznar el mercado de la energía? ¿Qué hizo González con Rumasa? ¿Y qué ocurre con las expropiaciones?”, señala el profesor universitario. 

“Los estados tienen herramientas para crear economía y economía social que aporte tranquilidad. Y también para que, si usan nuestros recursos, si se van que los tengan que devolver”, apunta José Manuel Gómez de la Uz, presidente del Comité de Empresa de Alcoa-Avilés, en referencia a los veinte años de subvenciones tras la privatización de la empresa estatal Inespal. (...)

Para el cierre, la empresa no esgrime argumentos económicos, como afirma De la Uz, sino “organizativas, estructurales, por el mercado, por las plantas viejas… No les dejamos hablar en la reunión de negociación del martes 13, porque siempre dicen que no son viables, pero la empresa tiene beneficios. Estas plantas no son viejas y tienen la misma tecnología que otras de Europa”. 

La tecnología empleada en Avilés se conoce como Soderberg, “aunque dentro del aluminio hay otras más modernas, pero esta es de las más eficientes. Uno de los problemas de la planta en los últimos años es la falta de materias primas de buena calidad. Hablamos de desinversión”. Una desinversión que comenzó tras la inundación de 2010 que dio lugar a un parón de tres meses de la factoría.

 “Todo parecía apuntar al repunte de la alúmina. Cuando se arrancó y se vio que no levantaba precio, comenzó la desinversión”, explica De la Uz. Entre 2005 y 2006 la empresa llevó a cabo grandes inversiones sobre todo medioambientales y tecnológicas, que también garantizaban menos emisiones. Fueron las últimas.  (...)

Las industrias electrointensivas como Alcoa son grandes consumidores de energía. De hecho, esta multinacional consume el 5% de todo el Estado español, lo que supone un 40% de su factura. “Pagar todo el coste de la luz haría inviable la producción. Por eso en el norte de Europa funcionan con saltos hidroeléctricos o en Arabia con el petróleo. La luz aquí es mucho más cara. 

Pero todos quieren que la industria suponga el 20% del PIB y para eso hay que dar herramientas, tienes que ayudar de alguna manera”, añade De la Uz. Por ahora, el Gobierno contempla una subasta eléctrica de medio año. Este plazo provoca también inestabilidad y el interés de este tipo de empresas sería asegurarse un precio por un período bastante más largo.

El presidente del comité de empresa también advierte de que “Alcoa cierra y las demás empresas de consumo energético van detrás. Es un efecto sociológico, efecto rebote”.  (...)

Porque aquí no va a pasar lo mismo que con el carbón, no va a haber subvenciones millonarias venidas de Europa y despilfarradas en falsas reindustrializaciones de unas comarcas mineras desiertas, en eso tiene experiencia esta región. (...)"                     (Elena Plaza, El Salto, 15/11/18)

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