18.2.09

Medicando a los traviesos... para que no molesten

"Cerca de 750.000 niños holandeses de cinco a 15 años -un 34,2% de los comprendidos en esa franja de edad, que son 2.191.164- tomaban a finales de 2008 fármacos para controlar el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

La cifra resulta sorprendente si se tiene en cuenta que la incidencia de este trastorno mental ronda el 5% en los países desarrollados. Las autoridades sanitarias están buscando una explicación al alarmante aumento de las prescripciones de estos fármacos, en su mayoría derivados de las anfetaminas. (...)

O, por extraño que parezca, también puede suceder lo contrario: que se esté medicando como hiperactivos a niños que no lo son a pesar de mostrar síntomas parecidos.

Esta última hipótesis, aún por demostrar, es la que preocupa a Trudy Dehue, psicóloga y filósofa de la Universidad de Groningen. Autora de uno de los libros de referencia sobre el incremento de las depresiones en los países ricos, La epidemia de la depresión, sostiene que los padres tienen hoy una doble responsabilidad. "En una sociedad donde se mide a la gente por sus prestaciones, se pueden sentir culpables del hecho de que sus hijos puedan no funcionar de forma satisfactoria.

Nadie quiere que en el futuro sus hijos puedan echarles en cara que no tuvieron suficientes oportunidades por no haberles dado unos medicamentos que estaban a su alcance. Lo malo es que también pueden ser criticados por brindárselos, pues no son productos inocuos y los niños, al tener que medicarse, pueden acabar interiorizando que no son suficientemente buenos siendo ellos mismos", dice. (...)

Dehue reconoce que hay niños hiperactivos que pueden beneficiarse del apoyo de la psiquiatría, pero apunta que tal vez otros casos requieran un enfoque más sociológico que individual: "Escuelas más pequeñas; menos actividades extraescolares; menos presión para ser mejor de lo que se es; más espacio para jugar fuera", propone. (...)

Otro grupo, por el contrario, cree que las tensiones de la sociedad han desencadenado la aparición del trastorno. "Yo preferiría que se diera menos importancia a la mejora del individuo, ya sean niños o adultos. Mejorando las precarias circunstancias en las que muchos viven, cambiarían ya muchas cosas. No habría que etiquetarlos en masa de enfermos psíquicos, porque ese calificativo acaba formando parte de su identidad", concluye." (El País, ed. Galicia, Salud, 03/02/2009, p. 29)

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