Ocurría y ocurre que el guardián del euro, el Banco Central Europeo, sólo entiende de liquidez. Y la solvencia de los bancos privados a los que alimenta la escudriñan los dispersos bancos centrales nacionales, usando cada uno distintos baremos. Una supervisión financiera de rompecabezas. (...)
Creó así el Grupo de Alto Nivel De Larosière (por su presidente) para elaborar un dictamen sobre la supervisión financiera, pugnó en las reuniones del G-20 por estos principios, y ahora los concreta para sí misma. Es el mismo fructífero método usado con el Comité Delors para la moneda única, y en otras grandes ocasiones, el de los Grupos de Sabios encargados de elaborar libros blancos, sobre desafíos complejos, que luego se quintaesencian en políticas y diseños concretos. Esos que ¡ay! apenas se prodigan en España.
Almunia y McCreevy han alumbrado un sistema federal de supervisión. Sufrirá la eterna pendencia británica. Pero es indispensable para afrontar épocas de vacas flacas. Y para que la UEM empiece a caminar sobre dos patas. Faltarán piezas. A la larga, quizá un Tesoro Único y un impuesto unificado, seguro que un amplio presupuesto común. Pero el paso de ayer es ya de gigante." (XAVIER VIDAL-FOLCH: El euro ya no está solo. El País, ed. Galicia, Economía, 28/05/2009, p. 25)
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