"La mutación del coronavirus constituye un fenómeno menor en
comparación con la mutación geopolítica que estamos presenciando. Los
EEUU han quedado fuera de juego ante la proyección china que se ha
apropiado de la noción de “humanidad” enviando misiones de “ayuda”
(junto a rusos y cubanos) a diferentes países para contener la
propagación virológica.
Hasta ahora, la noción de “humanidad”, término
imperial por excelencia, había sido el pivote de toda la articulación
imperial por parte de los EEUU. Solo ellos podían decidir resolver un
asunto de la “humanidad” y no simplemente de los EEUU. Hoy han sido los
chinos quienes se han proyectado salvar a la “humanidad”.
Trump asumió la fórmula malthusiana de “hacer vivir” a los suyos y
“dejar morir” al resto, sin capacidad de articular un orden, una escena o
una política universal que vaya más allá de los muros fronterizos que
ficticiamente separan a EEUU del “contagio” latinoamericano. Digámoslo
al revés: los únicos que han hecho una verdadera política imperial han
sido los chinos.
Sin planificación alguna, pero con un trabajo
silencioso por el que el capital viene penetrando reticularmente las
diferentes economías del mundo, los chinos entendieron la dimensión
geopolítica que se jugaba en la coyuntura abierta por el “coronavirus” y
asaltaron el kairós de la situación. En eso ha consistido su
inteligencia política, hipotecando el largo plazo para relevar la
posición imperial de los EEUU.
Por cierto, ello implica una mutación decisiva en el campo de los
órdenes de dominio: en esta coyuntura EEUU ha sido incapaz de velar por
Europa y, en ese sentido, se ha roto o, al menos debilitado el pacto
erigido inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, según el
cual, los EEUU velan por Europa de la posibilidad de que el fantasma
ruso pueda ingresar en ella y dominarla. Hoy hemos visto a médicos rusos
desembarcando en vehículos militares en Italia y todo comienza a
funcionar como un prolegómeno –cuya extensión resulta incierta- a la
nueva realidad geopolítica.
Ninguna de estas transformaciones se debe al “coronavirus”,
pero sí a la posibilidad que abrió. Esa puerta estaba ahí para ser usada
por cualquiera. Pero fueron los chinos quienes, después de su agonía en
Wuhan, ingresaron en ella para consolidar el trabajo que han venido
haciendo hace ya demasiado tiempo y cuyo objetivo debería terminar en
arrebatar a los EEUU la hegemonía financiera sobre la divisa global que
abra nuevos circuitos del capital que no le rindan pleitesía al dólar,
sino al yuan.
Cuando ello se consolide, definitivamente
entraremos en la fase de “desweberianización” del capitalismo global,
esto es, un estadio que no requiere del ethos
de la subjetividad liberal como pivote para su realización. Porque,
quizás, el capitalismo constituye un modo de producción que no necesita
de una cultura en particular para desplegarse. (...)
Ningún evento importante en la historia acontece de la noche a la
mañana, siempre deviene un proceso silencioso o no, explícito o
implícito que baraja los naipes del destino. Hoy que el FMI ha anunciado
la existencia de una “recesión” de la economía mundial ¿será el capital
chino el que la salvará? ¿Tendremos que esperar un “Plan Marshall”
chino para el mundo post-coronavirus? (...)
En esta vía, EEUU comienza a parecer como máscara de un poder
formal que dependerá de manera cada vez más frecuente del poder real
chino: la divisa norteamericana se mantiene sin duda, pero gracias al
impulso de la economía china. Quizás, ello resuma el proceso que está en
curso y que la emergencia virológica ha visibilizado. Si bien los EEUU
siguen siendo la potencia militar más importante del planeta, ello no se
traduce, sin embargo, en una incidencia política que pueda imponer un
orden preciso, sino es a partir de la producción del “caos”: la guerra
civil global.
Porque la reticularidad de la economía juega en el campo en el que la
lógica militar tiende a quedar permanentemente sobrepasada: el dominio
económico domina al dominio militar. Y los EEUU saben que no pueden
soltar la hegemonía del dólar, aunque saben que éste depende cada vez
más de la economía china: el dólar es cada vez más un espejismo
especulativo; la economía china, en cambio, una realidad que penetra
silenciosa y reticularmente.
El posible relevo imperialista implica, más bien, una mutación
decisiva en el campo del capitalismo global: un nuevo imperialismo no
modificará la estructura del Imperio sino que más bien la radicalizará
en un proceso ya en curso hace mucho que podríamos calificar de
“desweberianización”. A diferencia de Alexandre Kojève que veía con sumo
interés la irrupción del maoísmo como umbral chino del “fin de la
historia” quizás sea China quien hará de dicho fin el momento más
refinado del Imperio. El filósofo que contempla hacia atrás el fin ¿será
un filósofo chino?" ( Rodrigo Karmy Bolton , El Desconcierto.cl, 05.04.2020
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