"La gestión de Carlos Mazón en la riada que ha arrasado la Comunidad Valenciana está siendo muy discutida. Pasado el momento del shock, con el barro aún fresco y los cadáveres todavía calientes, los valencianos se vuelven hacia sus dirigentes, indignados, y les preguntan por qué, qué ha pasado, cómo pudo ocurrir. La ley establece claramente que las competencias para gestionar alertas de Protección Civil corresponden a los gobiernos autonómicos, en este caso al Gobierno de la Generalitat. Y si una región se ve desbordada por una catástrofe natural o de cualquier otra índole compete al presidente autonómico solicitar el auxilio del Estado.
Es evidente que Mazón minusvaloró la amenaza. Por la mañana tenía sobre su mesa todos los informes de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) que avisaban de que se estaba formando un monstruo atmosférico como pocos se habían visto. Mazón podría haber solicitado la colaboración del Gobierno de Sánchez, pero lejos de eso decidió restar importancia al fenómeno y puso un tuit a las 13.14 horas del martes en el que vaticinó que por la tarde el temporal ya habría remitido, desplazándose “hacia la Serranía de Cuenca”. Por desgracia para todos, el hombre no atinó con el mapa. O quizá no quiso perder unos puntos de PIB y disgustar a la patronal.
A las ocho de la tarde, la alerta roja estaba en todo lo alto y miles de valencianos confiados en lo que les decían sus autoridades se encontraban en la calle, en sus coches, en el trabajo o en el bar cuando tenían que estar metidos en casa. La dana no les perdonó, descargó con toda su violencia y el resultado fueron esas escenas que hemos visto: gente arrollada por la corriente, niños agarrados a árboles y coches amontonados, como fichas de dominó, en las autopistas. Lógicamente, el famoso tuit de Mazón fue borrado en cuanto se vio que estaba, no lloviendo, sino diluviando.
Ahora el PP valenciano trata de salvar a su delfín descargando en Pedro Sánchez la responsabilidad de los cientos de muertos, heridos y desaparecidos. La misma estrategia fácil de la pandemia, cuando Ayuso se quitó de encima su nefasta gestión en las residencias de ancianos (que costó la vida a 7.291 personas), culpando al exvicepresidente Pablo Iglesias.
Esta vez los populares lo tendrán algo más difícil para montar una coartada con la que salir airosos del fiasco. Y es así porque la secuencia cronológica de hechos no deja lugar a dudas. Mazón tomó decisiones, o mejor dicho, dejó de tomarlas, y un incidente que podría haber tenido un coste mucho menor en vidas humanas ha terminado con cientos de muertos. El recuento de víctimas mortales aún no ha acabado. Conforme se vaya quitando el barro y retirando las montañas de automóviles, apilados unos sobre otros, irán apareciendo más cuerpos sin vida. Un horizonte que debe producir angustia en los representantes del Consell. Quizá sea esa ansiedad la que explique que ayer, durante el encuentro entre Mazón y Sánchez para evaluar los estragos de la catástrofe, el primero se dirigiera al segundo como “querido presidente”, un trato extraño si tenemos en cuenta que en los últimos meses los prebostes populares han tomado a ese mismo presidente como un muñeco de pim, pam, pum, sin respeto alguno, deshumanizándolo y a base de insultos. Esa imagen de unidad cordial que ha tratado de escenificar el jefe del Gobierno regional seguramente no se hubiese producido si las responsabilidades en la calamitosa gestión de la dana hubiesen recaído sobre Moncloa. En ese caso le estarían dando palos al premier socialista hasta en el carné de identidad. Mazón se muestra educado porque, después del pastel que ha montado, está más guapo callado.
Los políticos tienen la obligación de minimizar daños en situaciones de grandes catástrofes. Así lo intentó hacer al menos el actual Gobierno durante la pandemia de coronavirus, cuando decretó el Estado de alarma y el confinamiento de la población con el fin de salvar vidas. Fue una decisión arriesgada, ya que suponía la paralización de la economía con las consiguientes pérdidas económicas. Pero se hizo anteponiendo la salud pública al valor del dinero. Con confinamiento fallecieron 120.000 personas; sin él, quizá la cifra se hubiese triplicado, según informes de la Universidad Británica Imperial College London.
