23.9.19

¿Por qué vamos a ir a nuevas elecciones? Se equivocó Unidas Podemos no aceptando un gobierno pionero de coalición en esta restauración democrática, con la Vicepresidencia y tres ministerios de enorme potencial legislativo y carga simbólica. Se equivocó el PSOE enquistándose en la negativa posterior a cualquier posibilidad de entendimiento que no pasara por la sumisión y el desprecio a Unidas Podemos... Ni en la peor de mis pesadillas imaginé algo así...

"(...) ¿Por qué vamos a ir a nuevas elecciones?

Desde el hooliganismo de partido o de bloque, quizá lo más cómodo para mí sea culpar al de enfrente o al que se encuentre a mi lado, en ningún caso a los míos. Y me temo que este hooliganismo político es la única razón que justifica el despropósito de nuevas elecciones, para exigirnos que esta vez votemos bien y no le hagamos pasar a los partidos el trago de entenderse o de aceptar que vencieron los otros. En otras palabras, la partitocracia ha vencido a la democracia. (...)

Creo que se equivocó Unidas Podemos no aceptando un gobierno pionero de coalición en esta restauración democrática, con la Vicepresidencia y tres ministerios de enorme potencial legislativo y carga simbólica. Creo que se equivocó el PSOE enquistándose en la negativa posterior a cualquier posibilidad de entendimiento que no pasara por la sumisión y el desprecio a Unidas Podemos por no someterse y despreciarle. 

Y creo que también se equivocan las derechas, en especial la desnortada y radicalizada C’s, no aceptando la voluntad de la mayoría social y haberse abstenido con normalidad democrática a lo Valls para ser enteros y coherentes con la misma razón de Estado que pregonan. Los partidos parten lo que las causas unen. Y a ninguno parece unirles la democracia más que su ombligo.

¿Lo llegó a imaginar la noche electoral del 28-A, cuando ya conocíamos los resultados?

Ni en la peor de mis pesadillas. En política es infinitamente más rentable la esperanza que los hechos. Y aquel día, la mayoría social progresista, ecologista, feminista y de izquierda teníamos la esperanza de que PSOE y Unidas Podemos se entenderían porque ya lo habían hecho en la moción de censura y en el proyecto de presupuestos. Que ahora no lo consigan solo obedece a que confunden el poder como sustantivo con el poder como verbo. 

Por supuesto que es legítimo un gobierno de coalición con el que la inmensa mayoría de quienes votaron por ambas formaciones estarían de acuerdo. De la misma manera que, con idéntica legitimidad, dentro y fuera de Unidas Podemos sigue habiendo voces críticas que apostaron desde el principio por el apoyo a la investidura sobre un acuerdo programático, para evitar el riesgo de nuevas elecciones y una posible victoria de las derechas (...)

¿Por qué aceptamos esta precariedad en la que buena parte de la sociedad está viviendo? ¿Por qué se está normalizando vivir con angustia, con miedo de no poder pagar ni un alquiler?

No lo sé. O quizá lo sé pero desearía no saberlo. Porque mucho me temo que la razón de fondo que explica esta resignación social sea la pérdida de la esperanza en los valores tradicionales de la izquierda para salvar la situación, unida a la carencia de una alternativa ideológica y económica que pudiera despertar la esperanza de las clases más desfavorecidas frente a este devastador capitalismo que hemos aceptado casi como dogma de fe. 

Sin duda, su principal victoria consiste en la pérdida de la conciencia de clase. Me duele como un tiro en las tripas escuchar a gente muy humilde con discursos propios de la derecha más rancia y reaccionaria.(...)

 No hay peor derrota que la cultural. Ellos lo saben y bombardean a diario con mensajes simplistas de inseguridad y miedo a lo único que genera inseguridad y miedo al capitalismo salvaje. En España, además, aderezados de nacionalcatolicismo. Duele mucho un pobre desesperanzado. Y duele dos veces un facha pobre.

¿Qué se le viene a la cabeza cuando escucha vicepresidencia para proteger el estilo de vida europeo?

Otro miedo más, esta vez, al derrumbe de los pilares socioeconómicos de la Unión Europea. El eufemismo del nombre esconde el pavor de algunos Estados miembro de la Unión Europea a las amenazas de quienes disparan desde dentro (Brexit, nacionalismos excluyentes…), y de los que disparan desde fuera (crisis migratoria, guerra comercial entre EEUU y China…). Si lo que se quiere proteger es el Estado del Bienestar, fundado en la redistribución de la riqueza para garantizar la universalidad de los derechos sociales, me temo que hace años que está en peligro por las propias políticas de la UE y de los Estados-miembro que ahora hipócritamente se erigen en sus defensores. 
Aun así, en este momento clave de la historia donde la UE es una placa tectónica atrapada entre otras de mayor dimensión política y económica representadas por Estados (Rusia, China, EEUU, Brasil, India…), soy partidario de la defensa a ultranza del Estado del Bienestar con anclaje constitucional como barricada frente a esta desalmada lucha de titanes. Sin olvidarnos nunca de que España debe ser el embajador de este modelo y el puente de encuentro con el Mediterráneo y el Atlántico. (...)

Va a ser que al final… ¿estén ganando los malos?

Parafraseando la letra flamenca, “Llegaron las derechas/ y nos molieron a palos,/ que Dios ayuda a los malos/ cuando son más que los buenos». En Andalucía o en Madrid, por ejemplo, están ganando porque fueron más que las izquierdas en unos procesos electorales concretos, con unas circunstancias muy concretas: en un caso, de moción de censura popular contra el PSOE de Susana Díaz; en el otro, por la injustificable fragmentación de la izquierda.

 En estas nuevas elecciones, puede ser que coincidan ambas circunstancias. Y si en el Congreso ocurriera lo que pasó en Andalucía o en Madrid, no será porque votamos mal sino porque fueron los políticos malos quienes permitieron la victoria de los peores."                 (Entrevista a Antonio Manuel, Olivia Carballar, La Marea, 18/09/19)

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