21.1.10

Para sustituir a negros por eslavos... que no dan tantos problemas... se organiza el progrom... el linchamiento...

"Gioia Tauro, Rosarno, Sinopoli, Seminara, Cittanova, Oppido Mamertina son tierra de clanes tan antiguos como los olivos de la Piana. Aquí a la 'Ndrangheta se la siente por todas partes. (...)

Aquí mandan los Piromalli, los Bellocco, los Pesce, los Mammoliti, los Alvaro, los Crea, gente que, en su enfrentamiento con el Estado, siempre ha preferido el tradicional y prudente mimetismo a la sombra de los poderes legales. (...)

"Rosarno es nuestro, debe ser nuestro, si no, no es de nadie", recordaba en junio de 2009 Umberto Bellocco, hijo de uno de los jefes más despiadados de la zona, uno de los que han hecho fortuna con la tierra sustraída a los viejos propietarios de la Piana. Son ellos los que mandan, la nueva raza de padrinos que antes humillaba a las mujeres y a los campesinos de la Piana y luego empezó a controlar a la mano de obra africana, la que, hasta hace poco, servía para recoger las clementinas. Nadie se había atrevido nunca a protestar. (...)

En Rosarno, cada día al alba, centenares de trabajadores temporeros se presentaban con las botas de goma verde a las puertas del pueblo, esperando que uno de los capataces de paso les invitase, haciéndoles una señal, a subir a las furgonetas para ir a los terrenos donde se cultivan los naranjos. Ganaban 25 euros, de los cuales el conductor que les acompañaba y los capataces que les explotaban se llevaban su parte. Entre 5 y 7 euros por cabeza, sin rechistar, para luego volver a vivir como ratas en chabolas de cartón dentro de fábricas abandonadas o de rediles derruidos, sin agua, sin luz, sin retretes. En febrero de 2009, un enviado de la BBC había mostrado la vergüenza de semejante lager, donde centenares de hombres vivían peor que el ganado porcino. No ya en África, sino en el corazón de Europa. (...)

Son la gente del hambre, son los últimos. Que ahora ya no son necesarios.

En Rosarno, en los últimos dos años, la demanda de mano de obra se ha reducido en un 80%. Y búlgaros y rumanos, ciudadanos europeos, parecen más apetecibles que los africanos: si se les contrata en negro, las posibles multas serán más leves. Pero sobre todo, hoy, recoger naranjas ya no es conveniente. La Unión Europea ha cambiado los criterios de asignación de las contribuciones, destinando los subsidios no ya sobre la base de lo que se recolecte, sino de la extensión del terreno. Se paga por hectáreas y no por kilos, y con las nuevas disposiciones se gana más dejando las naranjas en los árboles o simplemente dejándolas que se marchiten en el suelo. Hasta hace algunos años, las naranjas eran todo un negocio, como el de las facturas hinchadas. (...)

El de Rosarno, sin embargo, no ha sido un rapto de locura. Los indicios de que la rabia estaba subiendo se habían producido en diciembre de 2008, cuando alguien había aludido a una protesta tras resultar heridos dos marfileños en la fábrica-dormitorio de Rosarno. Es una historia que recuerda bastante a la de muchos italianos. A pesar de que tantos la hayan olvidado. Cuando los africanos éramos nosotros, más de una vez nuestros abuelos tuvieron que ser puestos a salvo como los negros de Rosarno, para escapar a los pogromos racistas de Zúrich, de Aigues Mortes o de Nueva Orleans. (...)

La 'Ndrangheta, que ha instigado la revuelta de los extracomunitarios, había decidido eliminar el peonaje rebelde, que no doblaba fácilmente la cabeza y que, además de ser explotado, a veces era utilizado como tiro al blanco por los chulos del pueblo para no aburrirse. Los africanos, como ha sostenido Roberto Saviano, el autor de Gomorra, "han demostrado tener más valor que muchos italianos, defendiendo derechos que en Italia pocos quieren ya defender". Como lo habían demostrado ya en Villa Literno en septiembre de 1989, después del homicidio de un surafricano, y en Castel Volturno en septiembre de 2008, tras la muerte de tres ghaneses, dos togoleses y un liberiano. Quién sabe lo que sucedería si durante un día todos los inmigrantes de Italia decidieran abstenerse de trabajar. Seguramente someterían a una dura prueba al sistema de vida de los italianos. Por desgracia, la barbarie de los pogromos es contagiosa. En Italia, el problema principal para la pacífica convivencia sigue siendo la inmigración clandestina, a pesar de la presencia de mafias capaces de infiltrarse en la política, de contaminar con beneficios de muchos ceros los mercados financieros, desplegando su poder incluso más allá de las fronteras nacionales.

Aun así, también existe otra Calabria donde la intolerancia no convive con el desprecio y donde la diversidad es riqueza. Es el caso de Riace, Caulonia, Stignano, Badolato, realidades que recientemente han sido también objeto de atención internacional gracias a Wim Wenders, el director alemán que decidió hacer una película sobre la Calabria de la tolerancia y de la acogida.

Gracias a ellos, pero también a los movimientos antidelincuencia de Lamezia, a los jóvenes que se rebelaron contra la 'Ndrangheta después del homicidio del vicepresidente del Consejo Regional, Francesco Fortugno, Calabria no es sólo una tierra en poder de clanes mafiosos y de políticos indiferentes, cuando no en colusión, con la criminalidad organizada. Y es una tierra que, a pesar de la vergüenza de Rosarno, trata de pasar página. Aunque no será fácil olvidar a los 1.200 inmigrantes obligados a huir como animales acosados para evitar ser linchados, mudos y encrespados como destellos del sol en el ocaso." (ANTONIO NICASO: Calabria, la mafia y los subsaharianos. El País, ed. Galicia, opinión, 20/01/2010, p. 29 )

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