15.4.20

El relevo imperialista: la mutación del coronavirus constituye un fenómeno menor en comparación con la mutación geopolítica que estamos presenciando. Los EEUU han quedado fuera de juego ante la proyección china que se ha apropiado de la noción de “humanidad”. EEUU comienza a parecer como máscara de un poder formal que dependerá de manera cada vez más frecuente del poder real chino: la divisa norteamericana se mantiene sin duda, pero gracias al impulso de la economía china

"La mutación del coronavirus constituye un fenómeno menor en comparación con la mutación geopolítica que estamos presenciando. Los EEUU han quedado fuera de juego ante la proyección china que se ha apropiado de la noción de “humanidad” enviando misiones de “ayuda” (junto a rusos y cubanos) a diferentes países para contener la propagación virológica.

 Hasta ahora, la noción de “humanidad”, término imperial por excelencia, había sido el pivote de toda la articulación imperial por parte de los EEUU. Solo ellos podían decidir resolver un asunto de la “humanidad” y no simplemente de los EEUU. Hoy han sido los chinos quienes se han proyectado salvar a la “humanidad”.

Trump asumió la fórmula malthusiana de “hacer vivir” a los suyos y “dejar morir” al resto, sin capacidad de articular un orden, una escena o una política universal que vaya más allá de los muros fronterizos que ficticiamente separan a EEUU del “contagio” latinoamericano. Digámoslo al revés: los únicos que han hecho una verdadera política imperial han sido los chinos.

 Sin planificación alguna, pero con un trabajo silencioso por el que el capital viene penetrando reticularmente las diferentes economías del mundo, los chinos entendieron la dimensión geopolítica que se jugaba en la coyuntura abierta por el “coronavirus” y asaltaron el kairós de la situación. En eso ha consistido su inteligencia política, hipotecando   el largo plazo para relevar la posición imperial de los EEUU.

Por cierto, ello implica una mutación decisiva en el campo de los órdenes de dominio: en esta coyuntura EEUU ha sido incapaz de velar por Europa y, en ese sentido, se ha roto o, al menos debilitado el pacto erigido inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, según el cual, los EEUU velan por Europa de la posibilidad de que el fantasma ruso pueda ingresar en ella y dominarla. Hoy hemos visto a médicos rusos desembarcando en vehículos militares en Italia y todo comienza a funcionar como un prolegómeno –cuya extensión resulta incierta- a la nueva realidad geopolítica.

Ninguna de estas transformaciones se debe al “coronavirus”, pero sí a la posibilidad que abrió. Esa puerta estaba ahí para ser usada por cualquiera. Pero fueron los chinos quienes, después de su agonía en Wuhan, ingresaron en ella para consolidar el trabajo que han venido haciendo hace ya demasiado tiempo y cuyo objetivo debería terminar en arrebatar a los EEUU la hegemonía financiera sobre la divisa global que abra nuevos circuitos del capital que no le rindan pleitesía al dólar, sino al yuan. 

Cuando ello se consolide, definitivamente entraremos en la fase de “desweberianización” del capitalismo global, esto es, un estadio que no requiere del ethos de la subjetividad liberal como pivote para su realización. Porque, quizás, el capitalismo constituye un modo de producción que no necesita de una cultura en particular para desplegarse.  (...)

Ningún evento importante en la historia acontece de la noche a la mañana, siempre deviene un proceso silencioso o no, explícito o implícito que baraja los naipes del destino. Hoy que el FMI ha anunciado la existencia de una “recesión” de la economía mundial ¿será el capital chino el que la salvará? ¿Tendremos que esperar un “Plan Marshall” chino para el mundo post-coronavirus?  (...)

En esta vía, EEUU comienza a parecer como máscara de un poder formal que dependerá de manera cada vez más frecuente del poder real chino: la divisa norteamericana se mantiene sin duda, pero gracias al impulso de la economía china. Quizás, ello resuma el proceso que está en curso y que la emergencia virológica ha visibilizado. Si bien los EEUU siguen siendo la potencia militar más importante del planeta, ello no se traduce, sin embargo, en una incidencia política que pueda imponer un orden preciso, sino es a partir de la producción del “caos”: la guerra civil global.

Porque la reticularidad de la economía juega en el campo en el que la lógica militar tiende a quedar permanentemente sobrepasada: el dominio económico domina al dominio militar. Y los EEUU saben que no pueden soltar la hegemonía del dólar, aunque saben que éste depende cada vez más de la economía china: el dólar es cada vez más un espejismo especulativo; la economía china, en cambio, una realidad que penetra silenciosa y reticularmente.

El posible relevo imperialista implica, más bien, una mutación decisiva en el campo del capitalismo global: un nuevo imperialismo no modificará la estructura del Imperio sino que más bien la radicalizará en un proceso ya en curso hace mucho que podríamos calificar de “desweberianización”. A diferencia de Alexandre Kojève que veía con sumo interés la irrupción del maoísmo como umbral chino del “fin de la historia” quizás sea China quien hará de dicho fin el momento más refinado del Imperio. El filósofo que contempla hacia atrás el fin ¿será un filósofo chino?"              ( Rodrigo Karmy Bolton , El Desconcierto.cl, 05.04.2020

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