"Las intenciones de la administración Trump podrán ser valoradas de muchas maneras, pero desde luego, no han sido disimuladas. Está produciendo una reconfiguración completa del orden internacional que transita por diversas etapas. Primero fue Ucrania. Después le llegó el turno a la reorganización del comercio y de la economía, con consecuencias especiales para los aliados. China está en el horizonte, pero ya ha anunciado que no se plegará a los deseos estadounidenses y que contestará a las amenazas arancelarias sosteniendo la apuesta. El siguiente paso será Irán y la recomposición de Oriente Medio.
En todo ese trayecto, los aranceles juegan un papel muy significativo a la hora de reconstruir el orden global a favor de EEUU. En especial, porque las cargas que Washington está imponiendo no tienen que ver estrictamente con aspectos comerciales. Así lo reconocía expresamente Peter Navarro, consejero de Comercio del gobierno Trump, y uno de los arquitectos de su plan, en un artículo escrito para Financial Times:
“Peor aún es el aluvión de armas no arancelarias que utilizan las naciones extranjeras para estrangular las exportaciones estadounidenses, aumentar injustamente sus envíos a Estados Unidos y bloquear sus propios mercados. Estas herramientas incluyen la manipulación cambiaria, las distorsiones del impuesto al valor añadido, el dumping, los subsidios a la exportación, las empresas estatales, el robo de propiedad intelectual, estándares discriminatorios de productos, cuotas, prohibiciones, regímenes de licencias opacos, procedimientos aduaneros engorrosos, la obligación de localizar los datos y, cada vez más, el uso de la guerra jurídica en lugares como la UE para atacar a las mayores empresas tecnológicas estadounidenses”.
Conviene detenerse en lo que esto significa. No se trata tanto de un conjunto de agravios listados por la administración estadounidense como de un intento de imponer nuevas reglas a quienes pretendan evitar (o que se reduzcan) los aranceles. Hay una gran cantidad de aspectos relevantes en lo que Navarro expone como perjuicios para EEUU, desde la política monetaria hasta la industrial pasando por los impuestos o por los estándares de calidad.
La UE insistió continuamente en su papel como gran potencia reguladora: ahora EEUU quiere fijar qué reglas son las adecuadas
En realidad, todas esas decisiones forman parte de la soberanía de los territorios. Son facultades que competen a sus dirigentes y que emanan del poder de sus Estados (o, en el caso de la Unión Europea, del transferido como efecto de los Tratados). Son decisiones que se adoptan no solo por cuestiones comerciales, sino por consideraciones de seguridad o de protección de sus consumidores, por necesidades de sus economías o por equilibrios políticos. Son aspectos, por tanto, que si se deciden en otro lugar, afectan a la soberanía.
Lo que Navarro está afirmando es que si determinadas decisiones de otros países contravienen intereses de las empresas estadounidenses, o si no convienen a sus necesidades de seguridad, o generan perturbaciones molestas para Washington, deben decaer. Es una exigencia del país dominante a los países periféricos, que subraya cómo el margen para dictar sus propias normas quedará reducido para quienes quieran comerciar con EEUU. La Unión Europea insistió continuamente en la eficacia de su papel como gran potencia reguladora: ahora EEUU quiere decidir qué reglas son las adecuadas.
La voluntad europea de plantar cara a las exigencias estadounidenses tiene que ser concretada. Hasta ahora, se han producido tantas declaraciones apaciguadoras como combativas, y debe establecerse aún qué proporción de ambas contendrá la respuesta de la Unión. La propuesta de aranceles cero mutuos es vista como muy insuficiente por la administración Trump, y así lo ha hecho saber. Quieren más, y Navarro lo detalla, pero también lo ha resaltado Stephen Miran, presidente del Consejo de Asesores Económicos de Donald Trump; entre otras cosas, que Europa siga comprando bonos del Tesoro estadounidense. Mantener el dólar como moneda de reserva mundial es una prioridad completa para EEUU.
La UE se enfrenta a un dilema: cuál es el grado de política económica y de economía política propias que va a conservar frente a Washington
Sin embargo, hay un aspecto muy relevante en el hecho de que Trump ponga el acento en las barreras no arancelarias. Ampliar el foco a un campo tan amplio le permite valorar como agresiones aspectos de política monetaria o de política económica de los países con los que comercia. Si la Unión Europea pretendiera llevar a cabo un par de instrumentos necesarios para dotarse de una fuerza conveniente en estos tiempos, como son la unión fiscal o el mercado único de capitales, su decisión podría ser interpretada por Washington como un acto hostil, al igual que si optase por revitalizar su industria mediante medidas que la favorecieran (salvo en sectores acordados, como la defensa), lo que podría llevar a que los aranceles se elevasen.
De manera que la Unión se enfrenta a un dilema que va mucho más allá de qué ventajas comerciales va a ofrecer a EEUU para evitar los aranceles: cuál es el grado de política económica y de economía política que va a conservar. También existen riesgos para Washington: una administración que no aceptase negociar con la UE o que se mostrase en exceso intransigente, incentivaría a los europeos a seguir caminos poco convenientes para los estadounidenses. Es complicado anticipar el futuro y acertar en épocas como esta, pero las señales apuntan a que la Unión será más amable que guerrera con las exigencias de Trump.
El giro estadounidense ha sido interpretado desde una tendencia aislacionista, pero cuenta con una clara vertiente expansiva, que se ha hecho expresa en el plano geopolítico con las demandas sobre el Ártico relacionadas con Canadá y Groenlandia. Enric Juliana escribía ayer sobre el regreso al espacio vital, al Lebensraum, pero esto se parece bastante a la vieja ‘economía de gran espacio’, esa integración de regiones bajo un sistema económico coordinado, con la que se pretende ganar poder e influencia sobre otras zonas del mundo y reducir las dependencias. EEUU está dando pasos en la dirección de supeditar económicamente a sus socios, de manera que respondan a sus necesidades como potencia internacional y tomen un camino mucho más alineado bajo su bandera; esto es, que constituyan una 'economía de gran espacio' con la vista puesta en China. Friedrich List traducido a los intereses estadounidenses de esta época. Este es otro mundo ya."
(Esteban Hernández , El Confidencial, 09/04/25)
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