Mazón sale muy tocado de esta crisis y debería dar explicaciones si no judiciales al menos en comisión parlamentaria. Ayer mismo, 48 horas después de que se desencadenara lo imposible, volvió a dar serias muestras de torpeza: primero porque toda la ayuda que fue capaz de llevar a los vecinos de Paiporta (zona cero de la catástrofe) se redujo a una botella de agua mineral por persona; después porque volvió a fallar con las alertas meteorológicas, esta vez en Castellón, donde envió a los niños al colegio mientras en el cielo volvía a formarse la mundial; y finalmente porque, ya políticamente derrotado y desbordado, pidió a Sánchez la movilización del Ejército, que por culpa de su lentitud y falta de reflejos llegará a los lugares arrasados tres días después de la hecatombe.
El que estaba llamado a ser delfín de Feijóo en la carrera por ganarle el pulso a Isabel Díaz Ayuso puede haber dicho adiós a cotas más altas de la política. Desde luego, ya nadie pensará en él como sucesor del gallego en un futuro más o menos lejano. Pocos se fiarían de un hombre que cuando llegó el momento de decirle a los valencianos que se quedaran en sus casas por “alerta roja” dio luz verde a la movilidad y a que cualquier ciudadano hiciese lo que le viniese en gana, incluso coger el coche cuando era altamente peligroso, ya que el tsunami (eso es lo que ha sido esta riada, una especie de maremoto) estaba a punto de estallar. No sorprende que ayer mismo Feijóo se desmarcara de Mazón, adoptando una posición mucho menos conciliadora y más beligerante con Moncloa, cuando arremetió contra Sánchez por no haberle informado personalmente de lo que iba a pasar esa tarde maldita en la que llegaron a caer más de 600 litros en menos de una hora.
El Prestige, el Yak 42, el 11M, la pandemia, la crisis de los pellets en Galicia y ahora la deficiente gestión de la peor dana del siglo. En el PP serán expertos en hacer dinero y en privatizaciones. Pero gestionando desastres, ellos son la peor de las calamidades."
Artículo 129 de la Constitución española: Los poderes públicos... establecerán los medios que faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción - Implantar la democracia económica en España es constitucional
3.11.24
La peor calamidad es el Gobierno de Mazón... A las ocho de la tarde, la alerta roja estaba en todo lo alto y miles de valencianos confiados en lo que les decían sus autoridades se encontraban en la calle, en sus coches, en el trabajo o en el bar cuando tenían que estar metidos en casa. La dana no les perdonó, descargó con toda su violencia y el resultado fueron esas escenas que hemos visto: gente arrollada por la corriente, niños agarrados a árboles y coches amontonados, como fichas de dominó, en las autopistas. Lógicamente, el famoso tuit de Mazón fue borrado en cuanto se vio que estaba, no lloviendo, sino diluviando... Ahora el PP valenciano trata de salvar a su delfín descargando en Pedro Sánchez la responsabilidad de los cientos de muertos... La misma estrategia fácil de la pandemia, cuando Ayuso se quitó de encima su nefasta gestión en las residencias de ancianos (que costó la vida a 7.291 personas), culpando al exvicepresidente Pablo Iglesias... Esta vez los populares lo tendrán algo más difícil para montar una coartada con la que salir airosos del fiasco. Y es así porque la secuencia cronológica de hechos no deja lugar a dudas. Mazón tomó decisiones, o mejor dicho, dejó de tomarlas, y un incidente que podría haber tenido un coste mucho menor en vidas humanas ha terminado con cientos de muertos... 48 horas después de que se desencadenara lo imposible, volvió a dar serias muestras de torpeza: primero porque toda la ayuda que fue capaz de llevar a los vecinos de Paiporta (zona cero de la catástrofe) se redujo a una botella de agua mineral por persona; después porque volvió a fallar con las alertas meteorológicas, esta vez en Castellón, donde envió a los niños al colegio mientras en el cielo volvía a formarse la mundial... El Prestige, el Yak 42, el 11M, la pandemia, la crisis de los pellets en Galicia y ahora la deficiente gestión de la peor dana del siglo. En el PP serán expertos en hacer dinero y en privatizaciones. Pero gestionando desastres, ellos son la peor de las calamidades (José Antequera)
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