"Ahora bien, en este nuevo marco de apoyos públicos extraordinarios a las instituciones financieras, ciertas operaciones deberían esperar a mejores momentos y algunas otras -antes aplaudidas con entusiasmo-, ser reconsideradas con nuevos ojos críticos.
Por ejemplo: es obvio que la actividad de construcción inmobiliaria se ha parado abruptamente y hay múltiples activos inmovilizados sin salida.
Pero ¿cabe mantener la financiación de esa actividad, por intereses accionariales o de grupo, sin un sensible ajuste a la baja de los precios de los activos inmobiliarios?
En similar dirección, ¿es razonable que operaciones industriales corporativas, sólo posibles con el apoyo de las matrices bancarias, puedan consumir millonarios recursos crediticios en perjuicio de las necesidades del conjunto de la economía?
Dicho de otra forma: ¿acaso el disfrute de apoyos financieros públicos no ha de venir condicionado a su adecuada canalización hacia la economía real? (...)
Sin duda, bastantes cosas han de cambiar y, lamentablemente, las modificaciones no van a ser indoloras. Pero es indispensable procurar que los padecimientos no aumenten todavía más por la pertinacia en mantener irresponsables prácticas del pasado.
Resultaría hiriente que quienes más han contribuido a la "exuberancia irracional de los mercados", pudieran seguir tomando por todos nosotros las delicadas decisiones que ahora son imprescindibles. Necesitamos una tregua. Al menos, la necesaria para reponernos de las peores consecuencias derivadas de sus acciones. Luego, con toda probabilidad, desgraciadamente, encontraremos la forma de volver a las andadas colectivamente." (JUAN MANUEL EGUIAGARAY: Pertinacia irresponsable. El País, ed. Galicia, Opinión, 03/12/2008, p. 31)
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