Pero nada. Podíamos haber esperado que los intelectuales de izquierda se lanzaran a la batalla. Pero nada. Impera el silencio. Es el grado cero de la izquierda política e intelectual europea.
Y, sin embargo, la crisis es la gran oportunidad para reafirmar esta solidaridad, ya que el capitalismo financiero acaba de demostrar una vez más que no tiene patria, sino solo intereses, que son los de las grandes empresas multinacionales. Enfrente tiene a ciudadanos incapaces de organizarse a la misma escala, a sindicatos que huyen en espantada, pero incapaces de unificar su resistencia legítima, y a partidos políticos de izquierdas totalmente apáticos.
En Alemania, el SPD critica con razón las medidas antisociales de Merkel, pero su programa es de una confusa ambigüedad sobre lo que podría ser una respuesta a la crisis. Se abstiene de defender una recuperación global y evita enfrentarse a la canciller sobre la política del euro fuerte y del incentivo al ahorro, que castigan hoy la recuperación europea.
En Reino Unido, el Partido Laborista está aniquilado, su programa se parece como una gota de agua al del partido del actual Gobierno conservador. En Francia, el Partido Socialista sigue en la inopia, no propone ninguna seria alternativa socioeconómica al Gobierno. Sabíamos que la crisis de la izquierda era profunda. Ahora sabemos que es trágica.
Pero también sabemos que la crisis económica no se resolverá rápidamente, y que nos esperan días difíciles. Ha llegado la hora de que la izquierda europea se recomponga y sobre todo que haga propuestas que no sean solo insustanciales y tímidas adaptaciones a las medidas tomadas por los grandes centros financieros.
Propuestas realistas y socialmente progresistas para modernizar las relaciones sociales y convertirse en una alternativa creíble, movilizadora, frente a las derivas de un sistema económico exclusivamente dedicado al culto del beneficio y de la especulación financiera. Si la izquierda europea quiere oponerse de verdad a este sistema globalizado que ha logrado dividir como nunca a los asalariados, debe aprender a trabajar y actuar solidariamente a escala europea." (SAMI NAÏR: La impotencia de la izquierda europea. El País, ed. Galicia, internacional, 17/07/2010, p. 4)
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