"Traje gris, camisa oscura y un hablar reposado, casi anodino: a primera
vista no hay absolutamente nada que haga pensar que el intelectual
alemán Wolfgang Streeck es uno de los mayores pesimistas del Atlántico Norte. Salvo quizá un discreto bigote pessoano,
que anticipa el desasosiego que dejará una hora de conversación con él:
un aire de plaga de úlceras con el que hace acopio de hechos y
conjeturas para concluir que el capitalismo va camino del desastre.
El
título de su último libro es su mejor carta de presentación: en ¿Cómo terminará el capitalismo?
concluye, en un tono de Antiguo Testamento, que la credibilidad de las
instituciones democráticas se desploma y que la socialdemocracia —en la
que él militó— ha fracasado miserablemente. (...)
Streeck estuvo el pasado jueves en Madrid para dar una charla en un
ciclo de conferencias organizado por la Fundación Ramón Areces. Los
asistentes (y el entrevistador) salieron lívidos: la Gran Crisis es “un
fracaso del sistema y de las ideas que lo sostenían”, “un malentendido
general para el que quizá no hay solución”.
Pregunta. Desde Marx
hemos oído hablar del final del capitalismo, pero el apocalipsis casi
siempre defrauda a sus profetas. ¿Por qué va a ser diferente esta vez?
Respuesta. No digo
que el capitalismo vaya a explotar en pleno vuelo: digo que el sistema
se ha metido en un limbo y está en franca decadencia. La gobernabilidad
del capitalismo democrático tal como la conocimos en los años sesenta ha
desaparecido. La hiperglobalización neoliberal lo ha hecho inmanejable.
El bipartidismo está zombi, la mezcla de incertidumbre y miedo está
haciendo mella en nuestras sociedades y la prueba es la aparición de
nuevos partidos que desafían abiertamente el mal llamado orden liberal.
Los Estados se han metido en formidables crisis fiscales, y la
combinación con niveles de desigualdad lacerantes y formidables
endeudamientos ha dejado sin herramientas a los Estados. A diferencia de
lo que ocurre con los accidentes aéreos, las crisis se han vuelto más
frecuentes, no menos: quizá porque el avión es demasiado peligroso. El
malestar es general.
P. Quizá parte de
ese malestar esté más basado en percepciones que en hechos: la esperanza
de vida está en máximos, millones de personas salen de la pobreza.
R. No soy un
pesimista irredento: lo que defiendo es que la credibilidad de las
instituciones se desploma, y eso no tiene nada que ver con la esperanza
de vida. Mire, en la historia del capitalismo se han sucedido las
crisis. La novedad es que ahora esas crisis se superponen y se refuerzan
mutuamente. Con un sistema financiero fuera de control, el matrimonio
de posguerra entre capitalismo y democracia va rumbo al divorcio.
P. ¿Cuándo llegaría entonces el batacazo definitivo?
R. Estamos en un limbo: quizá no veamos un crash,
pero sí una decadencia más o menos rápida, según funcionen o no las
ocurrencias de los Gobiernos y los bancos centrales para salvar pelotas
de partido. Vamos hacia un largo periodo de improvisaciones que pueden
llegar a ser muy arriesgadas, y en último término nefastas.
P. ¿El whatever it takes (cueste lo que cueste) de Draghi fue una ocurrencia? ¿La compra de bonos no era imprescindible? ¿Qué habría hecho usted?
R. Yo no soy Draghi,
ni he trabajado en Goldman Sachs. El BCE es una bestia extraña: tiene
que dar una receta única para países muy distintos, no rinde cuentas a
nadie y ha acabado derrocando Gobiernos, como vimos en Grecia o Irlanda,
o enviando cartas a primeros ministros para que hicieran reformas, como
vimos en España o Italia. La montaña de deuda que teníamos no se ha
esfumado; sigue ahí. Los economistas que más saben de banca dicen que el
sistema sigue fuera de control, y que en cualquier momento puede haber
otro Lehman.
P. La eurozona ha resistido.
R. España sigue con
un paro del 15% una década después de Lehman. Italia va camino de una
tercera recesión. La salida de la crisis de Grecia es un chiste. Hay
sacudidas políticas —nuevos movimientos y partidos— en toda Europa: los
chalecos amarillos en Francia son la expresión de ese Estado del
malestar. Las pésimas expectativas de la gente, que es consciente de que
esta generación vivirá peor que la de sus padres, está decantándose en
forma de potenciales conflictos políticos y una enorme inestabilidad.
Hay que romper el euro, y pronto.
P. ¿Cómo dice?
R. El euro fue un error colosal.
P. ¿El coste de romperlo no es como para pensárselo dos veces?
R. Se han metido
ustedes mismos en un rincón, en una camisa de fuerza. Salir del euro
será costoso a corto plazo, pero a la larga sería incluso más costoso
seguir en él. La Europa del sur sale muy perjudicada del diseño de la
eurozona: el euro es un régimen monetario para favorecer a Alemania y a
sus exportadores. Es un experimento de autodestrucción: queda por ver
cuándo se dan cuenta de eso países como Italia y España. Es un patrón
oro más rígido incluso que el de hace un siglo.
