"El acuerdo alcanzado el jueves 9 de abril por el Eurogrupo para una
salida coordinada de la crisis representa un arma de doble filo. Por una
parte, pone en marcha un programa de liquidez de 550.000 millones de
euros destinado a la protección de los Estados, las empresas y los
trabajadores en riesgo de ser despedidos.
Por otra parte, implica un
‘No’ definitivo a los Coronabonos y a toda posibilidad de emisión de
deuda mutualizada, protegida por la rúbrica de todos los países de la
eurozona. Exento también de toda posible compra directa de deuda pública
por parte del Banco Central Europeo –prohibida, por ahora, en los
Tratados de la UE–, el acuerdo, además, se muestra todo lo ambiguo
posible en lo que los países del norte denominan la “condicionalidad” de
las ayudas.
Algo que hace recordar a las naciones del sur el fantasma
de 2010: la obligación de realizar reformas estructurales lesivas para la mayoría de la población, el empleo y el crecimiento económico. (...)
Nadia Calviño, que en el curso de lo que amenaza con convertirse en una
segunda Gran Depresión, ha manifestado con claridad su afinidad
incondicional con los criterios más ortodoxos de la eurozona y la
posesión, además, de una agenda propia separada del proyecto del
Ejecutivo. (...)
El papel de Calviño en Economía –reforzada como vicepresidenta
económica, con un amplio derecho de veto; ex alta funcionaria de la
Comisión Europea; y mediadora cualificada para la gestión de los asuntos
comunitarios– representa un ‘seguro de vida’ para un gobierno
progresista que atraviesa un periodo de extrema dificultad financiera en
el que la confianza de Bruselas y de los mercados se juzga
imprescindible. (...)
Pero el seguro que Calviño representa puede tener un coste político muy
alto. El perfil de la ministra y de su densa e integrada red
tecnocrática, los conocidos como Tecos –Técnicos Comerciales y
Economistas del Estado, uno de los cuerpos más cualificados de la
Administración–, parece haber adquirido una dinámica propia sincronizada
con las perspectivas de Bruselas, y en continuo contraste con las
intenciones de un ejecutivo progresista que ha declarado que la presente
crisis no dejará a nadie atrás.
Fuentes del gobierno coinciden en la continua oposición entre las
carteras de Economía y Trabajo, en la desconfianza creciente del
presidente en un ministerio cuya titular aspira a un puesto protagonista
en la Comisión Europea, y, sobre todo, en unas medidas, las de los
préstamos y avales para facilitar la situación a las empresas, que,
gestionadas por la banca, exigen de unos trámites burocráticos y unas
condiciones específicas –con tipos de interés y pólizas seguros que se
añaden a menudo como coste obligatorio– que están suponiendo infinitas
dificultades para que el dinero llegue a una economía real diversa y en
una situación de extrema precariedad por el estado de alarma. (...)
La red de Tecos es altamente cohesiva y está mayoritariamente organizada
en torno al ministerio de Calviño, una concentración de poder
burocrático alternativa a la de los abogados del Estado, que en los años
del PP y de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría colonizaron
puestos clave en las secretarías, direcciones generales y asesorías
jurídicas de casi todos los ministerios hasta 2018.
Si la promoción de
abogados de 1996 fue denominada ‘La Gloriosa’, con una gran mayoría de
juristas en posiciones estatales decisivas, la de Calviño,
correspondiente al mes de mayo de 1994, podría bien apodarse ‘La
Teutónica’, con Tecos ejerciendo altísimos cargos en el ejecutivo de
Rajoy, como los de presidente de AENA (Jaime García Legaz), ADIF
(Enrique Verdeguer) o la SAREB (Belén Romana), precisamente durante los
años de mayor ajuste tutelado por Bruselas.
Economía no se mueve aunque las urnas digan lo contrario. Esto se
comprueba con claridad en el cargo de secretario general del Tesoro y
Política Financiera, Carlos San Basilio, que trabajó para el Banco
Santander y que ya ocupara una posición similar en el último ejecutivo
de Mariano Rajoy; o en el de su subordinado, el director general del
Tesoro Pablo de Ramón-Laca Clausen, perteneciente a una familia de altos
funcionarios de amplísimo patrimonio y gestión de varias SICAV, células financieras de elusión fiscal que el nuevo gobierno se había comprometido a devolver a la Agencia Tributaria.
Nadia Calviño es la vicepresidenta ‘alemana’ –u ‘holandesa’– elegida
para no dar miedo a los poderes que no cambian con los comicios, en un
periodo en el que las necesidades de la sociedad española requieren de
puntos de vista radicalmente distintos, incluso de una ‘economía de
guerra’, como han llegado a afirmar algunos expertos de la corriente
mayoritaria.
El editorial del periódico alemán Der Spiegel
describía hace unos días una realidad escalofriante: “Si Italia, España
y Francia tuvieran que aplicar generosos programas de ayuda y garantías
similares a los de los alemanes para sus economías detenidas, para
evitar la masacre de las empresas, no se necesitarían miles de millones,
sino millones de millones de euros”. Con la ministra de Economía y su
red de delegados de una Troika que ya ha abierto un ojo, ¿el escudo
social será realmente social? El confinamiento ideológico continúa." (Andrés Villena, CTXT, 10/04/20)
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