El éxito chino ha sido hasta ahora la cara oculta de la economía estadounidense. El ahorro, esos tres billones de dólares de deuda en manos chinas, es el que ha venido financiando el déficit de Washington. La mano de obra barata, la que ha permitido el consumo y el crecimiento. Hasta tal punto se superponen las dos revoluciones, la de Reagan y la de Deng, que una sin otra no hubieran funcionado. La globalización es la reaganomics más el pensamiento-Deng Xiaoping.
El politólogo Niall Ferguson, que ha puesto en circulación el término Chimérica para expresar la intensidad de esta simbiosis, considera que se trata de la relación indispensable para el siglo XXI. Con un 13% del territorio mundial, una cuarta parte de la población, una tercera parte del PIB planetario y la mitad del crecimiento de todo el mundo, esta doble y colosal nación transpacífica es el ingenio central que mueve la economía global, asentada sobre dos patas, el ahorro de la mitad asiática y el consumo de la mitad estadounidense. ¿Seguirá funcionando la simbiosis en el momento en que la era de Reagan toca a su fin?" (LLUÍS BASSETS: Tres décadas de modernización china. La gatomaquia del siglo XXI. El País, ed. Galicia, Internacional, 18/12/2008, p. 2/3)
No hay comentarios:
Publicar un comentario