P. Ni siquiera los griegos quisieron irse en lo peor de la crisis.
R. No hay forma de
recuperarse de una crisis profunda y deshinchar esas gigantescas
burbujas con devaluaciones internas que imponen más y más austeridad,
como ha recetado Merkel a toda Europa, si no se acompañan de un fuerte
crecimiento, que no está; de inflación, a la que no se le espera; o de
reestructuraciones de deuda, que Merkel no permitirá. Sin nada de eso a
la vista, habría que acompañar las devaluaciones internas de una
devaluación externa, de la moneda: con el euro es imposible. Hay que
renacionalizar la política económica para tener algo de tracción.
P. A pesar de ese análisis, Merkel es admirada en España.
R. No lo entiendo. Despierten.
Nadie puede ser un economista si no es algo más,
dicen los clásicos. Streeck (Lengerich, Alemania, 1946) es sociólogo,
influyente ensayista y ha enseñado economía en universidades europeas y
de EE UU.
Y a sus ataques al euro asocia duras críticas a la UE. “Espero
una lenta agonía: Alemania gobierna de facto la UE y la ha convertido
en una especie de artefacto mercantilista que obedece a sus intereses,
mientras los franceses siguen pensando que de alguna forma la Unión les
permite seguir al mando.
Pero estamos viendo fracturas Norte-Sur por el
euro, Este-Oeste por la inmigración y fenómenos como el Brexit: la UE es
la versión de aquel adagio que dice que puedes engañar a parte del
mundo un tiempo, pero no a todo el mundo todo el tiempo. Tenemos
culturas económicas y políticas irreconciliables, además de problemas
democráticos. La tensión va a ir a más”.
Streeck es un poco más
optimista con Alemania: “Viene un estancamiento, pero nos irá bien
mientras sigamos exportando. El problema llegará cuando los
estadounidenses dejen de comprar nuestros coches, y sobre todo cuando
los chinos dejen de hacerlo”. La lucha por la hegemonía China-EE UU, en
ese entorno, complica las cosas: “La relación entre los países, entre la
política, la economía y las finanzas, tiene que ajustarse. De lo
contrario se acerca una edad oscura”, concluye." (Entrevista a Wolfgang Streeck, Claudi Pérez, El País, 03/03/19)
Para la soberanía financiera y como alternativa a la salida del euro... europeseta electrónica:
Existe una descripción con mucho humor, de economía-ficción, sobre los beneficiosos efectos que se producirían si en Italia, el gobierno impusiera una moneda digital (allá por el 2020), para salir de la quiebra económica y política a la que la permanencia en el euro habría llevado al país. El objetivo se conseguiría rápidamente.
Los únicos perjudicados, los especuladores de la deuda. Ver: J. D. Alt: ‘Europa, 2020: una ucronía iluminadora’. http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5467 )
Los artículos de Juan José R. Calaza, Juan José Santamaría y Juan Güell muestran con gran claridad las ventajas de una europeseta electrónica de circulación interna:
Existe una descripción con mucho humor, de economía-ficción, sobre los beneficiosos efectos que se producirían si en Italia, el gobierno impusiera una moneda digital (allá por el 2020), para salir de la quiebra económica y política a la que la permanencia en el euro habría llevado al país. El objetivo se conseguiría rápidamente.
Los únicos perjudicados, los especuladores de la deuda. Ver: J. D. Alt: ‘Europa, 2020: una ucronía iluminadora’. http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5467 )
Los artículos de Juan José R. Calaza, Juan José Santamaría y Juan Güell muestran con gran claridad las ventajas de una europeseta electrónica de circulación interna:
- Para entender la europeseta electrónica. Qué es y, sobre todo, qué no es. Enlace: http://www.farodevigo.es/opinion/2012/12/02/entender-europeseta-electronica/720458.html
- Para salir de la crisis sin salir del euro: España
debe emitir europesetas (electrónicas). Enlace: http://www.farodevigo.es/opinion/2011/11/27/salir-crisis-salir-euro-espana-debe-emitir-europesetas-electronicas/601154.html
- Las europesetas electrónicas, complementarias al euro, estimularán el crédito sin efectos colaterales perversos. Enlace: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=165815
Juan Torres insiste en que es necesario emitir una moneda complementaria al euro. Sus artículos:
- Marear la perdiz. Enlace: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/02/08/andalucia/1360327224_588117.html
- Hay alternativas, incluso dentro del euro.
Enlace: http://juantorreslopez.com/publicaciones/hay-alternativas-incluso-dentro-del-euro/ mmmm
No hay comentarios:
Publicar un comentario