"El presidente Donald Trump aseguró que Estados Unidos comenzará “muy pronto” ataques terrestres en Venezuela y en cualquier otro país al que se le ocurra acusar de albergar actividades de narcotráfico en su territorio, entre las que mencionó de forma explícita a Colombia. Aseguró que atacar por tierra es mucho más fácil porque “conocemos las rutas que toman; lo sabemos todo sobre ellos; sabemos dónde viven los malos y vamos a empezar con eso muy pronto”. Por su parte, el secretario de Guerra, Pete Hegseth, reaccionó con una huida hacia adelante a la revelación de que ordenó el asesinato de sobrevivientes del primer ataque efectuado por sus tropas en el Caribe, asegurando que las ejecuciones extrajudiciales perpetradas por su país “apenas comienzan”.
Es necesario repetirlo: la ofensiva del trumpismo contra Caracas no tiene absolutamente ninguna relación con el combate al narcotráfico. De acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Venezuela es territorio de tránsito de un exiguo 5 por ciento de la cocaína producida en la vecina Colombia, y no cuenta con plantaciones significativas de hoja de coca, por lo que no posee siquiera el potencial para la producción del alcaloide. Para dimensionar las cantidades de coca necesarias en el negocio de la cocaína, debe saberse que se requiere más de una tonelada de hojas frescas para producir apenas un kilogramo de la droga. Asimismo, es absurdo hablar de ataques a las rutas terrestres del narcotráfico por la sencilla razón de que el país caribeño no tiene ninguna conexión por esa vía hacia el norte del continente. Por último, la excusa del fentanilo es todavía más absurda, pues jamás se ha presentado indicio alguno de la fabricación del opioide sintético o sus precursores en la región, y se encuentra fuera de cualquier ruta de tráfico global.
El robo de Citgo, filial de Petróleos de Venezuela (PDVSA) en Estados Unidos, decretado ayer por un tribunal de Delaware, indica de manera clara el verdadero móvil detrás del cerco aéreo y naval contra el país que posee las mayores reservas de crudo del planeta.
En su primera administración, Trump arrebató el control de la compañía a su legítimo dueño, el Estado venezolano, y lo entregó a la camarilla de Juan Guaidó, el diputado golpista habilitado por Washington como “presidente interino” para saquear los recursos de Venezuela. Desde 2019, esa facción de la derecha se ha apoderado de alrededor de 24 mil millones de dólares de las ganancias de Citgo, un verdadero homicidio contra los millones de venezolanos que se encuentran privados de lo más esencial por el bloqueo estadunidense impuesto en connivencia con políticos entreguistas, como el mencionado Guaidó y María Corina Machado.
El empecinamiento de Trump en favorecer los negocios de las petroleras occidentales y complacer los instintos sanguinarios de la ultraderecha nucleada en Miami no pueden sorprender a estas alturas de su gobierno, pero es imperativo denunciar el silencio e incluso el respaldo de la comunidad internacional ante las masacres cometidas por el Comando Sur de la superpotencia y los anuncios de intervención neocolonial.
Frente a quienes usan la antipatía hacia el chavismo como excusa para justificar las agresiones, debe remarcarse que en estos momentos Bogotá y Caracas son prácticamente los últimos rincones soberanos frente al desbocado imperialismo estadunidense, donde, a decir del presidente Nicolás Maduro, se rechaza la falsa paz de los esclavos. Por ello, cerrar filas contra las amenazas de invasión y de forzar un cambio de régimen es un asunto de sobrevivencia para todos los pueblos históricamente oprimidos por Washington y sus aliados locales." (Editorial de La Jornada, 03/12/25)
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