Imaginemos que ambas cuestiones funcionan razonablemente bien y que tanto el déficit como el paro descienden en proporciones sensibles. Ello no arreglará per se -aunque lo palíe- el problema finalista de la economía española: su necesidad de crecimiento. Ni tampoco solucionará, aunque ayude, la dificultad de los bancos y cajas de ahorros para captar financiación de los mercados mayoristas, que solo fluirá cuando quien tiene dinero apueste por una recuperación sostenida y en el horizonte cercano, de nuestro país.
Las palabras del presidente del BBVA, Francisco González, en Santander, tan descarnadas, tan sin oraciones subordinadas ("los mercados financieros han retirado su confianza de nuestro país"), han tenido una virtud y un efecto secundario quizá no deseado por su protagonista. La virtud ha sido poner el foco de atención sobre este tercer problema, el de la falta de crédito, que en realidad es el primero y que domina en urgencia al del déficit y la reforma laboral.
El efecto colateral lo han expresado los analistas: si el que habla así es el representante del segundo grupo financiero español, el problema no está solo en las cajas de ahorro y en los bancos medianos, como se había venido diciendo en los ambientes no especializados, sino en el conjunto del sistema. Aunque sea coyuntural.
Las declaraciones de González se complementan con las de Emilio Botín en la junta de accionistas del Santander, presumiendo de haber recaudado 30.000 millones de euros con la guerra del pasivo. Todos están apretados por sus obligaciones y su necesidad de liquidez para satisfacerlas." (JOAQUÍN ESTEFANÍA: Sequía de crédito. El País, Domingo, 20/06/2010, p. 19)
No hay comentarios:
Publicar un comentario