"Las conversaciones entre PSOE y Unidas Podemos están rotas y no parece que vayan a arreglarse. (...)
Pedro Sánchez está dispuesto a aceptar ministros de Unidas Podemos en su
Gobierno pero quiere una coalición de perfil bajo: sin Pablo Iglesias
en el Consejo de Ministros y negociando cada nombramiento para que sean
perfiles "cualificados".
Y Pablo Iglesias, y el probable resultado de la
consulta que ha planteado a sus bases, asegura que no admitirá otra
opción que un Gobierno de coalición proporcional a los votos de cada
partido y sin vetos previos.
Ambos líderes están netamente convencidos
de sus posiciones, no se muestran dispuestos a modificarlas, cada uno se
ha atado con sus palabras al palo mayor de su barco –como Ulises para
evitar la tentación de las sirenas–. (...)
Los argumentos públicos de ambos partidos para justificar su posición
son de sobra conocidos. El PSOE no quiere "un segundo gobierno dentro
del Gobierno", teme las turbulencias que traerá la sentencia del procés
en Catalunya si tienen un vicepresidente que defiende que "los líderes
independentistas son presos políticos" y prefiere una repetición
electoral a tener un Consejo de Ministros inestable, que pueda volar por
los aires a los pocos meses.
Unidas Podemos defiende que sus escaños
"no van a ser gratis", considera "insultante" que se vete a su líder y
argumenta que una coalición es parte de la "normalidad democrática
europea", también la moneda de cambio habitual en otros gobiernos
municipales y autonómicos y la garantía de que el PSOE "no pactará
medidas con la derecha". Argumentan, y esto es indudable, que Podemos no
reclama algo distinto a lo que pide el PSOE para apoyar gobiernos donde
son socios minoritarios.
¿Hay algo más? Lo hay. (...)
Porque, en el fondo, aunque ninguno de los dos partidos lo admita
abiertamente, el principal desencuentro entre las posiciones de PSOE y
Unidas Podemos está en un único asunto y no es ni la coalición ni el
debate programático, que ni siquiera se ha abordado: es si Pablo
Iglesias entra o no entra en el Consejo de Ministros. (...)
Que saben el rechazo que Iglesias provoca entre ese
votante de centro, al que el PSOE quiere seducir en el futuro, y también
entre el establishment y el poder económico.
Que ven a Pablo Iglesias en horas bajas y temen que pueda resucitar si
se convierte en el primer político a la izquierda de la socialdemocracia
que llega al Consejo de Ministros de España desde la Segunda República.
En el lado de Unidas Podemos, también hay más motivos
para su posición, al margen de lo que sus dirigentes explican en los
medios. Tampoco se fían de Pedro Sánchez, y por eso no quieren quedarse
fuera del Consejo de Ministros y dejarle las manos libres. Creen que
esta oportunidad podría ser la última y no la van a dejar escapar.
Confían en que alcanzar el Gobierno servirá para dar la vuelta a la
tendencia a la baja del partido.
Piensan que sería más dañino para Unidas Podemos una legislatura como
simple socio parlamentario que una repetición electoral, que necesitan
el empuje que da el Gobierno para ganar la inevitable pugna contra el
nuevo partido de Iñigo Errejón. (...)
Iglesias cree que Sánchez cederá en algún momento
porque en su mano está pasar la Nochebuena en su casa o en La Moncloa,
porque el líder del PSOE tiene mucho más que perder. Sánchez cree que
será Iglesias quien ceda porque una repetición electoral puede ser letal
para su partido: un descalabro en votos y en escaños.
Ambos se equivocan en algo: ninguno de los dos cederá
hoy –y dudo incluso que ocurra en septiembre–. Y aciertan en sus
pronósticos catastróficos para el otro si no hay acuerdo de Gobierno.
Por mucho que las encuestas sean hoy más favorables para el PSOE, una
repetición electoral es una moneda al aire. La derecha no cometerá otra
vez el error de ir dividida –ojo
a España Suma, ese plan del PP a imitación de la lista conjunta de
Navarra para intentar una coalición nacional con Ciudadanos–.
La
izquierda no se movilizará con la misma intensidad con la que lo hizo el
28 de abril. El 'que viene el lobo' de Vox no funcionará por segunda
vez. Y por mucho que ambos partidos se vean muy capaces de imponer su
versión, convencer a los propios y culpar al otro del fracaso, el claro
ganador de la decepción generalizada sin duda será la derecha." (Ignacio Escolar, eldiario.es, 16/07/19)
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